El Juli: «Ahora entiendo a mis padres y no quiero que mis hijos sean toreros»
La gran figura del toreo del último cuarto de siglo se despide este sábado de Madrid y el domingo pondrá el broche en Sevilla. No quiere hablar de retirada, sino de «final de una etapa»
La cuadrilla de El Juli, en la hora de la despedida: «¿Qué será de nosotros, maestro?
El Juli dice adiós a Las Ventas en la Feria de Otoño
![El Juli, durante la entrevista con ABC](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/09/25/juli7-RzGDhoqRpGxJcYm4ii0RdqN-1200x840@abc.jpg)
Llegó la hora de la despedida. Julián López volverá a ser El Juli sin comillas. Cuando los focos de la Maestranza se apaguen este domingo, su nombre ya no vestirá de luces los carteles a los que ha dado categoría durante un cuarto ... de siglo. El mismo septiembre del mismo 1998 en el que el gigante Google arrancaba su motor en California, el niño prodigio del barrio de San Blas se hacía hombre en Nimes. Veinticinco años atrás quedan el hallazgo plateado sobre el autor de 'El Principito' de un pescador en la costa marsellesa, el terremoto que sacudió Pensilvania, el Pacto de Estella o la tregua declarada por ETA el noveno mes de aquella temporada...
—Cuando usted tomó la alternativa gobernaba Aznar; ahora la lidia se encuentra en manos de un prófugo.
—Me preocupa tremendamente la situación de España. La política está predestinada a dirigir nuestra vida, nuestra sociedad, el futuro de un país y de nuestros hijos... Las mayores perjudicadas son la propia España y sus gentes.
—¿Se imagina en un cargo político?
—No. Además, me da mucha rabia el posicionamiento taurino que ha surgido en los últimos años, esa sensación de que por ser taurino eres de derechas y que los de izquierda son antitaurinos. Yo no creo en ese concepto para nada. Ningún partido se debe apoderar de la tauromaquia, que es de todos. Lo que sí tienen que hacer es representar y defender al sector, con mucha importancia económica, artística y rural.
—¿Qué queda de aquel niño que jugaba con su hermano Ignacio al fútbol mientras soñaban con ser Futre?
—Al final queda la esencia. Es verdad que en mi vida he evolucionado a todos los niveles, como torero y como persona, pues soy padre de familia, tengo hijos... Ahora soy mucho más disfrutón, más simpático, más divertido en mi ambiente. Hubo una época en la que estaba absolutamente esclavizado por mi profesión. He abierto mucho la mente a nivel de amistades, de vivir diferentes experiencias.
—¿Qué persona le ha marcado en el viaje del toreo?
—Muchas. Le estoy muy agradecido al toro también en eso. Recuerdo especialmente a dos personas que nos faltan, Gregorio Sánchez, al que le debo todo, y a don Pablo Mayoral. Fueron vitales en mis inicios.
—¿Algún enemigo al que olvidar?
—Por mi situación he tenido gente que chocaba con mis intereses, pues hay un ámbito de negocio, pero no tengo ningún sentimiento adverso hacia nadie.
—La voz empresarial dice que ningún torero se hará tan rico como usted.
—Cuando yo empezaba había muchas más corridas, se daba más oportunidad a que salieran más toreros, había otra economía... Después hemos vivido un ataque social y político muy complicado. A la tauromaquia le cuesta adaptarse y es necesario mejorar y potenciar ciertas estructuras, pero hay un movimiento de gente joven muy importante que va a las plazas, y eso es de agradecer a los toreros nuevos. Lo que sí creo es que el nivel del toro es absolutamente mejor que cuando yo empezaba...
—... Y todo lo que empieza acaba: se va El Juli y queda Julián. ¿Sensaciones?
—Estoy plenamente feliz, tremendamente orgulloso y, sobre todo, agradecido. A la vida, al toro y a la tauromaquia. He estado 25 años de matador cumpliendo mis sueños, y eso es muy grande.
