Crítica de música clásica
En la tierra y en el cielo
El 'Requiem' de Ligeti y la 'Sinfonía alpina' de Strauss dan comienzo en el Auditorio Nacional a la temporada de la Orquesta y Coro Nacionales de España
Un momento del concierto
Ligeti. 'Requiem'; Strauss. 'Sinfonía alpina'
- Intérpretes OCNE. Jenny Daviet, soprano. Barbara Kozelj, mezzosoprano. Coro de la Comunidad de Madrid. Sociedad Coral de Bilbao. Orquesta y Coro Nacionales de España
- Dirección David Afkham
- Lugar Auditorio Nacional de Música, Madrid
- Fecha 23-IX
El centenario de György Ligeti sirve de argumento a la programación de la nueva temporada de la Orquesta y Coro Nacionales de España y lo hace al mismo nivel que otras líneas temáticas de apariencia más laxas: 'Orillas del Báltico y 'Visiones de América'. Ligeti es sinónimo de música afirmada y evocadora, respetada por todos, incluso, una vez desarmados los viejos rencores vanguardistas cuyo rescoldo permanece en algún libro canónico: «Interesa más su postura estética que la calidad de sus realizaciones que constituyen unos ingeniosos montajes». La afirmación envejeció en tiempo real mientras Ligeti ofrecía respuestas tan impresionantes como el 'Requiem', definitivamente aclamado por los espectadores en el concierto del viernes. La OCNE se ha rodeado de fuerzas poderosas: las voces aceradas de Jenny Daviet y Barbara Korelj, el Coro de la Comunidad de Madrid y la Sociedad Coral de Bilbao, conjuntadas por el director David Afkham.
En este punto surge el sentido plástico de la obra, su voluntad metafórica y acabado introspectivo. Desde que Afkham abandonó la batuta y se sirve de las manos como prolongación a las ideas, es fácil percibir una especial expresividad, conciliable con el rigor de una música tan milimétricamente trazada. En una impresión definitiva, panorámica, el 'Requiem' de Ligeti ha revelado que hay un terror y un misterio de las últimas cosas, lejos del ámbito religioso (tan ajeno al propósito de Ligeti) y algo cómplice con la actualidad. En ese sentido, el juego con la muerte que propone el 'Orphée' de Philip Glass que ahora ofrece el Teatro Real tiene un regusto congruente.
Al 'Requiem' le acompañó la interpretación de la 'Sinfonía'; configurando un programa de ambición panteísta, espectacular y arriesgado por su intrínseca dificultad. Pero si en el cielo se vivió la experiencia de lo incorpóreo en la tierra se vislumbró lo complejo de clarificar la espesa sintaxis de la obra de Strauss, asunto espinoso y no siempre bien resuelto por la ONE y Afkham. Su éxito aquí fue el del relato, por eso, al igual que los móviles adornaron el concierto sin pudor, los aplausos arreciaron cuando aún sonaba la última nota.
Ver comentarios