FERIA DE GIJÓN
El Juli escribe otra página en la Historia: se convierte en el primer torero en indultar un toro en el Bibio
Apoteósica encerrona, en la que cortó ocho orejas y un rabo y perdonó la vida a Caritativo, un hecho que no había sucedido en los 135 años de vida de la plaza
La 'princesa taurina del Norte'

Se va El Juli del toreo escribiendo otra página en la Historia. Primeras páginas: insólito su hecho de indultar un toro en el Bibio. Nadie, en los 135 años de vida del coso, había logrado tal hito. Y lo hizo en su adiós ... al que mi vecino llamaba ‘el teatro del toreo’, que es todo menos teatro, aunque haya un día en que se apaguen los focos y se enciendan las velas de la retirada. En procesión. Así como se lo llevaron por la puerta grande del coso, por esos jardines que cruzó en volandas y que a partir de hoy pisará de paisano. Histórica había sido su encerrona. Y no sólo por el indulto, ni por las ocho orejas y rabo, sino por el sello con el que estaba herrada su conquista: era su paseíllo número 17 como único espada, su último solitario antes de que el telón imaginario del portón de cuadrillas se baje definitivamente para quien ha sido amo y señor de la Fiesta. Lástima que el broche gijonés a su cuarto de siglo tirando del carro lo pusiera con un conjunto de tan festivaleras caras en general.
Ocho mil novecientos veintiocho días separaban su primera tarde a solas –en marzo del 99 en Olivenza– de esta agosteña del 23, la temporada del adiós del torero que durante dos horas y media fue capaz de evadir a los aficionados hasta de sí mismos. Bendita locura esa en la que sólo hay pañuelos blancos (y naranjas) de alegría. El Juli sumaba a su memorable hoja de servicios otra apoteosis más, aunque la taquilla no fuese la deseada.
Con optimismo hizo suyo el lema del artista que proclama que siempre es mejor tender puentes que construir una pared. Y así, siguiendo la letra de Elton John, trazó una línea para no chocarse contra la realidad de la entrada: la mitad de los tendidos poblados no era la mejor imagen para quien ha sido un dios, para una máxima figura. Eso sí, los miles que asistieron gozaron de lo lindo, tanto los que veían el vaso medio lleno como los que lo veían medio vacío. Entre sus fieles andaban aquellos que un día no sólo soñaron con ser toreros, sino que fantasearon con ser El Juli y mandar 32 toros, ¡32!, a padrear. Pero Juli sólo hay uno. Qué sapiencia, qué variedad capotera desde las caleserinas a las lopecinas, qué mente privilegiada para extraer al completo el fondo de una corrida de buen juego.
De nazareno y plata apareció el maestro en la arena. Fino y con la cara afilada, se santiguó frente al círculo mágico en el que se leía «gracias por tanto». Aplaudieron el gesto de Julián desde el acomodador a la alcaldesa, que había recibido un baño de cariño cuando subió desde el callejón al palco acompañada por la marquesa de la Vega de Anzo, la pregonera que entonó versos de pasión y amor absoluto al bravo.
Para Carmen Moriyón fue el brindis del primero por devolver la libertad a la afición asturiana. Una faena de dos orejas le dedicó por un capítulo que puso el listón alto. De categoría el ejemplar de Daniel Ruiz, humillador y con clase. Por ambos pitones embestía. Y por ambos quiso alargar la embestida de Mocito el madrileño, con el compás abierto y roto unas veces, más vertical otras. La avioneta de Morante hacía Mocito, al que reventó de un espadazo. Lo aplaudía el matador en el arrastre. Como toda la plaza.
Sonrojante fue la presencia del segundo, con esa carita de cruasán, más apta para un principiante que para un maestro consagrado. Para olvidarlo, se echó de hinojos en una larga cambiada, entrelazada a toreros lances rodilla en tierra, y dio fiesta con pendulares hasta lograr otro doble galardón. Embalada iba la función.
A las siete y diecisiete salía el único cárdeno, Tabernero, pues su hermano de La Quinta se había partido un pitón por la mañana. Estrechito de sienes era este número 24, al que lució en un segundo puyazo. A Carlos Zúñiga, el empresario que ha velado armas y luchado sin descanso para el regreso de las corridas, brindó antes de un dominador prólogo. Con nobleza iba y venía a la templada muleta por el derecho, con cierta tendencia a salir distraído. Más incómodo por el zurdo, sufrió un desarme. Ahí comenzaría el ‘tira y afloja’ con la banda, que arrancó con la ‘Misión’ poncista, pero aquella marcha triste no agradó a Julián, pues no estaba la cosa para tal son. Y ahí, al mandar callar la música, se ganó ya la oreja. Incluso antes de la rotunda tanda del cierre.

Lo mayúsculo aguardaba a la salida del cuarto, un toro de Garcigrande que sacó un importante fondo de casta. Tiró El Juli de todo su arsenal, del prodigio de su técnica, de su inteligencia natural y de hondo poderío hasta lograr el objetivo mientras pedía ahora a la banda que no dejara de tocar. Y Juli que no cesaba de torear al codicioso animal con los tiempos de rigor. Se hizo de rogar el presidente, pero el madrileño insistió y forzó, los tendidos lo solicitaron y se logró por fin el indulto de Caritativo. O Caritativo indulto, aunque su currículum no lo necesitara. Pletórico paseó las dos orejas y el rabo simbólicos acompañado de Justo Hernández, un ganadero extraordinario que ha marcado la carrera julista.
«¡Viva tu santa madre!», gritaron al torero mientras buscaba las vueltas al más deslucido y seriecito quinto, el único con el que no tocó pelo. Tan crecido andaba El Juli que cogió las banderillas antes de trabajarse otra oreja en el sexto con la ambición del que se tiene que ganar el contrato del año próximo. «¡Juli, quédate!», gritaron mientras aupaban a hombros al fenómeno de los ruedos del último cuarto de siglo. Que se va como vino: dictando cátedra y páginas de la Historia.
Feria de Begoña
- Plaza de toros del Bibio. Miércoles, 16 de agosto de 2023. Miércoles, 16 de agosto de 2023. Segunda corrida de la Feria de Begoña. Algo más de media entrada. Toros de Daniel Ruiz (1º, humillador y profundo, y 5º, más deslucido), Garcigrande (2º, manejable; 4º, indultado, y 6º, noble y flojo) y La Quinta (3º, obediente en su ir y venir sin celo), de justa presencia y pobres caras en general.
- El Juli, de de nazareno y plata. En el primero, estocada (dos orejas). En el segundo, estocada trasera (dos orejas). En el tercero, media tendida recibiendo (oreja). Indulta el cuarto (dos orejas y rabo). En el quinto, pinchazo y estocada muy trasera (saludos). En el sexto, pinchazo y estocada trasera (oreja).
«¡Viva tu santa madre!», gritaron al torero mientras buscaba las vueltas al más deslucido y seriecito quinto, el único con el que no tocó pelo. Tan crecido andaba El Juli que cogió las banderillas antes de trabajarse otra oreja en el sexto con la ambición del que se tiene que ganar el contrato del año próximo. «¡Juli, quédate!», gritaron mientras aupaban a hombros al fenómeno de los ruedos del último cuarto de siglo. Que se va como vino: dictando cátedra y páginas de la Historia.
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