Los toreros también nacen en Suiza

Así fue el primero de Bañuelos, el ganadero de la tierra, el criador de los toros del frío, que en esta primera de la feria de San Pedro resultaron, en su mayoría, templados, muy templados. El joven Martin lo dio todo, no quiso dejarse nada en el tintero. Lucido y variado con el capote, fácil con las banderillas y entregado muleta en mano. En definitiva, la necesidad de hacer toda su temporada en una sola tarde, las prisas por demostrar su capacidad, su repertorio y su proyección de futuro. Que la tiene el chaval, otra cosa es que le permitan desarrollarla. Salió a redondear en el sexto, compartió banderillas con su padrino y testigo, y la cosa tomó el camino de la apoteosis. De rodillas en los medios comenzó la faena, y aunque el astado se fue quedando corto y a la defensiva, pudieron las ganas del chaval que anduvo con garbo y bien de valor, voltereta incluida, que añadió emoción. El pinchazo y los descabellos, desinflaron la cosa. Nació en Suiza y acaba de tomar la alternativa.

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El público no se cansa de El Fandi y El Fandi no se se cansa, ni del público ni del toro. ¿Puede ofrecer más el de Granada? ¿Puede estar mejor? Eso es otra cosa, pero la realidad es que deja satisfecha a una mayoría. Su primero salió embistiendo con una calidad infinita, con el hocico por la arena y despacio de no creer. Lo vio El Fandi, que de primeras le enseñó la izquierda, aunque al final no surgió el toreo que las embestidas bendecían. Casi la misma calidad en el cuarto y con este sí se entendió, a su manera, es verdad. Con algunos tirones de más que el toro acusó, pero con muletazos a derecha e izquierda de buen trazo. Oreja y oreja.

Manuel Escribano se esforzó con el tercero, que acabó rajado, y se fue a la puerta de toriles a recibir al quinto al que cuajó un brillante tercio de banderillas. Anduvo solvente con la muleta, y pese al pinchazo se llevó un trofeo.

Todo esto, y poco más, rozando las tres horas, que por mucha alternativa, muchas orejas, muchas banderillas, muchos Bañuelos o buñuelos, y mucha charanga, no acaba de justificarse.