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'Yerma', «una nana que advierte y no consuela»

El Centro Dramático Nacional presenta la obra de García Lorca en una producción del Teatre Lliure dirigida por Juan Carlos Martel

María Hervás encabeza el reparto, que completan Joan Amargós, David Menéndez, Bárbara Mestanza, Marta Ossó, Isabel Rocatti y Yolanda Sey

Frederic Amat firma el espacio escénico y Raül Refree la música original

María Hervás, en una escena de 'Yerma' Silvia Poch
Julio Bravo

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«La canción de cuna europea no tiene más objeto que dormir al niño, sin que quiera, como la española, herir al mismo tiempo su sensibilidad». Son palabras de una conferencia de Federico García Lorca sobre las nanas infantiles, uno de los pilares -el otro es el sueño- sobre los que Juan Carlos Martel, director del Teatre Lliure, ha cimentado su puesta en escena de 'Yerma', que tras su estreno en Barcelona, llega ahora al Teatro María Guerrero, dentro de la programación del Centro Dramático Nacional. Estará en cartel del 13 al 22 de enero. María Hervás encarna a la protagonista, y le acompañan Joan Amargós, David Menéndez, Bárbara Mestanza, Marta Ossó, Isabel Rocatti y Yolanda Sey. El montaje cuenta con dos colaboradores excepcionales: Frederic Amat, que ha creado el espacio escénico -suya fue en 1986 la escenografía de la legendaria puesta en escena de 'El público', también de Lorca, que Lluís Pascual dirigió en elmismo teatro- y Raül Refree, autor de la música original.

«'Yerma' es una nana y el público la criatura a quien le es cantada -dice Martel-, una nana que advierte y no consuela, y es también un sueño, o más bien una pesadilla, con imposibilidad de salir de él porque el sistema te impide salir bien parado». Y es que en esta 'Yerma' decididamente feminista el anhelo de maternidad de la protagonista es, realmente, «un clamor por la libertad y por la propia vida», añade María Hervás, que se enfrenta a su primer Lorca. «Escribe desde la herida -dice la actriz del poeta granadino-, desde una herida abierta, que todavía supura, que es lodo... y que es España».

'Yerma' se estrenó en el Teatro Español de Madrid el 29 de diciembre de 1934, con Margarita Xirgu y Enrique Diosdado como protagonistas. «Es el drama de la esterilidad matrimonial -escribió entonces el crítico de ABC- que en boca de Yerma, la protagonista, toma caracteres de pasión loca y estridente. El drama de la madre fracasada, el afán del hijo soñado, adquieren acentos de voluntad salvaje y violencias de frenesí. Vive Yerma para esta idea fija y todo en la obra, el pasaje tierno, como el incidente, adusto, vienen a exacerbarla y exaltarla».

Pero para Juan Carlos Martel, el deseo de maternidad de la protagonista es tan solo la punta del iceberg. «Desde mi visión feminista de la obra -dice el director catalán-, 'Yerma' habla, a través de esa metáfora de la maternidad, del boicot del sistema a la posibilidad de la mujer de crear; de la opresión de ese sistema». Su lectura de la obra, añade, se hace desde la actualidad: «nuestra 'Yerma' se fundamenta en la mentalidad de una compañía de 2023».

Lorca, incluso cuando escribe teatro, no deja de ser un poeta. «'Yerma' es un poema trágico, en el que Lorca construye metáforas de metáforas», dice Martel. Para María Hervás, interpretar al poeta granadino es «como aprender un idioma nuevo, como aprender alemán en muy poco tiempo. Todos teníamos claro en los ensayos que no era un texto realista... La pregunta era cómo se materializaba...» Isabel Rosatti da una clave: «Hay en la obra un presente absoluto, una realidad de tierra. No hay florituras, es esencia, y no podemos dejarnos encandilar por la música del verso».

La música, precisamente, atraviesa, según el director, toda la obra; una música sin instrumentos, desnuda, popular, que canta la propia compañía. «Ya no puedo entender 'Yerma' sin música», añade. «La música es espacial -interviene Frederic Amat-; parece que no está, pero late a lo largo de la obra». Sobre su propuesta escénica -en Barcelona se ofrecía la función a cuatro bandas y en Madrid 'a la italiana'-, dice Amat que quiere sugerir un monte de venus, un zootropo o una linterna mágica. Se basa en transparencias, «que velan y desvelan, o que se eclipsan para dar paso a la palabra», y que «se engendró desde la poesía lorquiana».

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