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SAN FERMÍN

Y Pamplona enmudeció con el huracán Roca Rey

Con una conexión brutal con los tendidos, que pasaban del silencio a corear «¡Perú, Perú, Perú!», corta tres orejas y sale a hombros con Rufo en una seria tarde de Perera, que paseó un trofeo

Va a los Sanfermines y esto es lo que hace con la tarjeta de crédito para que no le roben

Todos los carteles de la Feria del Toro

Roca y Rufo salen a hombros EFE
Rosario Pérez

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Digan lo que digan, no hay figura con el poder de Roca Rey, capaz de lograr lo imposible: silenciar a la plaza más ruidosa del mundo. Se echó el capote a la espalda y la Monumental contuvo el aliento cada vez que los pitones silbaban ... cerca del corazón. Imponente el velamen de Pijotero, el segundo toro de una corrida de Fuente Ymbro seria, musculada y de tremendo armamento por delante. Con movilidad, interesante y variado su juego, obediente en conjunto; sin alcanzar, ni de lejos, las cotas de categoría de la victoriana del día anterior, pero a la que la terna potenció virtudes y tapó defectos. «¿Qué es lo que más le ha gustado de la corrida?», preguntaban al ganadero por el callejón. «Los toreros». Escrito queda. Y dos se marcharon a hombros: el peruano, ídolo indiscutible de Pamplona, y Tomás Rufo, con la capacidad de triunfar tras el terremoto roquista. Ya puestos, lo hubiese merecido también Miguel Ángel Perera, pero sus faenas, de impecable técnica, no calaron tanto y la espada no ayudó en una tarde en la que sólo se coreaba «¡Perú, Perú, Perú!».

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