El sector da por bueno el primer año del bono cultural pese a la pobre respuesta de los jóvenes
La primera edición llega a su fin con un gasto de 71 millones sobre los 194 que Cultura presupuestó
Los jóvenes dan la espalda al bono cultural
![Jóvenes en el festival Primavera Sound en Barcelona](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/12/27/concierto-k3zE-U60993817075b6-1200x840@abc.jpg)
La primera edición del bono cultural, la que el exministro Miquel Iceta puso en marcha en 2022 con no pocos incidentes, llega a su fin con unas cifras modestas. A fecha 31 de noviembre, cuando la mayoría de los jóvenes beneficiarios habían agotado ... esta prestación de 400 euros para invertir en cultura, la iniciativa había inyectado al sector 71 millones de euros, un 36,6 por ciento de los 194 millones que el Gobierno presupuestó. Pese a ello, la valoración que hacen en el sector de la cultura es positiva: los primeros meses fueron complicados por los problemas técnicos y podría haber tenido más aceptación, pero por algo hay que empezar. Esperan que la medida se consolide en las próximas legislaturas. «La industria cultural también es industria, no solo cultura -dice Daniel Fernández, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE)-. Somos contribuyentes netos a las arcas del Estado».
Primero las cifras. A la espera de que el Ministerio de Cultura ofrezca los resultados definitivos, según datos extraídos del Portal de Transparencia, a fecha 31 de noviembre se habían registrado 2,2 millones de operaciones por valor de 71 millones de euros. Es poco más de una tercera parte de lo que Cultura esperaba movilizar. Recordemos: el exministro Iceta presupuestó 210 millones de euros para la medida estrella en materia cultural de Pedro Sánchez. Esta cifra suponía alrededor del 16 por ciento de los fondos destinados a Cultura. Descontados los convenios para el desarrollo tecnológico del bono cultural, su gestión y promoción, esos 210 millones se quedaron en 194.
El primer golpe llegó cuando solo el 57,60 por ciento de los jóvenes de 18 años que podían inscribirse lo hicieron. Así que el potencial económico de la iniciativa se redujo a 111 millones. Pero la cantidad que finalmente se ha movilizado es menor. Los 277.594 beneficiarios se han gastado el 64 por ciento, los 71 millones de euros mencionados anteriormente. La cifra no es definitiva, puesto que más allá del 31 de noviembre todavía habrá algunos jóvenes que puedan seguir tirando de esta tarjeta de pago con 400 euros, pero el resultado final no variará ya demasiado. El Ministerio de Cultura, que lleva desde julio sin difundir cifras actualizadas, «avisará» cuando dé por cerrada la campaña.
Hasta aquí los números; ahora, la opinión del sector. Ninguno de los consultados dispone aún de cifras de cómo ha incidido esta iniciativa en su facturación, pero 71 millones son más que nada. Y hay que contar además con el efecto arrastre. «Pensamos que el consumo vinculado al bono cultural superará los 200 millones de euros», calcula Fernández, del Gremio de Editores. «Esta es la parte interesante de la iniciativa, el efecto tractor que tiene. Moviliza a gente que normalmente no va a librerías, teatros o espectáculos musicales». Algo parecido asegura Antonio Guisasola, presidente de Promusicae: «La valoración es positiva en la medida en que fomenta el consumo legal entre jóvenes. Estamos en fases iniciales. Hay que garantizar que se mantenga y que todos los operadores entren como beneficiarios».
Productos físicos
La idea del Gobierno, cuando puso en marcha este proyecto, era darle un impulso a un sector muy castigado por la crisis. Y, ya de paso, congraciarse con el medio millón de nuevos votantes que se incorporan cada año al cuerpo electoral. Fijó en 400 euros la cantidad, a repartir de la siguiente manera: 200 euros para artes en vivo (conciertos, cine, museos, toros...), 100 euros para productos físicos (libros, videojuegos, prensa, discos...) y 100 euros para consumo digital (suscripciones a plataformas, prensa digital, videojuegos en línea...). Por los porcentajes de consumo facilitados a ABC, la categoría de productos físicos es la que mejor ha funcionado.
«Los libreros comentan que ha funcionado muy bien», valora Álvaro Manso, de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal). «El primer mes tuvimos problemas. No funcionaban los datáfonos y a los chicos les fallaba el pin, pero cuando empezó a funcionar se registró una venta significativa. Ahora que finalizaba la campaña, venían diciendo: 'Me quedan 16 euros. Te pago una parte con el bono y el resto lo pongo yo. Han venido apurando sus saldos». Las experiencias de Italia y Francia anticipan que el libro se posiciona como un beneficiario importante, explica Daniel Fernández. El videojuego entra en esta categoría de productos físicos. «Se coloca al videojuego institucional y discursivamente al mismo nivel que el resto de industrias culturales. Esta igualdad ya era realidad en el plano social y empresarial, siendo el videojuego la mayor locomotora del sector cultura», señala una portavoz de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI).
El cine también se ha beneficiado de esta iniciativa. «Aproximadamente un 90 por ciento del mercado está inscrito», explica Luis Gil, director general de la Federación de Cines de España (Fece). «Sabemos que el consumo de cine es elevado. Está funcionando mejor en los cines de centro comercial que en los de barrio», valora. En el ámbito de la música hay dos caras: una positiva por la venta de discos físicos y otra negativa, relacionada con las suscripciones. «Las principales plataformas de 'streaming' no se han sumado al bono cultural. Si se mantiene, pensamos que acabarán llegando. Sobre las ventas de discos, sabemos que ha habido más volumen, pero pedimos que se puedan comprar online. Hasta ahora está limitado a la compra y recogida en establecimientos», dice Guisasola, de Promusicae.
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Estos son deberes para Urtasun, que hereda de Iceta la segunda edición del bono cultural y que ha pactado con el PSOE mantenerlo. Esta vez se han apuntado el 65,58 por ciento de los jóvenes de 18 años -dos de cada tres-, y los problemas técnicos que llevaron a Iceta de cabeza han dejado de ser la norma.
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