FERIA DE LOGROÑO
El arte de Ortega y Aguado alivian la soledad de Roca Rey
Los dos sevillanos inundan de torería una decepcionante corrida de Fuente Ymbro
La caída de OneToro de Madrid y Sevilla
![Roca Rey, en la arena tras ser cogido por el toro de Fuente Ymbro](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/09/24/roca-R5S70PtSY3NQlccSLjNLz8L-1200x840@diario_abc.jpg)
La tarde subió en expectación y de forma paralela en número de espectadores. Todo el mundo esperaba a Roca Rey, tanto que hasta en el patio de cuadrillas se dispuso de un cordón policial para proteger a los toreros de quienes anhelaban selfies y ... autógrafos. Al final, no se sabe muy bien a quién ni de qué los defendían, pues cuando los aficionados se fueron a sus localidades, los policías allí seguían. Quietos, a la orden, parados como parado sigue el reloj de la plaza. Ahí permanecen sus manecillas marcando las nueve menos diez desde que hace un año el riojano Diego Urdiales formará un lío a un toro de Matilla en una de las mejores faenas de su carrera.
Con el reloj anclado no hubo lugar a que capotes y muletas pararan el tiempo. Pero casi, que en el primero Juan Ortega toreó con suprema sutileza a un toro de Fuente Ymbro, con sus puntas, que buscaba los engaños con tanto temple como flojedad. No dejó el sevillano que claudicase ni una sola vez. Al contrario, todo lo hizo despacio, y fue mucho. Desde el comienzo de faena doblándose con mano de seda hasta unos ayudados por alto ligados a una serie al natural, que convenció también a los que sólo venían a ver al ciclón peruano. Una oreja paseó y puso cara la tarde.
Con el segundo, deslucido y a la defensiva, Roca no pasó de discreto. Los pases cambiados por la espalda no encendieron la mecha, y fue tras un serio revolcón al rematar una serie por el izquierdo, cuando el torero, dolorido y enrabietado, levantó un suflé que la espada volvió a bajar.
Casi de inmediato el arte puso la cosa a hervir. El tercero de Fuente Ymbro, más descarado de pitones, no quiso saber nada de capotes, manseó, pero algo le vio Pablo Aguado, que se lo sacó a los medios con andares cadenciosos. Una primera serie a derechas, sin obligar al toro, fue la llave de una faena siempre a más en donde, además de la excelencia en el trazo de los muletazos, hubo mando y profundidad. El astado fue marcando su mansedumbre y en chiqueros, Aguado, preso de torería, citó a pies juntos por el pitón derecho recibiendo las embestidas con la mano en los pitones. Allí se rompió la plaza, con el toreo de muchos quilates y con un estoconazo de premio. Al único que no le pareció suficiente fue al titular del palco, que solo concedió un trofeo. Si era de dos, ¡qué más da! El toreo del sevillano fue como un sueño, se torea como se sueña, dicen.
El cuarto, más serio, tuvo poco fondo de bravura, más bien ninguno. Con los palos se lució Jorge Fuentes, que citó en corto y le sopló un par de gran exposición. El toro llegó muy deslucido al último tercio, se quedaba corto por su falta de entrega y en cuanto podía pegaba gañafones. Ortega se lo sacó con soltura a los medios, ahí se puso, lo intentó por uno y otro pitón con nulos resultados. Con la espada tampoco dejó huella.
Un tío era el quinto, el más serio de toda la feria, con dos pitones que daban miedo. El público seguía esperando a Roca Rey, que, dolorido por la voltereta que sufrió en el segundo, brindó al respetable e inició la faena agarrado a las tablas. Ya en los medios, lo enganchó por el derecho. Por ese pitón siguió con muletazos de trazo largo y mano baja. Al toro le costaba repetir; no le importó a Rey, que impuso su poder, esta vez con emocionante y rotunda ligazón. Se presentía que iba a llegar el arrimón, el no dejarse ganar la partida, ni por los del arte ni por nadie. Bernadinas de ajuste, que con esos pitones por los aires subían la intensidad. Pero el de Fuente Ymbro se rajó y costó cuadrar. Sonó un aviso, y un ¡oh! de decepción cuando Roca pinchó. Se puso imposible, al hilo de las tablas. Allí lo cazó de una fea estocada, y ahí se quedó lo que iba para triunfo grande.
Feria de San Mateo
- Coso de la Ribera. Martes, 24 de septiembre de 2024. Última corrida de San Mateo. Unas ocho mil personas. Toros de Fuente Ymbro, desiguales dentro de la seriedad y muy deslucidos.
- Juan Ortega, de caldero y oro: estocada y dos descabellos (oreja); dos pinchazos y estocada desprendida (silencio).
- Roca Rey, de negro y oro: dos pinchazos y estocada (silencio tras aviso); pinchazo, estocada atravesada y decabellos (silencio tras aviso).
- Pablo Aguado, de rioja y oro: estocada (oreja con petición de otra); cinco pinchazos y tres descabellos (silencio tras aviso).
Complicado se apreció el sexto, al que Juan Sierra y Sánchez Araujo cuajaron un buen tercio con los palos. Brinda al público Aguado, que se lo sacó a los medios con soltura. Y en el platillo afloró esta vez la firmeza que el de Fuente Ymbro pedía con su falta de empuje y las intenciones poco claras. La espada salió cruz y, la importancia de los finales, los logroñeses se fueron decepcionados. Claro que, con el regusto del arte que desparramaron Juan Ortega y Pablo Aguado, seguro que suficiente para aliviar a Roca Rey en una de sus 'Tardes de soledad' (Albert Serra dixit).
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