«Richelieu no le llega ni a la altura del zapato al cardenal Cisneros»
Jesús García Calero, responsable de Cultura de ABC, y la pintora Paula Varona publican 'Alcalá de Henares. Historia entre ficciones' (Tintablanca)
Los secretos que esconden las ciudades españolas Patrimonio de la Humanidad
Esta ciudad presenció el auge y la caída del imperio romano. La llegada de los árabes. En ella el cardenal Cisneros imaginó y proyectó el primer campus universitario de la historia. Alcalá de Henares vio nacer a Miguel de Cervantes y pasar por su ... corral de las comedias a Lope, Quevedo, Calderón o Tirso de Molina. A esta capital declarada Patrimonio de la Humanidad dedican el periodista y escritor Jesús García Calero y la pintora e ilustradora Paula Varona dedican el libro 'Alcalá de Henares. Historia entre ficciones' (Tintablanca).
Este volumen podría ser una guía, una bitácora, una sucesión de proezas, una biografía o acaso, por qué no, una novela. Así la ve Jesús García Calero. Para él, Alcalá de Henares es resultado de un poderoso ejercicio de imaginación. «Ha sido una aventura ir leyéndola y descubriéndola. Como en toda ciudad, hay una fuerza constructiva y una fuerza destructiva. La suma de todo lo que ha quedado es fruto de un azar. Es un palimpsesto. Una novela sobre el destino de quienes han pasado por aquí», explica García Calero, mientras las campanas repican, dándole la razón.
Cardenal Cisneros
Paula Varona y él recorren Alcalá de Henares un lunes por la mañana. Cada uno tiene su propia imagen de la ciudad. Ella pone las estampas, él las palabras. Cuando recibieron el encargo del editor Manuel Mateo Pérez, creador y responsable de esta línea literaria, de retratar esta ciudad, se pusieron manos a la obra y emprendieron varios viajes. «Cruza a la izquierda y por allí ya todo recto. Listo, llegamos». La universidad fundada por el Cardenal Cisneros en 1499 es la primera parada de esta mañana. Fue el eje de la excelencia intelectual de los siglos XVI y XVII y, actualmente, es el lugar donde se entrega el premio Cervantes, el más importantes de las letras en español.
«Cuando decide fundar la universidad, el cardenal Cisneros proyecta otra ciudad con una idea muy concreta, que es servir al conocimiento. Lo hace con la intención de modernizar la iglesia con mejor formación». Esa empresa resume, a juicio de Calero, la esencia de una nueva ciudad. «Cisneros ya tenía 60 años, está en tiempo de descuento, y aun así será confesor de la reina, regente del reino dos veces. Es decir: Richelieu no le llega a la altura del zapato. A este hombre lo que le ha faltado ha sido un buen narrador, como Dumas. La idea que tenemos de él es la de un señor arzobispo feo, católico, y muy poco sentimental. Y es una figura estelar, formidable».
Cisneros, cuenta Calero en estas páginas, no sólo hace una universidad. En realidad pone en marcha el primer campus de la historia, lo cual alude a una ciudad de conocimiento. «Cuando te pones a indagar, el divino Vallés hacía disecciones de cadáveres cada mes, en el siglo XVI, permitidas por Cisneros. En Holanda, ochenta años después, hacían una al año pero tienen la fama por el cuadro de Rembrandt de 'La lección de anatomía'». Calero hace una pausa y amplía el fresco histórico: «A esta ciudad vienen Quevedo, Lope, Tirso de Molina, Calderón… Todos pasan por ahí. Y no solo los literatos, también filósofos y filólogos por aquí pasará Nebrija. Siempre habrá una fuerza positiva que es la que encuentra la casa de Cervantes, la que encuentra en la partida bautismal».
Ruinas e imaginación
Cuando Jesús García Calero enuncia un detalle u otro, alimenta una historia mayor. A partir de esas teselas, él y Varona describen las muchas ciudades que conviven e Alcalá de Henares: desde la de las ruinas romanas, algunas sepultadas para siempre por obra industrial, pasando por el corral de comedias durante años extraviado y sucio tras servir de sala de cine, o esa casa de Miguel de Cervantes que recrea a un autor al que Calero baja a la tierra al trazar la biografía (picaresca, todo sea dicho) de la familia empobrecida de la que proviene. «Los miembros de la familia Cervantes podrían ser personajes secundarios de Lazarillo de Tormes». ¡Y tanto!
La ciudad que cuentan Calero y Varona es ágil e inquieta. El lector igual consigue una estatua sedente de Isabel la Católica como otra, rabiosamente actual, de una joven en su moto, que podría llamarse Isabel la Motera. «Alcalá de Henares vive a dos aguas. Han ganado su futuro con muchísimo esfuerzo a lo largo de siglos. Cuando en el XIX llegaron los liberales, se acaba toda la historia conventual y Alcalá entró en un periodo muy diferente. Luego, en el siglo XX, está el boom industrial. Construyen barrios, algunos sobre una parte de la ciudad romana». La conjunción de esas fuerzas es lo que da sentido a la historia y frescura al libro.
La ciudad, asegura Calero es estas páginas, es el cúmulo de pasos, de historias, de sueños frustrados, de logros maravillosos, de emociones escenificadas en ese teatro sin pausa durante 400 años. Son los aprobados y los suspensos, de su universidad, y el discurso del premio Cervantes cada años, como que ofreció Juan Carlos Onetti en 1981, el año del golpe de Estado del 23F. «Todo eso está ahí y si tú lo conoces, de repente, ves el dibujo de las calles con otra intensidad. Eso es lo que me lleva a la conclusión de que, al final, la ciudad es el presente acordándose del pasado o el pasado imaginándose el presente. Es un juego de miradas. Es una novela sobre un juego de miradas»
Los trazos
Antes de este proyecto, García Calero había publicado 'Lecciones de tiniebla' (Visor) y 'Don Juan contra Franco' (Plaza&Janés) junto a Juan Fernández Miranda. Paula Varona había retratado, al óleo, muchas ciudades, pero nunca había trabajado en un encargo de este tipo. El resultado es un libro único, un verdadero objeto de arte.
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