Patrick Radden Keefe: «El periodismo te da licencia para ser ingenuo, puedes parecer muy tonto»
El reportero, autor de un exitoso libro sobre la familia Sackler, presenta 'Cabeza de serpiente', otro reportaje sobre la trata de inmigrantes chinos
Filantropía y opiáceos letales: la escandalosa historia de los Sackler
![Patrick Radden Keefe, fotografiado en 2021](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/09/10/radden-keefe-ibaucells-ko4D-U603050221761pgB-1200x840@diario_abc.jpg)
Si Patrick Radden Keefe (Boston, 1976) hubiera publicado sus libros y reportajes en los 60 o los 70, a buen seguro le habrían incluido en la nómina de los nuevos periodistas que tan guapos salían con traje y corbata en las portadas de ... las revistas en las que escribían. Su papel protagonista en 'The New Yorker' y el éxito de sus libros desde luego lo sitúan, hoy, en la élite del periodismo narrativo. Pero su periodismo es otra cosa, afirma. «Fue una época fantástica, porque estos periodistas cambiaron las cosas. Hicieron que escribir fuera algo sexy y tenían esa sensibilidad de estrellas de rock. Crearon las circunstancias para que otras personas pudieran trabajar como lo hago yo, pero no son mi preferencia. Los lees y sus reportajes son un poco complacientes. Creo que esa era la finalidad del movimiento. Mi estilo personal es un poco más comedido».
No le ha ido nada mal. Es uno de los reporteros más destacados de la escena norteamericana y estos años ha encontrado en España, un país no siempre receptivo a la no ficción periodística, miles de lectores. En 'No digas nada' abordó el conflicto del IRA en Irlanda del Norte y en 'El imperio del dolor' narró el auge y caída de los Sackler, que se hicieron multimillonarios comercializando un fármaco que convirtió a millones de estadounidenses en adictos a los opiáceos. «El periodismo, en algunos casos, puede cambiar el mundo. Con la familia Sackler ha ocurrido gracias a mi periodismo y al de otros, lo que no habría pasado si nadie hubiera escrito sobre ellos», recuerda. Aunque más o menos libres de cargos por parte de los tribunales, los Sackler han pasado de ser una familia respetable cuyo nombre estaba inscrito en las paredes de museos como el Metropolitan de Nueva York a ser unos apestados. «La verdad es importante, y tienes que transmitirla sobre el papel para que alguien la pueda leer».
'Cabeza de serpiente'
![Imagen - 'Cabeza de serpiente'](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/09/10/portada-ko4D--224x330@diario_abc.jpg)
- Autor Patrick Radden Keefe
- Traducción Eduardo Iriarte
- Editorial Reservoir Books
- Número de páginas 472
- Precio 24,90 euros
Este éxito es el que ha llevado a Reservoir Books a recuperar 'Cabeza de serpiente' ('Caps de serp' en catalán, en Periscopi), un libro publicado en 2009 que sigue a Sister Ping, que desde una pequeña tienda en Nueva York dirigía una red de tráfico de personas. «Es la historia de unas personas que quieren abandonar su país desesperadamente, y este es un tema atemporal. Hoy en día, Europa conoce el espectáculo de la gente que se sube a barcas que no son aptas para navegar y huyen desesperadamente para intentar buscarse la vida. Y esto lo estamos viendo también en la frontera sur de EE.UU. Algunas caras cambian, el negocio de las cabezas de serpiente ha cambiado, pero otras cosas siguen igual», asegura. Quince años después, defiende, su libro sigue contándonos el mundo de hoy.
Radden Keefe responde conectado a una videoconferencia desde Nueva York, después de haber pasado unos meses en Barcelona, donde ha sido residente de un programa internacional del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Allí, dice, se ha encontrado con el tipo de escenario que le interesa antes de empezar a escribir. «Hay un tipo de historia que me interesa: las situaciones en las que el pasado no ha sido digerido. Es decir, tienes un lugar que vive en el presente, pero la sombra del pasado está en todas partes. Durante mi estancia en Cataluña noté que era uno de esos lugares. Lo vi materializarse en todo tipo de contactos: en la política, en la lengua, en la literatura, en la música... [tras los puntos suspensivos una pequeña digresión] A veces una de las cosas buenas que tiene ser periodista es que te da licencia para ser ingenuo, puedes parecer muy tonto. A mí me encanta mostrar esa ignorancia. Día tras día aprendía muchísimo, me percataba de indicios que a lo mejor en el futuro me gustaría explorar. Aún no he encontrado esa vía de acceso».
A los temas de sus reportajes y libros suele llegar por casualidad. «Gran parte de las veces, cuando busco una historia no la encuentro. Cuando escribí sobre los Sackler fue porque después de leer libros sobre la crisis en general encontré referencias a la familia. Y quise saber más cosas de ellos. Este para mí suele ser un buen indicio de que ahí hay una buena historia», explica. Ahora está trabajando en un libro sobre un joven londinense que murió ahogado en el Támesis... y que llevaba meses haciéndose pasar por el hijo de un oligarca ruso.
Hoy el mundo está más polarizado que antes, sí -«aceptaría con los ojos cerrados volver al Gobierno de Bush»-, el periodismo se habrá «caricaturizado», pero el ser humano sigue queriendo que le cuenten historias. «Estamos predestinados desde nuestra genética a absorber la información más fácilmente si se nos cuenta en forma de historia. En todas las tradiciones culturales aparecen mitos, fábulas. Yo creo muchísimo en la fuerza que tienen los relatos. Las historias, los relatos largos, siempre van a tener futuro», afirma Radden Keefe. No es el peor de los tiempos... «Podría ser que la gente escuche más pódcasts o vea documentales en lugar de leer libros, o quizás escuche audiolibros. Hay doscientas vías para llegar al lector y tampoco quiero ser dinosaurio, quiero llegar al público por el canal que sea, pero la historia tiene que tener un valor. La investigación real tiene que tener un valor. La inteligencia artificial es peor».
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