Neruda, 20 poemas de amor tóxico y una canción acomplejada
Taller de reeducación literaria
Nos toca a nosotres, los aliados contra Amazon y el machismo de toda la vida, continuar con nuestra labor de reescritura y reeducación literarias
Taller de Reeducación Literaria (I): 'La Ilíada'

De los machirulos que abundan en la literatura los peores, ya se sabe, son los poetas, esos seres que usan cuello de tortuga incluso en verano y que se juegan la carta de la sensibilidad para manipular a las mujeres. O, como en el ... caso de Pablo Neruda, para mandarlas a callar. De lo que era capaz el bardo chileno ya lo sabemos por sus memorias, cuyo título debería cambiarse por uno más sincero: 'Confieso que he violado'. Pero como esto no va a suceder, nos toca a nosotres, los aliados contra Amazon, el neocolonialismo vargasllosiano y el machismo de toda la vida, continuar con nuestra labor de reescritura y reeducación literarias. Es una labor importante y además queda uno siempre muy bien con la gente del New York Times.
Claro que, cuando hablo de reescritura y reeducación, el asunto suena largo y trabajoso. Y no necesariamente tiene que ser así. Como tantas cosas en esta batalla contra los hombres, a veces basta con una sola palabra pero pronunciada con firmeza: NO. Tomemos, por ejemplo, el infausto poema 15 del libro 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada' (el título de esta columna ya dice mi opinión al respecto) y veamos cómo cambia introduciendo esa pequeña y necesaria partícula negativa:
«NO me gusta cuando callas porque estás como ausente».
A diferencia del original, este que yo propongo es un verso que sí valora a la mujer, sus opiniones y su condición más allá del cuerpo, como sujeto autónomo y pensante.
Otros versos del poema requieren más trabajo, más ojo avizor, como cuando dice: «déjame que te hable con tu silencio/ claro como una lámpara, simple como un anillo». No conforme con mandarlas a callar, Neruda además quiere arrebatarles su silencio. Pues NO, Ricardo Eliécer Neftalí. Te decimos NO y tu verso queda como sigue: «déjame escucharte con MI silencio/ claro como mi mansplaining, opresor como un anillo» (pues a esta altura a nadie se le escapa que el anillo es un símbolo de compromiso, de matrimonio, de encierro).
La verdad, ahora que lo pienso, esta empresa es ímproba. Leído con lupa, pocos versos de Neruda sobreviven al examen de estos tiempos de progreso. De hecho, seguirlos publicando sin un «trigger warning» como el que de manera desinteresada estamos ofreciendo acá, es un acto de irresponsabilidad editorial y afectiva. Ciertamente, gracias a la nueva conciencia, sabemos que Neruda puede escribir los versos más machistas esta y todas las noches, pero el chileno era, hay reconocerlo, muy hábil en esconder sus depravaciones. En Neruda la metáfora es un baño público donde se resguarda furtivamente para masturbarse. ¿O es que acaso vamos seguir haciendo la vista gorda ante «La canción desesperada»? ¿Cuándo vamos a hablar claramente y aceptar que Neruda allí lo que hace es lamentarse de su amor por una prostituta? ¿A qué concavidad creen ustedes que hace referencia el poeta con aquello de «sentina de escombros, pozo abierto y amargo»? ¿Saben ustedes lo que significa la palabra «sentina»? Búsquenla en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, ese refugio lingüístico de canallas, y luego hablamos.
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