La terna a hombros en San Sebastián de los Reyes

Mayor movilidad, aunque menos casta, tuvo el segundo, al que recibió con bonitas verónicas Manzanares. Por bajo se lo sacó también a los medios el alicantino, y logró encelarlo, aunque, a la mínima oportunidad, el toro, que decía poco y humillaba menos, miraba a tablas. La estocada, de perfectas ejecución y colocación, tan manzanarista, le hizo valedor de otra oreja.

Lo mejor del tercero vino con el variado capote de Roca Rey, que intercaló de recibo una verónica rodilla en tierra, con delantales, chicuelinas y una revolera, y quitó por saltilleras. Empezó la faena por estatuarios, pero Visillo echó la persiana tras la primera tanda, por lo que el peruano recurrió al arrimón. La estocada, caída, tuvo un efecto fulminante. 2 orejas cortó Roca Rey, ante los aplausos de Tomás Páramo y Pablo Castellanos, que antes del festejo se habían fotografiado con muchos espectadores que esperaban la llegada de los toreros. Siempre están prestos a coger el pase al callejón, pero nunca suben ninguna foto a las redes sociales. Curioso…

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Alicia P. Velarde

Quitó Castella por chicuelinas y una bonita larga. Tras una buena lidia, se plantó Sebastián en los medios para comenzar con un pase cambiado, formando un alboroto. Molestaba una incómoda brisilla, pero no en la franela del torero, que supo entender la desigual embestida de un toro que tanto iba a arreones, como se paraba. Un cambio de mano fue larguísimo. Basó la faena en el pitón derecho, regalando una tanda de naturales a pies juntos, de bonita ejecución, aunque con el toro ya muy entregado. Se pasó un poquito de faena Castella, que compensó recetando un sopapo a Botarate con la espada. Los misterios de la bravura, pues si descastado fue el toro en la brega, vendió cara su muerte. No se echó, hasta que no cayó patas arriba.

Cogido con alfileres estaba el quinto, al que le costaba mantenerse en pie, tras ese trámite llamado tercio de varas -como ocurrió toda la corrida-. Torero, apoyado en tablas, esperaba Manzanares el cambio de tercio. El inicial alivio al final del muletazo que hizo Josemari ayudó a sostener al rebrincadito animal, al que toreó con temple y buen hacer, estando muy por encima del de Zalduendo. «¡Está muerto!», dijo el torero tras dejar una media arriba algo tendida, posterior a un pinchazo. Y como efectivamente duró segundos, a sus manos fue la séptima oreja de la tarde.

Manso de libro fue el sexto, que hizo todo al revés durante la lidia. Al revés de lo que debería hacer un toro bravo. Terminó de rematarlo el inicio de faena que intentó Roca, en el que lo citó agarrado a tablas por alto, con el consiguiente chocazo del animal. Iba con un trote cochiquero que no decía nada, y se afligía en los largos pases de pecho que le intentaba dar Andrés. Ante un entregado público, terminó entre los pitones de este Navajero, dejando una gran estocada, marca de la casa, premiada con una oreja.