Cayetano: «Un ministro no puede borrar la historia, la cultura y el toreo en nombre del progreso»
El torero de centenaria dinastía adelanta en exclusiva en ABC que su retirada «está muy cerca». Ahora reaparece en las Fallas con «el motor de la ilusión» y habla claro de la situación de la Fiesta -«falta un plan y remar juntos»- y del país: «no es una España de la que me sienta ahora mismo muy orgulloso»
Y Cayetano se jugó la vida para salvar la de Roca Rey
![Cayetano, en la sastrería Fermín, junto a los vestidos de luces que estrenará esta temporada](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/25/cayetano1-RsH8Kp8oKqqa6PjJ6eyByIK-1200x840@abc.jpg)
Dame raza y no falsa esperanza, dice un refrán con guiños gitanos. Mucha casta bombea en la sangre Rivera Ordóñez de Cayetano, el hombre que destapó las otras esencias de la vergüenza torera el último verano. A cuerpo limpio se tiró sobre los pitones de ... la muerte para librar de ella a Roca Rey. Tanto que acabó con una costilla rota y el cuerpo desmadejado, lo que se unió a una fractura de muñeca que le obligó a cortar la temporada. Ahora vuelve con la ilusión intacta en este bisiesto 2024, en el que se emprenden los finales de su carrera, pues en la entrevista adelanta en exclusiva para ABC que su retirada está «muy cerca». Pero antes vuelven los clarines a la hora del poeta. Y lo hacen con la traca de una feria de primera, las Fallas. Estrenos en todo lo alto, desde la feria a los cuatro vestidos que le confecciona la sastrería Fermín, con la joya de un lila y plata inspirado en un terno de su bisabuelo. Una centenaria dinastía que desea finalice el día de su retirada: «No quiero que ni mi hijo ni mis sobrinos sean toreros».
—¿De qué color es el toreo?
—El toreo es un arcoíris. Abarca todos los colores y todos los gustos, porque cada torero tiene su forma de sentir y expresarse.
—¿Cómo afronta la reaparición en España después del parón de la pasada temporada?
—La ilusión me ayuda a sobrellevar la dificultad que supone siempre un arranque. La ilusión es mi motor.
—¿Cómo se vive al otro lado del telón de acero?
—Con nervios, con preocupación y la incertidumbre de qué pasará. Y ya no sólo por el riesgo, sino también por el triunfo que uno sueña, que también te quita el sueño.
—¿Dolían más los huesos rotos o no escuchar los clarines de las cinco de la tarde?
—Los percances duelen. Al contrario de lo que se dice, no estamos hechos de otra pasta; lo que pasa es que apretamos los dientes y tiramos para delante. Pero cuando llevas tiempo sin coger los trastos, sientes la necesidad de vivir esos nervios. Siempre digo que con lo mal que se pasa y lo que podemos llegar a echar de menos los miedos. Es una mezcla rara, pero tenemos cierto enganche a esa sensación de adrenalina, de nervios, de miedo y la satisfacción de poder superarlo. Eso es lo que nos hace seguir en esta profesión tan difícil y tan dura.
—Está fino como un junco y le decía al sastre que no había dieta más efectiva que los miedos.
—Es que con los nervios se pierde apetito. Los miedos se viven, se sufren y también se disfrutan.
—En la memoria queda su tarde en Santander, donde se tiró a cuerpo limpio para salvar el pellejo de Roca Rey. ¿Qué le impulsó a jugarse la vida así?
—Saltar no es algo que te planteas, es instinto, ves la situación de riesgo y reaccionas. Yo suelo ir sin capote para correr más; en el trayecto hasta que llego voy pensando en las diferentes opciones que tengo para llevarme al toro. Al salir sin capote mis opciones son más limitadas y arriesgo más, pero es mi decisión. Entonces identificas la que puede ser más efectiva para evitar el daño a tu compañero. Si conlleva un riesgo añadido y eres capaz, la ejecutas pese al riesgo que conlleva. Si no, haces lo que puedes... Fue una tarde emocionalmente difícil, con momentos de mucho riesgo, de mucha intensidad, y eso también agota. Gracias a Dios todo quedó en contusiones y una costilla rota y hoy podemos contarlo, pero supongo que la gente sintió esa tragedia que se presentía, algo que marcó.
![Cayetano, durante un momento de la charla con ABC](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/25/cayetano2-U47714138382Rti-760x627@abc.jpg)
—Abre fuego en la Feria de Fallas, un trago fuerte.