—¿Qué echará más de menos cuando cuelgue el chispeante?
—Esa sensación única que es torear, cuajar un toro en la plaza, la comunión que existeentre público, torero y toro. Esa magia es insustituible. Ninguna de las cosas que tengo en la vida, que son muy buenas, pueden sustituir eso. Pero tengo que aprender a vivir sin ello.
«Yo he pasado por psicólogos y he vivido momentos muy duros. La tauromaquia tiene un fondo de una hombría malinterpretada»
—¿Dónde quedarán los miedos?
—Es difícil tener un prisma de lo que no has vivido, pero quizá lo que más eche de menos sea la preparación, que es un viaje que me encanta. Ese empezar la temporada, la concentración, la cuadrilla, los tentaderos, las ilusiones...
—¿Seguirá en contacto?
—Sí, lógicamente. Me apasiona el mundo de la ganadería, del toro, del campo, de los toreros...
—¿Cómo se imagina su día a día sin clarines a las cinco de la tarde?
—La prioridad será mi familia, porque ellos han vivido el sacrificio de mi profesión, no poder ir a muchos sitios porque yo tenía que torear, dejar de hacer muchas cosas. Y ese día a día estará muy relacionado con el campo y la ganadería. Soy una persona joven y trabajadora. Tengo ilusiones y proyectos, pero primero necesito un tiempo de reflexión.
![El Juli, con su padre, en el taurinísimo bar César](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/09/27/juli-padre-U71060821801YxK-624x350@abc.jpg)
—Es uno de los privilegiados que se va porque quiere y no porque lo echen.
—Siempre lo tuve claro: no me gusta la decadencia. Me gusta ser torero en un nivel de exigencia, de posición, de entrega. Sé que podría alargar mi trayectoria porque estoy en una posición absolutamente envidiable, pero siempre quise rematar en todo lo alto.
—¿Qué ha aportado El Juli al toreo?
—Me cuesta hablar de mí mismo, sobre todo bien... Pero bueno, sé que soy una persona influyente en la tauromaquia que se vive hoy. Por circunstancias he asumido el peso de la responsabilidad. Lo que más me ha llenado quizá es lo que haya podido aportar al toro bravo, a su evolución. Soy un torero que ha necesitado un toro con mucha exigencia, con humillación, con fondo, un toro con mucha entrega. Si mi tauromaquia ha podido ayudar a esa evolución, pues me hace sentir orgulloso.
—¿A quién fue la primera persona a la que anunció la despedida?
—A mi familia directa, mis padres; a Luisma, mi apoderado; a Álvaro, mi banderillero. A mi gente de confianza. No se dice de la noche a la mañana, se va planteando poco a poco. De hecho, hace dos años estuvimos a punto, pero valoramos llegar a los 25 años y rematar en ese número redondo esta etapa.
—En el comunicado dejaba una puerta abierta, huyendo de la palabra retirada.
—No me gusta hablar de retirada. Hemos visto muchos casos y luego vuelven a torear. No me gustaría sentirme hipotecado a esa palabra. Esto es el final de una etapa, una etapa en la que he sido totalmente esclavo de mi nombre, de mi situación, he vivido por y para ello, con toda la entrega, con toda la disciplina posible. Necesitaba terminar. Si pasa algo en un futuro, será en otra etapa.
«Nada podrá sustituir la sensación única que es torear, cuajar un toro en la plaza, la comunión que existe entre público, torero y toro. Esa magia es insustituible»
—¿Alguna espinita que se le quede?
—La verdad es que taurinamente no... Esa sensación de insatisfacción no la tengo. Siempre mi preocupación más grande había sido Madrid porque era la plaza que más me había exigido. Aunque por la espada no han sido los números que me gustarían, me quedo con la sensación de verla entregada, de sentir esa plenitud absoluta. En estos últimos años quizá los momentos más felices como torero han sido en Madrid. La faena al de La Quinta ha sido uno de los momentos más emotivos de mi vida y que más me resume como torero.
