Goyesca de Ronda: Ortega y Roca Rey, aire y fuego
Cortan dos orejas a los dos únicos toros de Jandilla que dan juego; sin suerte Morante, que deja detalles exquisitos

Un año más –y es el número 65– la corrida goyesca es una de las cumbres de la temporada. Una ciudad extraordinaria, una plaza única, una corrida singular: imposible competir con tantos atractivos. En Ronda encontró el poeta Rilke su ciudad ideal, en la que « ... se resumen todas las cosas que yo he soñado». La plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería, de la época de Goya (1785), es una de las más hermosas: arcos de piedra, tablas pintadas de gris con guirnaldas dieciochescas. La escuela taurina de Ronda es la de Pedro Romero, que mató más de cinco mil toros, sin que ninguno lo hiriera. La primera corrida goyesca tuvo lugar en 1954. Antonio Ordóñez la toreó desde 1957 hasta 1980. Paquirri la organizó hasta su muerte, en 1998. Desde entonces, continúa la tradición Francisco Rivera.
Este año, la goyesca reúne a las dos indiscutibles figuras actuales, Morante y Roca Rey, con el sevillano Ortega. Morante, a los 25 años de su alternativa, quiere llegar a torear 100 corridas. Roca Rey reaparece después de su percance de Bilbao. ¿Caben más atractivos? Pero los toros de Jandilla dan muy pobre juego, con poca fuerza y casta. Ortega y Roca Rey cortan dos orejas. Morante, con su mala suerte habitual, deja detalles exquisitos.

Este mes de septiembre, Morante va a torear casi todas las tardes. A diferencia de otros, no rehúye encastes, ni plazas grandes o pequeñas, ni compañeros. Ya toreó en Ronda en 1997, dos meses después de haber tomado la alternativa. Recuerdo que en 2013 toreó la goyesca en solitario y puso banderillas al quiebro, sentado en una silla: una estampa añeja. Llama la atención esta tarde con una taleguilla singular, negra y plata. Borda las verónicas de salida en el primero y las chicuelinas salerosas. Brinda a Rafael de Paula, que fue su apoderado. Comienza con preciosos ayudados por alto, cargando la suerte (nada que ver con dejar pasar al toro) pero éste dura un suspiro: sólo tres naturales. Mata a la segunda.
Devuelto el flojo cuarto –al que mata–, el sobrero resulta manso y huido, protesta en banderillas. Morante lo prueba, muestra que no sirve y da el mitin con la espada, recibiendo la lógica bronca.
Goyesca de Ronda
- Real Maestranza de Caballería de Ronda. Sábado, 3 de septiembre de 2022. Corrida goyesca. Lleno aparente. Toros de Jandilla-Vegahermosa, de muy poca fuerza y casta.
- Morante de la Puebla, de negro y plata. Pinchazo y media (palmas). En el cuarto, seis pinchazos, estocada y descabello (aviso, pitos).
- Juan Ortega, de celeste y azabache, con taleguilla blanca. Estocada corta (palmas). En el quinto, pinchazo y estocada (dos orejas).
- Roca Rey, de grosella y azabache. Buena estocada (dos orejas). En el sexto, media tendida y descabello (ovación). A hombros con Ortega.
Entre los dos líderes, entra en el cartel el sevillano Juan Ortega, capaz de torear de modo exquisito pero irregular. En el segundo, traza verónicas solemnes pero el toro se pega una costalada ya antes de varas; en la muleta, protesta, rebrincado: Juan no consigue dominarlo.
Intenta verónicas en el quinto, que sale muy suelto pero, sorprendentemente, en la muleta, el toro comienza a embestir con gran suavidad, a cámara lenta. ¿Qué más podía querer Ortega? Dibuja muletazos con gran estética, sabor añejo y el encanto de cierta fragilidad. Mata a la segunda: dos orejas. Está claro que sabe torear muy bien… si el toro se deja. Este triunfo le da fuerza.
El 25 de agosto, Roca Rey vivió una tarde histórica en Bilbao, sobreponiéndose a varias cogidas. No toreó mejor que otras tardes pero sí impresionó a todos por su valor y su carácter. En ocho días, ha perdido siete corridas. Su reaparición en esta goyesca es un gesto. En el tercero, comienza haciendo el poste y el toro va al suelo, luego, saca nobleza. Andrés lo domina por completo con gran facilidad, logra naturales clásicos de primera categoría y amarra el éxito con el arrimón final. Estocada: dos orejas. Ha alternado lo clásico y lo efectista.
En el último, se gusta toreando con el capote pero el toro flaquea constantemente, desluce todo. Torear sin toro es imposible. A hombros lo sacan, con Ortega, por la puerta grande.
MÁS INFORMACIÓN
Aire y fuego unidos ve Bergamín en una plaza de toros. Esta tarde, ha sido Ortega (y no Morante) el aire, la belleza serena del arte clásico, que cantó Fray Luis de León: «El aire se serena / y viste de hermosura y luz no usada». Roca Rey es la emoción apasionada, que quema a Tisbea, en 'El burlador de Sevilla': «¡Fuego, fuego, que me quemo, / que mi cabaña se abrasa'. Aire y fuego, belleza y emoción: los dos elementos de este arte único.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete