El periodismo, la génesis del Dickens más popular
El autor de 'Oliver Twist' escribió en prensa con enorme éxito desde su juventud hasta el último de sus días. Un libro recopila una treintena de sus artículos
Casi dos siglos del 'Cuento de Navidad'
![Charles Dickens, en un retrato sin fechar](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/21/dickens-abc-kJuB-U601154920627rbB-1200x840@abc.jpg)
Antes que novelista, Charles Dickens (1812-1870) fue periodista, y lo siguió siendo hasta el final de sus días, ya convertido en un escritor enormemente popular. Fue periodista, primero, por vocación. A los 17 años ya se había estrenado como reportero, y pronto alcanzaría ... una gran fama. Luego, cuando sus novelas y relatos se contaban por 'bestsellers', siguió publicando, e incluso se atrevió a impulsar nuevas cabeceras. «Al ser un novelista tan popular, pudo permitirse el lujo de dedicarse a algo que sobrepasaba una pasión», dice Dolores Payás. «Había muchos vasos comunicantes entre sus novelas y sus artículos». Los papeles de Pickwick, su estreno en la ficción, tienen su origen en un encargo periodístico. Sus novelas se publicaban por entregas en los periódicos, como ocurría en Francia con Victor Hugo o Dumas.
La producción de Dickens en prensa fue ingente. Payás, traductora del autor de 'Oliver Twist', ha trabajado con cuatro volúmenes para escoger la treintena de artículos que conforman 'Pasiones públicas, emociones privadas' (Gatopardo), una compilación que viene a descubrir una faceta no demasiada conocida de Dickens. Hizo de todo. Fue articulista, reportero, editor y empresario. «Era un hombre de acción, no paraba», señala Payás. Para esta edición, ha elegido artículos que tuvieran alguna vínculo con la actualidad. «Él abordaba cuestiones de su tiempo, cosas que pudiera interesar a su público. Estos textos no son arqueología; son cosas que suceden aquí y ahora. Estamos viviendo un cambio de paradigma que tiene bastantes paralelismos con la época victoriana, un momento de transición».
'Pasiones públicas, emociones privadas'
![Imagen - 'Pasiones públicas, emociones privadas'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/21/dickens-periodsita-kJuB--224x330@abc.jpg)
- Autor Charles Dickens
- Editorial Gatopardo
- Número de páginas 420
- Precio 24,50 euros
Un ejemplo de la actualidad que siguen teniendo algunos textos de Dickens es el artículo 'Fraude en el mundo de las hadas'. En él, denunciaba que el teatro moderno de aquel 1853 estaba «haciendo lo imposible para destruir estas admirables ficciones infantiles». Ya entonces había quien se dedicaba a cambiar pasajes de historias para advertir de los peligros del alcohol, por ejemplo. «Quien se dedique a modificarlas a capricho, solo para ajustarlas a sus creencias, sean las que sean, es culpable de una apropiación indebida. A nuestro modo de ver, este tipo de manipulación siempre será arrogante y presuntuosa -decía-. Pronto acabaremos todos hartos de unas historias, antaño tradicionales, y ahora contaminadas por unos personajes modernos que se entrometen e imponen sin pedir permiso». Ningún lector de sensibilidad ha convencido a Payás de que dejara fuera este artículo.
Dickens miraba a la clase política con desdén. «Los trabajadores de este país harían bien en ignorar tanto a las autoridades políticas como a los charlatanes mesiánicos». Le molestaba ese paternalismo que desprendían. «Sucede que los Comunes piensan en el Pueblo como una mera abstracción. Lo ven como a una especie de niño crecido al que hay que engatusar y dar palmaditas en la mejilla durante la época de elecciones, mirar con desaprobación en tiempo de exámenes, castigar de cara a la pared los domingos y sacar de paseo para que vea desfilar la carroza de la reina en días de fiesta nacional». Censuraba, en definitiva, el autoritarismo. «Uno de los rasgos que caracterizan nuestra época es la existencia de una gran cantidad de cerebros aparentemente incapaces de distinguir entre uso y abuso».
El editorial fundacional de 'Household Words', uno de los proyectos que impulsó, da una idea bastante precisa de lo bien que entendía que un periódico debía acercarse a su público: «Aspiramos a ocupar una plaza permanente en el círculo doméstico de nuestros lectores, queremos ser parte de sus afectos, contribuir a las reflexiones que tienen origen en su hogar. Albergamos la esperanza de convertirnos en compañeros y amigos de miles de personas, hombres y mujeres de toda clase y condición cuyos rostros quizá no veamos jamás». Era la época gloriosa del periodismo popular. «En 'Household Words' los más favorecidos y los menos favorecidos hallarán un amplio espacio en el cual confluir».
Pegado al pueblo
Pese a su lenguaje, que no era fácil, «la gente lo reconocía como uno de los suyos», valora Dolores Payás. Era además «un primer espada del marketing». Tanto vendía, periódicos y libros, que fue el primero -o uno de los primeros- en defender los derechos de autor y el cobro de royalties. Abogó por crear una Asociación de Escritores que protegiera a los autores cuando pasaban malas rachas o que pagara una pensión de vejez. «Fue un agente social hiperactivo», señala la editora de 'Pasiones públicas, emociones privadas'. A Payás le cuesta encontrar una figura similar en España. Quizás Larra, pero este no tuvo la producción novelística de Dickens. Quizás Galdós, que «debió de leer a Dickens», piensa la traductora.
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Fue Dickens un periodista comprometido, pegado a su tiempo y, en general, consecuente. Pero no siempre. En 1857, cuando tenía 45 años, se enamoró perdidamente de actriz de 18. La relación duró trece años, hasta la muerte del autor, pero siempre en la más estricta clandestinidad. «Hubo una especie de omertá, un pacto de silencio. La actriz se casó más tarde. Tuvo un hijo y este se enteró de que su madre había sido la amante de Dickens cuando tenía ya 40 años». En vida de Dickens, el escritor no pudo evitar los rumores. Y lo que hizo fue publicar un desmentido oficial, en su periódico y en los de otros colegas. «El texto, de una hipocresía y marrullería notables, es un insulto a cualquier inteligencia», escribe Payás. ¿Por qué lo hizo? «La hipótesis más sensata es que siendo un novelista tan popular, que criticaba los adulterios en sus novelas, le aterrorizaba perder el favor del público, que lo tuvo desde los 20 años -responde la editora-. Bueno, nadie es perfecto».
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