—¿Y si pudiese elegir en este final entre la Puerta Grande y la del Príncipe?
—Es elegir entre papá y mamá, verdaderamente imposible. Los números en Sevilla han sido fortísimos, pero las sensaciones en Madrid han sido increíbles.
—Un torero de Despeñaperros para arriba se ha hecho amo y señor de la Maestranza.
—Es verdad que se han roto tópicos, ese concepto de que Sevilla es para los artistas. Y, como cualquier afición, sabe ver la sinceridad, la entrega. He tenido la suerte de que en la última década he conseguido salir relajado y he sentido mucha conexión, una reciprocidad con la gente tremenda, y eso te hace evolucionar como torero. Al final, la preocupación del éxito limita mucho a los artistas porque no se pueden expresar con total naturalidad.
—¿Torea mejor el día que siente más miedo o la tarde de calma?
—Es un compendio de muchas cosas y muy variable. Desgraciada o afortunadamente no todas las tardes llegamos de la misma manera. Hay veces que llego a la plaza realmente muerto de inseguridad, de miedo, de incertidumbre, y hay otras que llego absolutamente seguro de que algo muy raro tiene que pasar para que no me salgan las cosas. Esa sensación viene a raíz de tu preparación, de tus ilusiones, de tu motivación, de la receptividad con el público... Cuando veo a la gente con ganas y esperándome, me hace sacar el doble de mí.
—El balcón de sus números da vértigo. ¿Es consciente?
—No soy muy de estadísticas, no son la base de mi plenitud, aunque sea bonito escucharlo. Me gusta que mi tauromaquia se refleje en sensaciones, en ese Cantapájaros, en la faena al toro de La Quinta...
—¿Su mayor rival?
—Cuando salí estaba Ponce como máxima figura, pero siempre lo tenía por encima del bien y del mal, un poco lejos en la competición directa por tanta admiración y respeto. El torero con el que siempre he sentido más rivalidad, esa motivación, esa ilusión de torear con él, ha sido José Tomás.
«La faena al de La Quinta ha sido uno de los momentos más emotivos de mi vida y que más me resume como torero»
—¿Y Roca Rey?
—Hay mucha diferencia de años y posiciones, pero obviamente la figura de hoy es Roca y me ha motivado mucho.
—¿Se queda en buenas manos el escalafón?
—El escalafón tiene que evolucionar también con los tiempos. Por eso es bueno que terminen estas etapas para seguir abriendo la puerta a otros toreros.
—¿Qué consejo le daría a Roca para permanecer en la cima?
—Cuando un torero dura 25 años es porque el público quiere que siga. A veces los toreros nos cerramos, pero hay que asumir la responsabilidad de la situación que tienes, marcar territorio, tener esa fortaleza y personalidad para saber que la tauromaquia necesita líderes.
—Una vez retirado, su voz podría ser la de ese líder que reclama la Fiesta.
—Creo que debe haber un estamento, un vehículo capaz de aglutinar a todo el sector. Ahora necesito sentarme con el público, ver a los toreros desde el tendido. Lo voy a ver desde un territorio distinto, y eso creo que va a agrandar mis conocimientos sobre las necesidades y el futuro de la tauromaquia.
—En este siglo de bitcoin e inteligencia artificial, ¿se ha adaptado la tauromaquia a los nuevos tiempos?
—El toro tiene que seguir como es; yo creo ciegamente en la esencia del toreo en el ruedo, pero sí hay que adaptar el negocio a los nuevos tiempos, pues se va quedando un poquito atrás. En ese aspecto, la tauromaquia debe avanzar a grandes pasos y hacer grandes esfuerzos, tanto a nivel económico como de comunicación. La gente joven tiene que ir a los toros y tiene que poder ir.
—Se va en un momento en el que hasta la televisión está en el aire.
—Eso me preocupa mucho. Debería haber más televisiones interesadas, diversificarse más.
—¿Qué falló en aquel G-10 que lideró?
—Tengo un recuerdo muy agridulce del G-10, pero considero que abordamos un tema complicado, el de la televisión. Por una falta de compromiso y por diferentes situaciones de distintos compañeros, se perdió una oportunidad única de crear un estamento que potenciara la tauromaquia a niveles nunca vistos.
—Lo que sí se consiguió fue el paso de lnterior a Cultura.
—Fue un paso muy importante. ¿Qué sería de la tauromaquia ahora mismo si no estuviera protegida por el Ministerio de Cultura? Eso ha servido de ancla en muchos momentos difíciles.
![El Juli posa junto a un retrato de juventud en Las Ventas](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/09/27/juli9-U37371110758Fsj-624x650@abc.jpg)
—Cuentan que rara vez se alcanza la faena soñada, ¿alguna vez ha abandonado la plaza plenamente satisfecho?
— Sí, muchas veces. Después de tantas corridas me he sentido de todo: satisfecho, decepcionado, desilusionado, feliz, pleno... Hay faenas y hay días en los que te sientes sinceramente el más grande. He sentido que no había nadie en el mundo capaz de sentir lo que yo estaba sintiendo. Y me pasa algo muy curioso: no soy capaz de compartir ese tipo de tardes, de sentarme a cenar y hablar de ello. Lo que pasa es tan grande que no lo puedes llevar al ámbito social, de la comunicación. Mi mente está en otra escala, en otro nivel espiritual.
—¿Cómo ha llegado a vencer la timidez de los inicios?
—Por esa responsabilidad de que no solo te estás representando a ti, sino que estás representando a la tauromaquia. En ese aspecto, no he hecho nada académico, pero sí me he preocupado de resolver mis limitaciones, que las he tenido como cualquiera.
—En los finales siempre se cantan las glorias, pero también hubo caras amargas y cornadas.
—No son sólo las cornadas ni los accidentes de coche, también los fracasos. Eso es lo que de verdad duele, la incomprensión, la insatisfacción de sentir en ciertos momentos que tu mensaje no llega. Para alcanzar el gran éxito las carreras no siempre son bonitas. De hecho, yo no quiero que mis hijos sean toreros. Y la razón por la que no quiero es porque egoístamente no quiero pasar por todo lo que sé que tienen que pasar para ser el número 1, por todo lo que implica. No te digo para que triunfen, digo para pasar todo lo que se pasa siendo el número 1... Aun sabiendo que ser un número 1 en esta profesión es lo más grande del mundo. Pero hay muchas cosas negativas, muchas cosas muy duras.
«Creo ciegamente en la esencia del toreo en el ruedo, pero sí hay que adaptar el negocio a los nuevos tiempos, pues se va quedando un poquito atrás»
—¿Apuntan maneras?
—Son aficionados los tres, les gusta la ganadería y torean en sus cumpleaños, en las comuniones... Pero profesionalmente no le veo a ninguno la sensación de querer ir por ese camino.
—¿Entiende ahora a sus padres?
—Sí, perfectamente, y egoístamente digo que yo no quiero pasar por todo eso.
—¿Ha necesitado ayuda alguna vez?
—Sí, yo he pasado por psicólogos y he vivido momentos muy duros. La tauromaquia tiene un fondo de una hombría malinterpretada, como que por ser valiente y jugarse la vida tienes que ser un hombre chapado un poquito a la antigua en ciertas cosas. Hay una evolución también importante de la sociedad en la que hay que saber y ser capaz de transmitir tus vulnerabilidades y tus debilidades, que no te hacen más pequeño, sino al revés, te hacen mucho más grande. No pasa nada por decir que hemos necesitado ayuda psicológica y muchísimas cosas más. Creo que a veces transmitimos demasiada dureza y crudeza como toreros en vez de transmitir sensibilidades y vulnerabilidades.
—Decía su maestro Gregorio Sánchez que los toreros no son como los ministros que cuando dejan el cargo se ponen el ex.
—Yo soy torero. Al final no es un trabajo, es una forma de vida, una condición que la vida me dio desde niño. Siempre seré torero.
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