SAN FERMÍN
Borja Jiménez paga con sangre su apuesta y su gloria
Con una grave cornada en el triángulo de Scarpa, cambia la puerta grande por la de la enfermería tras tirarse a matar o morir al sexto de una noble corrida de La Palmosilla
Todos los carteles de la Feria de San Fermín
![El pitón del sexto toro se hunde en el muslo derecho de Borja Jiménez](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/07/cornada-RfbvvWJdmoX3NO2cTXCW49N-1200x840@diario_abc.jpg)
Desplegó San Fermín su capote en el encierro, que se acercó al abismo de una sangría descomunal, propia de una carnicería de guerra. Pero ni una gota se derramó en el milagro matinal. Dos toros se quedaron dando vueltas al anillo en medio de ... una muralla humana, con cientos de mozos cuya cara se afilaba cada vez que veían pasar a milímetros al mulato y al castaño, con más de un pantalón blanco convertido en el 'marronazo' del anuncio de pañales. Pero ni un extraño hicieron Ilustrado y Chistoso, con una nobleza infinita, con una bondad de convento. Como si aquello fuese el tauródromo, sin buscar presa alguna. Ni siquiera los tontos que faltaban el respeto al toro y se saltaban las normas más sagradas de esta fiesta se llevaron un rasguño. Qué capotillo tan divino el del santo Patrón en su día grande. Nada pudo hacer, sin embargo, con la verdad de Borja Jiménez y, cuando se prometía un broche feliz, el último toro, Capitán, hundió el pitón en el muslo del titán de Espartinas. No había quite posible ni manto alguno: el triunfador de San Isidro se tiró a matar o morir. Y esa apuesta tuvo un precio: una dura cornada.
Tras realizar la faena más apasionada con un toro de buena condición, con sus teclas que tocar, Jiménez pinchó en el primer encuentro, pero su orgullo no le permitía perder la gloria. Derecho como una vela se tiró encima de Capitán hasta verter su sangre. Sus hombres de plata apreciaron rápidamente la gravedad y querían llevárselo a la enfermería. Pero el matador, cojeando ostensiblemente, cada vez más pálido, aguardaba la muerte del toro. Y en una camilla hecha de manos toreras lo trasladaron ya completamente desmadejado hasta las del doctor Hidalgo. Allí le llevarían luego sus subalternos las dos orejas que se ganó, los trofeos que le abrían una puerta grande que cambió por la del hule. Qué duro es el toreo. Pero Borja sabía que para seguir en el camino necesitaba apostar hasta el fin. Porque ni triunfando se le están abriendo los pórticos de las ferias. Así de podrido está el sistema: ¿de qué vale vencer en Madrid?
Borja, que conoce el ostracismo, no se va a aburrir ahora por tejemanejes empresariales. Querer y querer fue su máxima para firmar la obra más completa del estreno de las corridas a pie. Explosivo el prólogo de rodillas, que incendió los tendidos y hasta calló a los magos del balón para tornarlos en oles. No fue sólo el inicio más vibrante, sino también el más macizo, tan despacioso. Ya en pie, aunque hubo una serie en la que pareció ahogar algo al animal, supo leer los códigos de Pamplona y fue haciendo al toro en una notable labor, con mucha garra y un final espartaquista rodilla en tierra. Aquel desplante a cuerpo limpio acabó de meterse en el bolsillo a sol y sombra. De noche se hizo cuando el pitón penetró en la piel de un valiente que volverá a San Fermín. Hasta chiqueros se había dirigido para recibir al tercero.de un desigual conjunto dentro de su noble comportamiento y con un toro de bandera, el primero. Precisamente, la de la divisa a lidiar debería ser la única que se ondease en una plaza...
Era Siete de Julio y se notaba. No fallaron las proclamas por la amnistía ni tampoco la pitada contra Joseba Asirón, el alcalde antitaurino que se caló su chistera para presidir el festejo y que tuvo que aguantar el cántico a pleno pulmón del 'que viva España'. Silbaban los cachorros de Bildu y más crecían las notas españolas. Calmada la división entre unos tendidos y otros, la afición se aferró a la esperanza de que La Palmosilla reeditase el corridón de 2022, en el que embistieron seis de seis. No sería como aquel, aunque, con sus cosas, sirvió y cada torero tuvo en su lote uno con opciones. Puso el listón muy alto Gallardío, un toro con seria armonía en sus hechuras –no todos la tuvieron– y el de más clase, con un fondo de casta buena que permitió a Diego Urdiales firmar la faena más torera, sorda entre el bullicio. Se atascó con el acero y el toro, que era de triunfo, se arrastró intacto. Cosas de la vida, sí afiló la espada en el más deslucido cuarto.
San Fermín
- Monumental de Pamplona. Domingo, 7 de julio de 2024. Tercera de feria. 'No hay billetes'. Toros de La Palmosilla, desiguales de presencia, serios unos y más justos otros, con la tónica de la nobleza; destacaron el 1º, con mucha clase y fondo de casta, y el 6º.
- Diego Urdiales, de turquesa y oro: pinchazo, estocada contraria y siete descabellos (silencio tras dos avisos); estocada (silencio).
- Fernando Adrián, de blanco y plata: pinchazo y estocada tendida (silencio); estocada desprendida (oreja).
- Borja Jiménez, de nazareno y oro: media tendida (silencio); pinchazo y estocada (dos orejas).
Se presentaba Fernando Adrián, el matador que cuenta su paseíllos por puertas grandes. No hubo salida a hombros, pero se trabajó la oreja del serio y obediente quinto con su dispuesta tizona, tan crucial en este escenario.
El ruido de las peñas seguía mientras en la enfermería operaban a Borja Jiménez de una grave cornada en el muslo derecho con lesión penetrante en el triángulo de Scarpa, que disecaba la arteria femoral. Qué caro el precio de la gloria.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete