SAN FERMÍN
Plenitud de El Juli en el Torbellino de emociones de Pamplona
Se perdieron los telespectadores de Televisión Española la faena más maciza de San Fermín, con Julián López de autor frente a un grandioso toro de Jandilla, el mejor de lo que va de feria. Ni tampoco vieron su salida a hombros acompañado por Cayetano en otra tarde de generosos trofeos
Quién es quién en San Fermín

«¡Juli-Juli, Juli-Juli!», era el cántico de las peñas a las ocho y veinte de la tarde. La figura que ha tirado un cuarto de siglo del carro de la Fiesta cuajaba la faena de San Fermín. Absoluta su maestría, rotunda su ... obra al toro más completo de lo que va de feria. Aunque no fue ningún dechado en varas, apuntó su brava condición desde la salida. Torbellino se llamaba y un Torbellino de emociones sembró Julián López, perfecto y sincronizado como el reloj de de 'la vuelta al mundo en ochenta días'. No el de Tamara e Íñigo, sino el de Willy Fog, el de las agujas regidas por el latido de lo natural. Una sola embestida como único rayo de sol le bastaba a El Juli para interpretar lo que el jandilla requería. Qué mente, qué portento, con la inteligencia natural de aquellos que nacen tocados con ese don, acrecentado por su gran maestro: el toro. De todos aprende y a todos enseña Julián. O que le pregunten a Torbellino, que si excelente fue, de superlativa manera desarrolló bajos sus órdenes.

Sin enmendarse, hundido a pies juntos en la primera raya, comenzó por alto. Asombraba su capacidad para meter al animal en la cesta de mimbre que era su muleta. Sólo necesitaba las yemas para modificar el mundo que sucedía allí abajo y transformarlo en la artesanía de las obras grandes. Qué maciza creación. Con prontitud, profundidad y largura acudía Torbellino a las telas, y más largo lo conducía aún el madrileño. Si bien estuvo por el derecho, a izquierdas devolvió la fe en el toreo en la plaza de los rodillazos y el ruido. En el hocico echaba de comer su zurda al negro mulato, enganchándolo adelante y llevándolo hasta el infinito y más allá. Sin cuentos de Disney. En estado puro. Hubo un sobrenatural en el que el sol se puso y le dio tiempo a salir de nuevo. Porque todo lo marcaba su reloj, que medía el ritmo con listeza. ¿Y qué me dicen de las distancias y las alturas? Después de consentirlo brevemente, lo apretó y lo crujió por abajo. Como el toreo caro no se paladea del todo en Pamplona, con astucia recurrió a los molinetes de rodillas, y ahora sí bramaron los tendidos de este a oeste. Toreaba la cabeza, toreaba el corazón, e intercalaba algún guiño a la galería, como ese pase mirando al tendido, en pie con el invertido y los de pecho. Aquello parecía el final, pero no fue así: El Juli, con más ambición que ninguno, se recreó otra vez por ambos lados hasta abrochar por luquecinas. «¡'Torrrero', torero!», coreaban guiris y pamplonicas. La contundente estocada, sin ser perfecta, desató la doble pañolada: dos orejas y un arrastre lento muy mexicano para Torbellino.
Otra lección había dictado a su primero. La belleza no acompañaba al frentudo segundo, al que sometió ya a la verónica. Brindó El Juli y se lo sacó a los medios. Se movía con mejor nobleza Versolario por el diestro, pues por el otro lado mostraba más informalidad. Su ciencia y su técnica, su templanza y su dominio, lo exprimieron de principio a fin. La feísima estocada fue su única mácula. No se puede matar así, aunque San Fermín entregue orejas a cualquier espada. Una se llevó el madrileño, pero la plenitud estaba por llegar...
No verían los telespectadores de Televisión Española el triunfo de El Juli. Ni tampoco verían cómo lo acompañó por la puerta grande Cayetano. Y eso que el dinástico torero cantó las cuarenta al Gobierno por su sectarismo y su exclusión de las corridas de la parrilla de RTVE: «No puede ignorar la tauromaquia de forma sistemática como ha venido haciendo. Me gustaría que en esta nueva etapa que nos espera a partir del 23 de julio nos den el sitio que nos merecemos y nos reconozcan lo que somos». Zasca en directo, durante los encierros. Desde la 'barrera' vio el de los jandillas Rivera, que su etapa de corredor ha concluido. Un lote con opciones le tocó, como el guapo tercero, de generoso cuello. Era el único con el hierro de Vegahermosa, con un buen pitón izquierdo. Todo lo pedía por abajo y protestaba mucho por arriba. Su torero comienzo sentado en el estribo, junto a dos zurdazos, fueron lo mejor de una faena en la que faltaron muchas cosas, como mando y ajustarse más. Una oreja se anotó antes de las dos generosas del manejable sexto, en el que cuando vio que el tren de la gloria podía escaparse tiró de casta, con susto incluido de rodillas y una conexión brutal por su entrega. Pamplona quiere al nieto de Ordóñez.
San Fermín
- Monumental de Pamplona. Miércoles, 12 de julio de 2023. Sexta corrida. Sexta corrida. Lleno. Toros de Jandilla y Vegahermosa (3º), serios y de variado juego, buen e interesante conjunto, con opciones; destacó el bravo 5º.
- Antonio Ferrera, de blanco y oro. Pinchazo, estocada y descabello (saludos). En el cuarto, cuatro pinchazos y estocada desprendida (silencio).
- El Juli, de gris plomo y oro. Estocada trasera caída (oreja). En el quinto, estocada (dos orejas).
- Cayetano, de rosa y oro. Estocada trasera y desprendida (oreja). En el sexto, estocada (dos orejas).
El acero le privó seguramente a Ferrera del camino triunfalista con un palco tan a la deriva. Dos toros en las antípodas tuvo: había que tragar con el encastado primero, con mucho carbón, mientras que el cuarto se apalancó a la defensiva. Fue el peor de una buena corrida de Jandilla, con muchos matices de interés y bastante que torear. La plenitud de El Juli marcó la distinción con aquel Torbellino de emociones.
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