'Los pálidos': lo viejo y lo nuevo
La obra nos habla sobre todo de un funcionamiento social hondamente trágico: el de prescindir de lo viejo y dar paso a lo nuevo
'Los pálidos', la creación televisiva como espacio de poder y lucha de generaciones

Crítica de teatro
'Los pálidos'
- Texto y dirección Lucía Carballal
- Escenografía Alessio Meloni
- Vestuario Sandra Espinosa
- Iluminación Paloma Parra
- Sonido Sandra Vicente
- Intérpretes Israel Elejalde, Miki Esparbé, Natalia Huarte, Manuela Paso y Alba Planas
- Lugar Teatro Valle-Inclán, Madrid
'Los pálidos', de Lucía Carballal, está triunfando con todo merecimiento. Conceptualmente intensa, sin perder en ningún momento el sentido de la caricatura y del humor, con una estructura que habla de un descenso a la soledad, a los infiernos y de un ... cambio generacional y de paradigmas, la acción transcurre en una 'writer's room', una sala de guionistas de televisión, es decir, en el mayor espacio de la ficción contemporánea.
El juego temático que plantea es profundamente sugestivo: nos invita a mirar la relación entre serie televisiva, mercado, ideología y lenguaje, a preguntarnos qué significa crear hoy y quiénes son los seres humanos que soportan esa mecánica capitalista de la creación dirigida a una amplia masa de espectadores. Pero sobre todo nos habla de un funcionamiento social hondamente trágico: el de prescindir de lo viejo y dar paso a lo nuevo.
En un escenario cuyo centro es la mesa de trabajo, con focos y tres gradas que se convierten en el reflejo vacío de las gradas de los espectadores, 'Los pálidos' va más allá de la narración de un relevo generacional, de la mera quiebra de un sistema que parecía sólido, del mero despido de un hombre para dar paso a una mujer. 'Los pálidos' va a hablar de que nuestras identidades son una ficción.
Todas las vidas que están alrededor de la escritura y la creación de 'Hijas del voleibol', esa serie de enorme triunfo cuyo capítulo final desencadena el rechazo de los televidentes, también van a estar sometidas a las distintas aristas y complejidades de esa identidad convertida en ficción. Todo lo que ellas proyectan (los engaños, los desengaños, las traiciones, las ambiciones, el poder, los egos revueltos) son formas de ficciones existenciales a las que llamamos relaciones personales, amorosas, sociales o laborales.
Lucía Carballal hace de los personajes seres que no se limitan a los roles preestablecidos, ni en su caída ni en su ascenso ni en su ajuste de cuentas, todos piden una oportunidad más, aunque sea la de la comprensión y la del cuidado porque todos viven al borde de ser reemplazados, y en ese todas se incluye María, que tal vez será reemplazada dentro de poco por la generación de Miranda.
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La pluralidad de personalidades creada por Lucía Carballal está a la altura de las formidables interpretaciones que vemos sobre el escenario, a la altura de esta tragedia potente, ambiciosa y en la que se da voz a un tiempo nuevo.
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