Enrique Ponce: «Han sido sensaciones únicas, sobre todo por ver a mis compañeros sacarme a hombros»
ABC habla con el maestro tras triunfar su última tarde
Y Enrique Ponce, el sueño del abuelo, se hizo leyenda: despedida de los ruedos españoles de un torero histórico
Ponce firmando unas fotos en su habitación
Tras llegar al hotel a hombros al grito de ¡Torero, torero!, llegaba Ponce a su habitación, en la que estaban sus hermanos y sus padres. A su padre fue el (pen)último toro de su trayectoria en España, y se fundieron en un ... precioso abrazo. Después llegaron otros familiares, que abrazaban felices a un pletórico Enrique, que, toreando de salón, comentaba la corrida de hoy. Como si no fuera la última, y de ésta dependiera la temporada que viene. Rubén, su mozo de espadas, iba de un lado a otro recogiendo.
«Te ha venido bien la Virgen del Pilar», le dice su tío mirando la imagen que le había regalado esta mañana. Junto a Ella, estaba una enorme capilla que más tarde recogería el mozo de espadas. Diego Ramos y otros amigos entraban y se abrazaban emocionados. También entró David Galán, que pudo sacar a Enrique a hombros hoy. «Ha sido una paliza, pero era importante para mí», nos dice enseñando la foto de su padre, Antonio José Galán, sacando a un pequeñísimo Enrique Ponce a hombros. La historia se repite: un Galán sacó a Ponce por primera vez a hombros, y otro, la última.
También entra Ramonxu García en escena. «Ale, ya he llorado y ya estamos aquí» comenta provocando la risa de los presentes, que también habían llorado. Menos la familia de Ponce, que respiraba aliviada: «Ya pasó, aunque queda América». «Pero tiene que ir para apoyar. Las cosas no están muy bien allí...», comenta su hermana Gemma, que tanto recuerda a Ponce, con los mismos bonitos ojos.
«Ha sido algo increíble», comenta pletórico el torero. «Por mucho que uno pudiera soñar, no podría alcanzar ese cariño tan grande de la gente cuando aparecí en el patio de caballos». Ya la salida del hotel, a las 17:47, fue una locura de aficionados que querían desearle suerte al maestro, pero saliendo por la plaza y la despedida ha sido impresionante. «Algo soñado, y eso que los toros y el viento no lo han puesto fácil. Pero no se puede pedir más. Son sensaciones únicas, la emoción de ver a toda la gente, sacarte a hombros los propios compañeros, es algo que por mucho que sueñe piensa que no lo vas a poder alcanzar».