—Cuesta más porque no tienes el tacto y el ritmo de la temporada, pero esa ilusión de ponerte el vestido y enfrentarte al toro hace que te sobrepongas a esa dificultad de Valencia, con el tiempo muchas veces a la contra. Con ilusión se va a todas partes.
—En el calendario aparece ya marcado su regreso a Las Ventas dos tardes.
—Tenía ganas ya de volver a Madrid, donde hacía años que no venía por no llegar a un acuerdo con la empresa. Supone un trago, pero es la plaza donde todos queremos estar, un privilegio, un honor y una responsabilidad. Son fechas que no se olvidan ni un solo día. Desde el momento en que sabes que estás anunciado, trabajas ya mentalmente en ello, con la esperanza de que embista un toro y que ese día los nervios me dejen estar tranquilo para desarrollar una faena que pueda sentir y conectar con el público.
—¿Aparece en sus sueños la primavera de Sevilla?
—Por supuesto. Sevilla es otra de las grandes plazas donde todos los toreros queremos estar. Además, todavía no he tenido la oportunidad de vivir un triunfo importante. Y esas cosas las llevamos dentro.
—Han pasado ya casi 20 años desde su debut en Ronda. ¿Qué queda de aquel Cayetano? ¿En qué ha cambiado?
—Ahora queda la ilusión. Estoy llegando al final de mi carrera y vivo las cosas de otra manera, quiero disfrutarlo todo, sentirlo todo. ¿En qué he cambiado? Espero que mucho, porque todas las personas estamos en constante cambio, en la forma de ser, de expresarse, en proyectos. Evidentemente, también vas adquiriendo oficio, aunque yo nunca me he considerado un torero muy técnico: he preferido sacrificar en muchas ocasiones la técnica por el sentimiento. Cuando toreas muy seguido ganas en seguridad y en oficio, pero pierdo frescura, pierdo inspiración y entonces se vuelve todo más mecánico. Para mí es importante buscar el equilibrio entre cuándo parar y cuándo seguir toreando.
—Parece gitanear, tan flamenco verbo, en eso de anteponer el sentimiento a la técnica, necesaria pero fría.
—Los toreros han ganado mucho con las escuelas taurinas, porque facilitan las cosas si se compara con otra época en la que los toreros tenían que buscarse la vida para torear en el campo, para encontrar a alguien que les enseñara. Pero por otro lado a veces parece que los toreros salen cortados por el mismo patrón. Se echa en falta esa personalidad y sentimiento único que identifica a cada uno. Cada maestrillo, su librillo, que diría Espartaco. Mi abuelo Ordóñez por ejemplo, no enseñaba a mi hermano Francisco a torear. Le obligaba a prepararse, pero debía encontrar primero su propio sentimiento, algo que fuese natural en él.
![Antonio, de la sastreria, da los últimos retoques a la chaquetilla de un gris perla y negro](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/25/sastre-U66115581002WbX-760x627@abc.jpg)
—En este punto de su vida, ¿se siente más Rivera u Ordóñez?
—Intento ser fiel a Cayetano, ser fiel a mí mismo. Evidentemente, están ahí mis genes y mi dinastía, de la que me siento muy orgulloso. Los recuerdo todos los días e intento hacer honor a lo que ellos fueron. Pero siempre quise ser yo y por eso me anuncié Cayetano. Son un arma de doble filo: por un lado, el aficionado que ha visto a mi padre o a mi abuelo quiere verlos a ellos y cada uno es diferente; por otro lado, es una motivación. No puedo negar que voy a la plaza con un orgullo tremendo de saber de la dinastía de la que vengo y de lo que consiguieron cada uno de ellos, que eran genios dentro de sus estilos diferentes. Y sí, claro que me acuerdo. Cuando echo las rodillas en tierra, me acuerdo de mi padre y con el empaque de mi abuelo.
—¿Qué pensarían aquellos maestros de los taurinos actuales? Porque ya ni se respetan los triunfos en el ruedo. El toro será justo, pero los despachos no lo parecen.
—Se ha perdido un poco ese empresario taurino apasionado del toro; son más hombres de negocios, con muchos intereses. Desde mi punto de vista no debería haber un empresario de plaza de primera que fuera apoderado. Eso no va a favor de los intereses del aficionado. Hay muchas injusticias con muchos toreros que hacen un gran esfuerzo y se ganan su sitio para volver a una plaza. Hoy no se respeta mucho lo que ocurre en el ruedo.
«Vetar es una palabra muy fea. Hay compañeros con los que tienes menos ganas de torear por diferentes motivos y aquí es la ley del más fuerte»
—Ahora que se habla de vetos, ¿alguna vez ha vetado o lo han vetado?
