Para quitarse el Sombrero: un toro bravo en el concurso de feos en Las Ventas
Pedraza de Yeltes destaca en la corrida concurso de ganaderías; entrega sin recompensa de Gómez del Pilar y templada imagen de Serafín Marín
Rotundo triunfo de Tomás Rufo en Talavera

Trajeron a Las Ventas los toros más feos del cercado. Que los feos también tienen derecho a pisar la arena. Ni en el otrora toro más guapo del campo asomaba esa belleza en esplendor. Claro que soplan tiempos en los que es más fácil ... que se eche para atrás al que no cumple los cánones de la mordaza y guapura en el tendido que al que no los cumple en el ruedo. «¡Toro, toro!», clamaba el 7 cuando vio que el primero, candidato al moquero verde, se sostenía menos que un castillo de naipes en un colegio. De Partido de Resina era el animal del recuentro con Madrid de Serafín Marín, que tuvo que tomar el olivo en el primer contacto con Cabañito. Se templaría pronto con el capote, donde ya pareció dejarse sus fuerzas. Labor de enfermería del torero catalán, despacito para 'cuidar al rival' (una de las incongruencias de este mundo). Muy despacito, relajado al natural, aprovechando la nobleza del pitón zurdo. Sin humillar pasaba. Se impacientó el personal cuando cogió la derecha e hizo bien en irse entonces a por la espada. Su imagen de serenidad ahí quedó antes del fallo con el acero.
Todo pitones era el de Samuel Flores, largo y estrecho, al que cabían cien kilos más. Abanto de salida, manseó en el peto y no se empleó. Echaba la cara arriba en banderillas, se dolía. Con un comportamiento más de buey saltarín que de toro bravo. Un animal imposible, en las antípodas de la bravura. Lo cazó Rubén Pinar con habilidad.
No era ningún dechado de guapeza el tercero, que entró por el de La Palmosilla. Feo y grandón el de Victoriano del Río, hecho cuesta arriba. A nadie enamoró por sus hechuras, pero había fe en el hierro. No tendría el picador su tarde más redonda ni Manisero se lo pondría fácil a los de plata con esa forma de apretar hacia las tablas con su mansa tendencia. Una papeleta tenía por delante Gómez del Pilar, pero cuando se dobló, el toro respondió con una humilladora y temperamental embestida, con un fondo de castita que transmitía. Tragó Del Pilar con el gigantesco toro, sacando muletazos meritísimos. Por el derecho, obligándolo por abajo, y por el zurdo, corriendo la mano con limpieza. Le aplaudían la colocación al matador, más desmayado en los finales. El premio ganado con su entrega en la muleta lo perdió en la suerte suprema.
Aplaudieron al ensabanado y botinero cuarto, de Peñajara, de espectacular pelo y cornamenta. Otra vez se relajó Marín a la verónica antes de un encuentro en varas de Mexicano de mucha expectación. Tardó en arancarse en el segundo, donde tuvo que rectificar. Y acortó distancias en un tercero, aunque el tardo toro era reacio. En pie se puso la plaza para despedir a Peralta por su forma de torear a caballo. Y fenomenal los banderilleros, con Marcos Prieto y Valladar desmonterados. Brindó el torero de Montcada i Reixac a la afición. Sin una gota de casta llegó el toro a la muleta. Parado y sin pasar. No le quedó otra al catalán que abreviar.
Las Ventas
- Monumental de Madrid. Domingo, 24 de septiembre de 2023. Ocho mil espectadores. Toros, por este orden, de Partido de Resina, flojo, noblote, sin humillar; Samuel Flores, manso e imposible; Victoriano del Río, manso encastado, de informal embestida; Peñajara, tardo pero cumplidor (sin más) en el peto, parado y sin opción; José Escolar, obediente y de justa casta; Pedraza de Yeltes, el de mejor y más bravo son.
- Serafín Marín, de celeste y oro. Dos pinchazos y estocada (palmitas). En el cuarto, estocada (silencio).
- Rubén Pinar, de azul y oro. Estocada y descabello (silencio). En el quinto, pinchazo hondo y descabello (silencio).
- Gómez del Pilar, de canela y azabache. Tres pinchazos y estocada. Dos avisos (saludos). En el sexto, estocada suelta que escupe y descabello. Aviso (saludos).
No le gustó a un sector el de Escolar, pero menos le gustó a la cuadrilla, que pasó lo suyo con los palos en un tremendo mitin. Con sus teclas el bonito cárdeno, en el que Pinar robó algún natural tirando de oficio. Pero al toro le costaba un mundo pasar. Con el zapatillazo lo empujó en una serie diestra aprovechado la nobleza dentro de una faena vivida entre el bullicio de quienes le recriminaban la colocación.
Un tranvía era el sexto, de Pedraza de Yeltes, huesudo y cuesta arriba, sin exageraciones en la cara. Empujó Sombrero, metiendo riñones en varas. Y cuando la gente se las prometía felices en un tercero, el presidente hizo un Billy el Niño, desenfundando rápido el pañuelo que cambiaba el tercio. En armas se levantaron sol y sombra, con el grito del 7 de «¡fuera del palco!». Siguió la protesta hasta en el brindis de Gómez del Pilar, que se echó de rodillas frente a la Puerta Grande en un intensísimo y fenomenal prólogo. Noé concedió distancia, ya erguido, y aprovechó el noble son de Sombrero, el mejor y de más clara clase de la corrida concurso. Punteó en la siguiente, con los terrenos acortados y menor conjunción. El de Pedraza pedía precisión en distancias, terrenos y alturas, lo que no siempre llegó en su dispuesta labor. Fluyó una estupenda serie al natural en espacio medio, pues en el corto protestaba el bravo ejemplar. No tuvo la mejor colocación la espada y tuvo que descabellar a Sombrero, para el que algunos pidieron la vuelta al ruedo en el arrastre mientras se la frenaban a Gómez del Pilar (suyo fue el lote de más opciones). «¡Fuera del palco!», fue el último grito de guerra. Unos días a unos les mangan una oreja y al siguiente a otros le birlan una vara más.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete