Y aquella tarde salimos campeones del mundo
Sin nostalgia
«Llegamos a Sudáfrica bajo vitola de favoritos, y con el aval de una Eurocopa logradísima. La final tuvo de prólogo el ombligo de Shakira»
Nudismo con gafas

Doña Sofía, la Reina, llegó a romper alegremente el protocolo metiéndose casi hasta la ducha de la Roja, y los zagales peloteros de Vicente Del Bosque improvisaron los saludos a la ilustre con todos o casi todos los tatuajes al aire. Estaban todos en Sudáfrica, ... estábamos todos en Sudáfrica, y era el día 11 de julio de 2010, pero, por extensión, el verano en que nos inauguramos campeones del mundo de fútbol. La final la rematamos en la prórroga, ante Holanda, con gol de balazo de Andrés Iniesta, al que José Antonio Camacho, el poeta de aquella retransmisión planetaria, rebautizó «Iniesta de mi vida».
Don Felipe y Doña Letizia estuvieron en el palco como dos forofos que van a ver jugar a unos chicos de la familia. Sara Carbonero salió pichichi de belleza del campeonato sin meter un solo gol. La prensa extranjera le hacía reportajes mientras ella daba de oficio la alineación a pie de campo. Traigo deprisa a esta prosa a algunos de los ilustres o famosos o populares que pusieron calor y color en la afición española, que también triunfó en Sudáfrica, naturalmente.
En aquel Mundial inolvidable, nuestros chicos salieron muy brasileños, pero brasileños finos de los de antes, con samba propia, «made in spain», y Xavi Hernández afinando de voluta el baile del regate. Llegamos bajo vitola de favoritos, y con el aval de una Eurocopa logradísima. La final tuvo de prólogo el ombligo de Shakira.
Mick Jagger o Leonardo Di Caprio se dieron antes un voltio por el sitio, como si visitaran de inspección la víspera de un concierto, o de un rodaje, porque algo de show y de película tiene toda gran final de un Mundial. Allí estuvo Charlize Theron y Plácido Domingo y Rafa Nadal y Pau Gasol. Son los rostros famosos del álbum de fotos de la aventura de nuestra selección campeona, que ya es todo un póster histórico de entonces, y para siempre. Paris Hilton, que no se pierde una, también asomó por allí su melena de oro y su tontuna de chavala que a veces se equivoca de fiesta, porque la detuvieron por error. Y no es licencia de imaginación literaria.
El Mundial fue, durante días, el abierto escaparate planetario, con alguna prórroga de pasarela de las novias o esposas de los futbolistas, que resultaron el fútbol otro, el fútbol de cuché de cuando no se juega al fútbol. Pareciera que entre un partido y otro se celebrara una boda, pero sin boda. Sara Carbonero e Iker Casillas consagraron el gran romance mundial sin decir ni palabra de amor. Pero bastó un beso que dio la vuelta al mundo. A Casillas le dieron el Guante de oro, y él le dio a Carbonero un beso de oro en directo, al acabar el partido último, que la dejó despeinada.
Aquel Mundial fue, en fin, nuestro Mundial. Una fiesta. Hubo un tipo español que se plantó en Sudáfrica, desde Valencia, en vespa, para animar a la Selección. Con un par. Es lo que hicimos todos, convencidamente, sólo que sin llegarnos directamente a Sudáfrica, y sin vespa. Estuvimos sin estar. Como hoy mismo, sábado, en vísperas de después. Me gusta pensar que los Príncipes, hoy Reyes, guardan para siempre aquellas bufandas de forofos.
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