SAN FERMÍN
Y Pamplona enmudeció con el huracán Roca Rey
Con una conexión brutal con los tendidos, que pasaban del silencio a corear «¡Perú, Perú, Perú!», corta tres orejas y sale a hombros con Rufo en una seria tarde de Perera, que paseó un trofeo
Va a los Sanfermines y esto es lo que hace con la tarjeta de crédito para que no le roben
Todos los carteles de la Feria del Toro
![Roca y Rufo salen a hombros](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/10/hombros-RF1hDfc6RkSWFmEEN9F1b4J-1200x840@diario_abc.jpg)
Digan lo que digan, no hay figura con el poder de Roca Rey, capaz de lograr lo imposible: silenciar a la plaza más ruidosa del mundo. Se echó el capote a la espalda y la Monumental contuvo el aliento cada vez que los pitones silbaban ... cerca del corazón. Imponente el velamen de Pijotero, el segundo toro de una corrida de Fuente Ymbro seria, musculada y de tremendo armamento por delante. Con movilidad, interesante y variado su juego, obediente en conjunto; sin alcanzar, ni de lejos, las cotas de categoría de la victoriana del día anterior, pero a la que la terna potenció virtudes y tapó defectos. «¿Qué es lo que más le ha gustado de la corrida?», preguntaban al ganadero por el callejón. «Los toreros». Escrito queda. Y dos se marcharon a hombros: el peruano, ídolo indiscutible de Pamplona, y Tomás Rufo, con la capacidad de triunfar tras el terremoto roquista. Ya puestos, lo hubiese merecido también Miguel Ángel Perera, pero sus faenas, de impecable técnica, no calaron tanto y la espada no ayudó en una tarde en la que sólo se coreaba «¡Perú, Perú, Perú!».
Qué bárbara conexión con los tendidos la de Andrés, que obró lo impensable: callar a la Monumental del ruido. Cuando el Cóndor batió sus alas de rodillas, Pamplona enmudeció. Increíble pero cierto: por una vez, aquello parecía un templo, silenciando tanto cántico y barullo. Era tiempo de runrún, ese que brota cuando se presiente lo distinto. Sólo el peruano era capaz de arrancar dos orejas a ese segundo fuenteymbro, con una movilidad mentirosilla, pero con una transmisión acrecentada con esos bemoles de caballo del Espartero del que tenía enfrente. De punta a punta se marchó el toro en ese prólogo con el pase cambiado. Y en los medios esperó de nuevo Roca al tren en medio de una expectación brutal. Indescriptible. Hasta que sonó el «¡Perú, Perú, Perú!», como único estribillo. Todo el mundo, sol y sombra, permanecía imantado a lo que sucedía en el ruedo. Fue una pieza que nunca perdió la intensidad. Descalza al completo, bajando cada vez más la mano. Pijotero obedecía, pero sin la clase ni la entrega de su primer hermano, sin romper hacia delante.
Roca –para el que había sonado el clásico 'Rey' mientras ganaba terreno en las verónicas del saludo– intercaló pases por ambos pitones, por delante y por detrás, por arriba y por abajo. Fiero el desdén mirando al tendido que abrochó las luquecinas antes de marcharse a por la espada. Un cañón y dos orejas de abrumadora petición. Tan poderosa era su magia que cosechó otro imposible: ni un solo abucheo –¡con lo difícil que eso es en este escenario!– en esos segundos previos antes de que doblase el animal. Apoteósica fue la vuelta al ruedo, en la que las peñas echaban cubitos de hielo al torero para apaciguar el fuego encendido.
Después de aquel huracán, Tomás Rufo tenía una papeleta por delante. Pero no se amilanó y puso toda la carne en el asador en una apertura de rodillas inmensa, con un redondo que aún dura. Perdió la conexión con las peñas ya en pie, aunque el toledano toreó fenomenalmente por momentos, reunido y templado, a un toro con calidad y nobleza. Ni las manoletinas terminaban de atrapar al personal, pero enterró un efectivo espadazo y se embolsó el doble trofeo. Menos suerte tuvo con el sexto, de aterrador pitón derecho, con esa punta tan negra, pero la puerta grande ya estaba abierta. Por cierto, qué bien colocado su tercero, Fernando Sánchez, siempre al quite.
A hombros salió Rufo con el mandamás, que paseó una oreja, con fuerte petición de otra, del quinto, al que Punta 'majó' un gran par. Roca, que demostró su evolución con el capote, no se iba a conformar con el triunfo en el anterior. Ambicionaba más. Y la ambición es una de las virtudes que diferencian a una máxima figura de otra a secas. A lo Luis Miguel, agarrado a las tablas, empezó el que proclamaban número 1 con una cartulina en la andanada. Jarrero completó el lote de menos clase, con unas miraditas para desconcertar y con un peligro sordo que no se percibía en el graderío por ese dominio absoluto del limeño. Con un volapié de alta escuela, con ese valor para esperar el instante en el que el toro descubre la muerte, lo envió a otra vida mientras asomaba la pañolada roja.
Feria del Toro
- Monumental de Pamplona. Miércoles, 10 de julio de 2024. Sexto festejo. 'No hay billetes'. Toros de Fuente Ymbro, serios y muy armados, con movilidad y de juego variado; con obediencia en general.
- Miguel Ángel Perera, de verde esmeralda y oro: media baja (saludos); estocada perpendicular (oreja tras aviso).
- Roca Rey, de sangre de toro y oro: estocada (dos orejas); estocada (oreja con fuerte petición de otra).
- Tomás Rufo, de azul noche y oro: estocada desprendida (dos orejas); media que escupe, media baja y descabello (silencio tras aviso).
Una oreja se ganó del cuarto Perera, uno de los matadores en mejor momento del escalafón. Con paciencia logró sacar el buen fondo del primero y toda su humillación en una lección de tiempos, terrenos, alturas y distancias. Todo con enormes quietud y temple. Hubiese merecido premio, que sí cayó en el de la merienda, un Cazador de geniudo disparo que rompió a embestir en sus manos. Qué mérito y capacidad. Se rompía las palmas Gallardo –al que había brindado– y aplaudía la afición cabal. Pero el extremeño se marcharía andando, mientras se iban en volandas Rufo y Roca, el ciclón que puso el 'No hay billetes' de más reventón y logró enmudecer el indomable ruido de Pamplona.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete