El bar de los recuerdos (o la turra) de Bono abre en Madrid
El menudo cantante de U2 se agiganta en un irrepetible concierto-monólogo en el Teatro Coliseum
El show funciona mejor si no has leído la autobiografía, te interesa el personaje y eres bilingüe en inglés
Una mesa tabernaria con dos modestas sillas de madera. En una esquina del escenario, un sillón, una mesilla y otro taburete. El Sorrento Lounge, así se llama el ‘intimissimi’ conceptual. A los lados, los músicos. Perfil discreto. Y deambulando y hasta subiéndose al mobiliario, hecho un azogue, un sexagenario bajito de Dublín. Bono de ‘you-too’, como odia que lo escriban. El decorado sería su bar. El pub irlandés. En el que, entre pintas, se cantan algunas canciones y reina su verbosidad. Es el bareto de los recuerdos de Bono de U2, abierto en el Teatro Coliseum de Madrid, y para bien y para mal (o las dos cosas en un cocktail), él manda. Móviles precintados, de paso.
Porque uno de los lanzamientos más sabrosos de la literatura musical en este 2022, aparte de ‘Filosofía de la canción moderna’, de Bob Dylan, ha sido ‘Surrender’ (‘Rendición’), su autobiografía, en donde rememora su existencia como padre, hijo, marido, punki, cristiano, activista, capitalista y líder de una de las bandas más monstruosas de la historia del pop con 170 millones de discos vendidos y 22 premios Grammy. Y ayer, en la intimidad de un teatro, Bono casi susurrándote al oído (¡qué miedo, con esas gafas que siempre lleva!), lejos de sus habituales estadios, en un espectáculo híbrido entre el concierto al uso, el ‘spoken word’ y el monólogo. La gente lo aplaudió y cantó todo, mucha devoción entre sus fans (ya solo por el precio de las butacas a 150 euros en platea).
Sin el arrope de The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen, Bono comenzó con ‘City of Blinding Lights’ seguida de ‘Vertigo’ y ‘With or Without You’. El menudo cantante es de natural agigantarse, también en este formato petit comité, acompañado aquí de la violonchelista Kate Ellis, la arpista Gemma Doherty y Jacknife Lee a las programaciones y la percusión. Es el centro de atención, el «ego hinchado» que hace un ejercicio de ‘navel gazing’, mirarse el ombligo, para reírse de sí mismo pero también contar durante dos horas la historia de su vida, una función apoyada entera en un teleprónter, con chistes en español y saludo a Penélope Cruz incluido, máximo cuidado al detalle.
Momentos importantes. El recuerdo activista a la campaña en donde se dejó la piel de ‘Anulad la deuda’, que consiguieron que más de 54 millones de niños en África pudieran ir al colegio por el ahorro de los pagos de los países pobres a los ricos contraídos injustamente durante la Guerra Fría. También el homenaje y canción a su madre Iris, fallecida cuando el cantante era adolescente, bebiendo un buen trago de la pinta en tal momento, o a su padre, muy muy presente, y el imprescindible mensaje de amor a su eterna pareja Ali, con la que comenzó a salir en la misma semana que empezó a ensayar con U2 cuando era un chaval. ¡Mejor semana en la historia de un ser humano jamás vista!
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El cantante irlandés publica 'Surrender: 40 canciones, una historia', 700 páginas de jugosas memorias
Luego vinieron ‘Sunday Bloody Sunday’, ‘Where the Streets Have No Name’ y ‘Beautiful Day’, preciosas, que sirvieron de preámbulo para que Bono se lanzara a interpretar como cierre ‘Torna a Surriento’, una canción napolitana en recuerdo a Pavarotti o a su padre, también tenor. «Yo también sé cantar, papá», parece simbolizar. El espectáculo necesita del conocimiento del inglés y, sobre todo, funciona mejor si no te has leído las memorias, más allá de ciertas vibraciones a Pedro Ruiz en aquello que hizo en el Teatro Figaro. Que quedaban compensadas y descompuestas cuando interpretaba sus canciones más emblemáticas, que sonaron delicadamente especiales y con la fuerza de la emoción a la vez. Algo único per sé, muy irrepetible.
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