—Vetar es una palabra muy fea. Hay compañeros con los que tienes menos ganas de torear por diferentes motivos y aquí es la ley del más fuerte, que vale en todos los sentidos. Que puedan negarte un sitio en una plaza también depende de ti, de poder conseguir ese sitio, de buscarlo y aprovecharlo. A veces es más fácil, otras te cuesta más, pero la culpa no pienso que la tengan los toreros.
—¿Quién manda en la Fiesta: el ganadero, el torero, el empresario o el aficionado?
—El torero más poderoso, que se lo ha ganado en el ruedo y en la taquilla, es Roca Rey. Pero sobre todo manda el empresario.
![El torero hace estiramientos para probar el ajuste de la taleguilla](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/25/sastre2-U21200446566OiP-760x427@abc.jpg)
—Cuando usted irrumpió en los ruedos, gobernaba Zapatero; ahora, con Sánchez, dice que España vive su mejor momento. ¿Qué opina?
—Desde luego, no como Zapatero. Yo tengo otra visión mucho más diferente. Quizá en su posición le va ahora mejor que cuando gobernaba Rajoy. Pero no, no es la España que me gusta. No quiero decir con esto que no haya cosas que hayan mejorado y en las que haya intención de mejorar. Pero no es una España de la que me sienta ahora mismo muy orgulloso en muchas cosas.
—¿A qué se refiere?
—A la política, a la corriente social. Hay cosas que no entiendo ni comparto; parece que hay un movimiento que pretende borrar toda nuestra Historia en nombre del progreso. La Historia está para aprender, la Historia está para recordarla, tanto lo bueno como lo malo, para no cometer los mismos errores y aprender de lo que ha funcionado. También la gente parece tener la piel muy sensible y es poco tolerante. Y la tolerancia es un pilar básico y necesario para una convivencia en armonía. Si no coincides con la misma forma de pensar de otras personas, estás casi condenado a sus ojos. Yo eso no lo comparto: me gusta pensar que aquí hay sitio para todos, escuchar a todo el mundo y respetar las distintas formas de pensar y vivir, más allá de que sean o no las mías.
—Tenemos un ministro de Cultura y Tauromaquia que, además de su afán descolonizador, se ha declarado abiertamente antitaurino y ha llamado sádicos a los toreros.
—Creo que las personas que se deben a los ciudadanos deberían ser un poquito más comedidas. Su opinión no me interesa nada. Lo que me interesa saber es cómo va ser como ministro de Cultura que gobierna para todos los españoles y todas sus industrias culturales. No todos opinamos como él, no sólo en los toros, tampoco en lo de los museos, en esa forma de dar lecciones de qué es lo correcto. Se olvidan de que se deben a la sociedad, al pueblo, y no sólo a los que piensan como ellos. Un ministro no puede borrar la Historia, la cultura y el toreo por sus gustos ni en nombre de ese progreso del que hablaba antes.
«A la tauromaquia le falta un plan plan organizado y remar en el mismo sentido. Lo importante es enseñar el significado de la tauromaquia, porque cuando la gente se acerca, encuentra un mundo apasionante»
—¿Le gustaría tener un encuentro con Urtasun?
—Claro que me gustaría. Por sus palabras, se declara más antitaurino que animalista. El animalista, cuando se preocupa de informarse y ve lo que supone el mundo del toro para la raza del toro bravo –que no es el manso, como han llegado a confundir desde Pacma–, se da cuenta de que este mundo es necesario para la existencia del toro bravo. No hay que ser muy inteligente para ver eso, simplemente hay que mirar la Historia. Como hablábamos antes, miras la Historia y aprendes. Antiguamente había espectáculos taurinos en Italia, en Alemania, en Inglaterra... Hoy en día no existen y no existe el toro bravo allí. Entonces el animalista, cuando hablas con él, se informa y, aunque no le gusten las corridas, acepta el hecho de que existan para que el toro siga existiendo. El antitaurino no, porque al antitaurino le da igual el toro bravo, simplemente está en contra de las corridas. Este ministro, por sus declaraciones, me parece más antitaurino que animalista. Y poco puedes dialogar con alguien que está en contra y ya está, sin ningún tipo de interés por el animal o por la gente que se dedica a este mundo. A Urtasun parece darle igual lo que supone este mundo, la verdad de este mundo.
![La prueba de un turquesa y azabache](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/25/sastre3-U31200232276hXq-760x427@abc.jpg)
—¿Ha sabido adaptarse la tauromaquia a los nuevos tiempos?
