Las Ventas: qué gran corrida para las calles
Aroma torero de El Cid y dramática cogida de Fonseca en una escalera de amplios toros en una tarde de lleno y poco lujo
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Qué corrida se perdieron las calles empedradas de los pueblos. Qué poco lujo para la fiesta grande de la Hispanidad, con hasta cinco hierros anunciados en el programa de mano de la capital. Echaban ya chispas los tendidos antes del paseíllo. Andaba el ambiente ... enrarecido después del trasiego de copas y el desmadre de la tarde anterior, después del baile de corrales tras rechazarse la corrida de Cuvillo elegida para Morante, que se hubiese horrorizado al ver algunos de los animales que saltaron ayer a la primera plaza del mundo. Cuentan los sabios del campo bravo que no hay toros en la dehesa y que vienen curvas para 2024. Sin los titulares para el 12 de octubre, salieron al rescate Justo Hernández y Victoriano del Río, que ha sacado una factoría de toros XL. Amplios, feos unos y muy feos otros –con alguno de más belleza–, el caso es que la escalera se movió con sus nobles opciones, especialmente un tal Bolero, al que le colgaban las orejas del triunfo.
«¡Toro, toro!», coreaba la afición, que se quejaba de que no era lo mismo el toro de tamaño hermoso que el trapío. De bronca en bronca saltaban los capítulos. La cadencia de las notas del Himno Nacional se mezcló pronto con los truenos de «¡Plaza 1, dimisión!» desde los tendidos de Lorenzo, donde desplegaron el cartel de ‘menos discoteca y más afición’. Hasta que una rotunda ovación alumbró el regreso de El Cid y nos recordó que habíamos venido con los zapatos del día de Reyes, con los zapatos de la ilusión por ver torear.
Allí estaba la veteranía de El Cid, que puso de acuerdo a los del clima caliente y a los del clima frío por doblones. Un toreo de categoría a dos manos mostraba los caminos a Piedrito, tan atacado de kilos como justo de poder: el ganadero de Garcigrande no había escatimado en pienso. Después de un soberbio tercio de Curro Robles, se sostuvo y respondió en las telas de Manuel Jesús mientras metía la cara, pero sin el celo suficiente para continuar. Ahí quedaron una tanda diestra de buen tono y otra de ligazón por la izquierda, que no la habría de más asolerado asiento y son en la Hispanidad. Ni en la plaza ni mucho menos en la calle...
No cuajaría el de Salteras ninguna faena rotunda con un lote medio que se dejó, pero el aroma de torería se impregnó en esa arena que ya no se peinará hasta la próxima temporada. Despaciosas brotaron las verónicas al cuarto, grande pero con cierta armonía. Brindó a Joaquín y la plaza aplaudió como no lo aplaude Sevilla. De gala. Desde su burladero, el ‘novato’ observaba la manera de conceder distancias del torero: el toro, en el 9; Manuel Jesús, con la aguja corta apuntando al 3 y la larga al 8. Para girar el reloj de su muñeca con compás, relajado, reduciendo poco a poco los espacios. Le recriminó un sector la colocación, pero El Cid ha regresado con eso que los taurinos llaman sitio. Sereno y con la mente preclara para saber cuándo adelantar y planchar la muleta o cuándo dejarla más retrasadita, para saber cuándo apretar al toro o cuándo aliviarlo. Enterró también la espada, que ya lo hubiese firmado en aquella época dorada de Puertas Grandes marchitas por la tizona.
Era la enésima comparecencia de Talavante en la catedral: apuntó, pero sin terminar de arrebatar con el lote más deslucido. No estimó el palco la pañolada en el veleto quinto tras una faena de variedad y chispazos a un toro que quería embestir pero lo hacía con las manos por delante e informal velocidad. Breve tuvo que ser el trasteo al mulo segundo, tan descastado que sonaron ‘oooles’ de guasa a destiempo.
«¡Torero, torero!», tronó cuando Isaac Fonseca enseñó su raza en el sexto después de una dramática cogida, con el pitón atravesando la chaquetilla. Un cuadro de espanto que luego sería el del milagro de volver a nacer. Sin mirarse, con la cara ensangrentada, regresó con un arrojo que conectó con los tendidos. Cada vez más rajado Verbenero; cada vez más bravo el espada, que se tiró a matar con rectitud. En saludos quedó la recompensa, pero se ganó el respeto de Madrid. Como se lo ganó con los palos un soberbio Juan Carlos Rey frente tercero, el más chico, el más codicioso y el más embestidor, Bolero de nombre. Tuvo el de Morelia la generosidad de lucirlo en los medios en las distancias largas –y la listeza de cambiarlo de terrenos cuando quiso pirarse a chiqueros–, aunque luego el público no sería tan generoso con el torero, más dispuesto que cuajado. Y es que César sólo hay uno.
La Hispanidad
- Monumental de las Ventas. Jueves, 12 de octubre de 2023. Corrida de la Hispanidad. Lleno. Toros de Garcigrande (1º y 2º), Cortés (3º) y Victoriano del Río (4º, 5º y 6º), desiguales de todo; destacó el 3º.
- El Cid, de azul y oro. Estocada trasera (ovación). En el cuarto, estocada trasera tendida y descabello. Aviso (silencio).
- Alejandro Talavante, de tabaco y oro. Estocada caída (silencio). En el quinto, estocada. Aviso (petición y saludos).
- Isaac Fonseca, de crema y oro. Estocada trasera desprendida. Aviso (saludos). En el sexto, estocada perpendicular y descabello (petición y saludos).
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