La faena descalza de Morante antes del diluvio en Palencia
Por el camino de la sencillez, corta una oreja, como Ortega, en una corridita de José Vázquez para olvidar
Volvió Morante y el mundo se puso a soñar
![Morante de la Puebla, bajo un tremendo aguacero, en el cuarto toro](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/08/31/morante6-REnJLLMupDo2WnF7YbIqRUO-1200x840@diario_abc.jpg)
Observaba el ruedo Morante y miraba al cielo, que amenazaba lluvia. La incógnita sobre si se celebraría el festejo crecía, pero, pasadas las seis de la tarde, se abrió el portón de cuadrillas. Y sobre la arena de los Campos Góticos se ... descalzó en una faena desnuda de alharacas. Todo por el camino de la sencillez. Sin zapatillas para no resbalar y para sentir la tierra. O, tal vez, era la tierra la que sentía a un torero que se atalona como ninguno. Con ese compás desde el inicio, sin atosigar a Antiguo, de tan significativo bautismo y tan mermado de poder, que inauguró una nueva corrida con un volatín: no hay dos sin tres.
El genio de La Puebla agitó su lámpara y con bella técnica plasmó su obra a favor del toro. Cuello para embestir tenía el de José Vázquez y quiso meter la cara, con una obediencia de niño que no ha roto un plato. En el espacio de un chotis lo toreó en redondo y, ya con la zurda, dio ese toquecito mientras trataba de alargar el viaje con vertical pureza. Sin un solo aspaviento. Era el toro de su regreso tras la 'espantá' en Linares, donde no se respetó la memoria de Manolete, el Monstruo cordobés. Unas verónicas de mimoso vuelo había dejado a este Antiguo de juvenil aspecto. Por caricias los lances, mientras algunos espectadores aún buscaban una localidad en la que el suelo no fuese una charca. Había escenas de película: desde ese del 6 bajo que barría el agua con el cepillo hasta aquel de la zona alta que colocaba su nevera cual mesa con media docena de vasos, «limpios como los chorros del oro», en lo alto. Una bota de vino recorría de este a oeste la parte techada. Para calentar una tarde que se avecinaba fría.
«Las ocho menos cuarto y sólo una oreja», fue el lamento de un abonado de Palencia, la plaza más amable de toda Castilla. Cómo se mosqueó el personal cuando el presidente negó el galardón a Talavante tras una variada labor, en medio del aguacero, ante un escurrido quinto. Miraba el extremeño al palco y, con gestos, exponía su falta de consideración tras el esfuerzo en el barrizal. Sin embargo, esta vez el usía se puso serio, cosa que le duró lo que dos peces de hielo sabineros en «un whisky on the rocks». Porque en el sexto, de más apariencia, asomó el pañuelo blanco: una orejita para Juan Ortega por una pieza de destellos –Invernal no daba para más–, como una verónica, ese inicio agarrado a las tablas o el duende del molinete. Preciosas habían sido sus chicuelinas al tercero: algodonales para un conjunto de mermadísima casta y presencia, de poca clase y sin gota de maldad, con animales muy alejados de lo que debe ser una verdadera corrida de toros.
Feria de Palencia
- Coso de los Campos Góticos. Sábado, 31 de agosto de 2024. Sábado, 31 de agosto de 2024. Tercera corrida de la Feria de San Antolín. Más de media entrada. Toros de José Vázquez, de pobre presencia (excesivamente cómodos) y descastados, sin maldad ni clase en general, de mejor embroque que finales.
- Morante de la Puebla, de negro y plata: estocada y descabello (oreja); pinchazo hondo, cuatro más, otro hondo y descabello (silencio).
- Alejandro Talavante, de tabaco y oro: estocada (ovación); pinchazo, estocada desprendida y descabello (petición, saludos y bronca al palco).
- Juan Ortega, de verde y azabache: dos pinchazos y estocada (palmas); estocada con derrame (oreja).
Tampoco acompañó el tiempo y lo sensato hubiese sido suspender después del diluvio universal en el cuarto, con otra faena descalza de Morante. Un despropósito continuar. Después de la apoteosis con el indulto a Cantaclaro, tocaba una tarde para el olvido.
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