—Nos ha faltado adaptarnos más. Ahora se están intentando hacer las cosas mejor, pero siempre ha sido un mundo muy cerrado. En ese sentido creo que nos hemos equivocado, porque al final la gente lo desconoce. Pero tenemos un mundo del que nos podemos sentir muy orgullosos; lo que hay que hacer es contarlo y enseñarlo para que la gente lo juzgue desde el conocimiento. En ese sentido intento aportar mi granito de arena y llevar el mundo del toro a cualquier sitio al que voy.
—¿Cómo ve la plataforma OneToro?
—En el tema televisivo se han hecho muchas cosas mal. Nos hemos quedado anclados en lo de siempre, cuando el mundo del toro tiene una riqueza que enseñar muy amplia.
«He visto la mirada de la muerte en algún toro. Creo que todos los toreros hemos pasado por ahí. Y he tenido que tirar la moneda»
—¿Falta un líder en el toreo?
—Falta un plan. Creo que hay grandes líderes, no solo con toreros, también con ganaderos, empresarios, apoderados, banderilleros. Hay mucha gente muy capaz de poder transmitir el mensaje, pero hace falta un plan organizado y remar en el mismo sentido. Lo importante es enseñar el significado de la tauromaquia, porque cuando la gente se acerca encuentra un mundo apasionante. Se viven emociones que no se viven en otros eventos. Lo que ocurre en el toro es verdad, es la vida y la muerte. Muchas veces no nos gusta verla y la rechazamos, pero forma parte de nuestra vida. Al final todos pasamos por ahí y yo creo que el torero, si hace algo, es mirar a la muerte a los ojos. La mira de frente y, nada más que por eso, merece la pena conocerlo un poquito más.
—¿Ha visto esa mirada de la muerte en algún toro?
—La he visto, sí. Creo que todos los toreros hemos pasado por ahí. Y he tenido que tirar la moneda al aire.
![Cayetano, durante la entrevista posterior en la terraza del madrileño hotel Wellington](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/25/cayetano-hotel1-U58664021761gxR-760x427@abc.jpg)
—¿Cómo se compagina ser torero y ser padre?
—Cada vez cuesta más. Por dos motivos: uno, porque no quieres que tu hijo no pueda contar contigo, estar ahí para intentar acompañarlo y apoyarlo; otro, porque no quieres perdértelo. A medida que pasa el tiempo, se van teniendo más razones para pensarse si seguir o no en esta profesión. Por eso le decía que la retirada está cerca. No va a ser este año, pero los cuento con una mano y me sobran dedos.
—¿Podría ser en su veinte aniversario?
—No, los números para mí no significan tanto. El próximo año es verdad que se cumplen cien años de la alternativa de mi bisabuelo, un siglo de dinastía, y lo viviré con especial sensibilidad. No digo que sea en 2025, pero la retirada está muy cerca.
—¿Le gustaría que continuase la dinastía con el pequeño Cayetano?
—Ni con el pequeño Cayetano ni con el pequeño Curro ni con el pequeño Francisco. Yo espero y deseo que ojalá la dinastía termine conmigo por la tranquilidad de toda nuestra familia. Es un mundo que quiero transmitir a mi hijo, que lo conozca y valore, que aprenda lo bueno y lo malo que tiene, pero no es un mundo que quiera para nadie que yo quiera.
—¿Lo ha visto torear?
—Sí, ha venido a algún festival y el año pasado a Granada. Fue una inspiración y una preocupación. El toro me dio una voltereta y el pobre se llevó el susto y yo el disgusto de que se asustara. A él le gusta venir, se lo pasa muy bien con la cuadrilla, dice que vamos en la ruta.
—En su despedida, El Juli comentaba en ABC que ahora entendía a sus padres y no quería por nada del mundo que sus hijos fuesen toreros.
—Ningún padre con dos dedos de frente desea un hijo torero, aunque luego hay algunos que desde el desconocimiento o la frustración quieren vivir a través de sus hijos lo que ellos no han podido.
—De padre a hijos debería haber pasado el legado de Paquirri, en manos de Isabel Pantoja. ¿Han podido recuperarlo?
—No, eso sigue así. Lleva así cuarenta años y no tengo ninguna esperanza de recuperarlo. Desde que mi hermano Francisco y yo perdimos a nuestro padre, no hemos podido tener sus recuerdos taurinos. No sé qué tiene que pasar para que eso cambie, hemos intentado todo. Yo no quiero un reloj de oro, quiero algo de mi padre como torero, por ejemplo, un vestido con el que él sintiera lo que yo ahora siento en la plaza. El valor sentimental no tiene precio.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete