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El primer Quijote, autógrafos raros y el manuscrito de 'Don Juan Tenorio': la RAE abre su cámara del tesoro al público

La Docta Casa digitaliza parte de su biblioteca, que contiene manuscritos de Lope, Quevedo, Rubén Darío...

Las obras ya pueden consultarse en la página web de la Academia. Ya hay cinco mil títulos, una cifra que irá en aumento en los próximos meses

Viaje al corazón de la Academia: la caja fuerte de la lengua

El manuscrito de 'Don Juan Tenorio' y su versión digitalizada Tania Sieira
Bruno Pardo Porto

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Lope de Vega tachaba mucho, muchísimo, casi tanto como Zorrilla, que emborronaba sus arrepentimientos con ganas, al contrario que Don Juan Tenorio. Rubén Darío tenía letra de médico o de vidente, ¿pero no tienen los poetas algo de lo uno y de lo otro? ¿Y no hay poemas que son mensajes cifrados? A Quevedo los copistas le editaban los textos, retorciendo el estilo y, claro, empeorándolo a fuerza de quevedizarlo. Todo esto ya es un conocimiento al alcance de todos, a golpe de clic, porque la Real Academia Española (RAE) acaba de abrir su biblioteca digital, donde ya hay casi cinco mil obras, o lo que es lo mismo, un millón y medio de páginas que son historia de la literatura española.

Santiago Muñoz Machado, director de la institución, resume así la noticia: «Lo que antes era de unos pocos ahora es de todos». El proyecto, que empezó en junio de 2021 («se ha hecho en tiempo récord, aunque esto es una obra en marcha»), ha sido financiado por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson.

De momento lo que se ha escaneado es solo una muestra de los más de doscientos cincuenta mil volúmenes que custodian los muros de la Academia. Está, ya en la nube (aquí), lo exquisito, lo que no se puede encontrar en otras partes y las obras científicas de nuestra lengua (diccionarios, ortografías, tratados de sintaxis, etcétera). Se ha primado el texto impreso hasta 1900, porque los manuscritos van a escanearse ahora, en una nueva tanda. Pero para gustazo de los bibliómanos han adelantando quince autógrafos raros, entre los que está, por ejemplo, una de las tres únicas copias conocidas del 'Libro de buen amor', del arcipreste de Hita, y una de 'El bastardo Mudarra', de Lope, de la que se hizo la primera edición facsímil (esto es, un calco de un original) que se imprimió en España. «Con eso podemos comprobar que Lope no escribía tan fluido», bromea Muñoz Machado. En total se conservan mil trescientas comedias de los siglos XVII y XVIII, un montante que permite rastrear la evolución del teatro español.

La primera edición del 'Quijote'. de 1605 Tania Sieira

La selección bibliográfica está llena de hitos. No falta, por supuesto, el primer Quijote, el de 1605. Tampoco el mítico Quijote de Ibarra, una edición ilustrada de 1780 encargada por la RAE al que probablemente fue el mejor impresor de todos los tiempos (esto lo dice Pilar Egoscozábal, de la biblioteca de la RAE) para competir con la versión inglesa de 1738. Fue entonces cuando se fijó el texto. En aquellos cuatro tomos participaron los grandes grabadores de la época. A Goya, que estaba en la treintena, le pidieron un trabajo que al final no entró en la edición. Eso que nos perdemos.

En la sección 'cosas que se salvaron del fuego' está el 'Libro del juego de las suertes', de Lorenzo Spirito, un tratado italiano de adivinación traducido al español y publicado en Valencia en 1515. Es el único ejemplar que se conversa de esa tirada, porque el título, un éxito en las cortes europeas, entró en el índice de libros prohibidos, como tantos otros manuales de magia. En este lo que se proponía era una lectura de los dados: se tiraban de tres en tres, y a cada combinación le correspondía un mensaje del futuro y, además, un versículo de la biblia. Tampoco inventamos el libro interactivo.

El 'Libro del juego de las suertes', de Lorenzo Spirito Tania Sieira

Más joyas: la primera edición del cancionero de Juan del Encina, primer cancionero de autor de la literatura española (muchos primeros, sí, pero así es la Historia); la 'Canción de otoño en primavera', de Rubén Darío, de su puño y letra («Juventud, divino tesoro»); los seis tomos Diccionario de Autoridades, que se completó entre 1726 y 1739. Este diccionario, por cierto, fue el origen de biblioteca de la RAE, que tuvo como primer objetivo reunir los libros de las 'autoridades' que se citaban en las definiciones. Los académicos la alimentaron durante años con obras de sus colecciones particulares, pero pronto empezaron a destinar fondos de la institución para mejorarla (al principio eran trescientos ducados). Hubo dos empujones importantes y bastante recientes: el legado del bibliógrafo y académico Antonio Rodríguez-Moñino, en 1995, y la llegada en 1998 de los fondos de Dámaso Alonso, que había dirigido la Docta Casa entre 1968 y 1982.

Con la digitalización de la biblioteca se abre una cámara del tesoro, que no solo amplía la difusión sino que, en parte, la mejora. Lo que se pierde en tacto se gana en extensión y velocidad: la tecnología OCR (reconocimiento óptico de caracteres, por sus siglas en inglés) permite buscar palabras a lo largo del pdf, lo que ahorra horas y horas de lectura en diagonal. «Y esto no solo es fundamental para la difusión. También lo es para la preservación de estos ejemplares. Algunos han llegado hasta aquí después de siete siglos, y queremos que duren otros siete más. Para eso es importante evitar la manipulación excesiva», precisa Egoscozábal

De hecho, ha habido libros que se han quedado fuera de la digitalización por su fragilidad. Es el caso de las 'Etimologías' de San Isidoro, un ejemplar del siglo XII, el más antiguo que se conserva en la RAE.

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