La poderosa resiliencia de 'Las golondrinas'
El Teatro de la Zarzuela cierra la etapa de Daniel Bianco, que da el relevo en la dirección del coliseo por Isamay Benavente
«Las golondrinas», historia criminal en el circo
![Una escena de 'Las golondrinas'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/11/11/las-golondrinas_654fbb363f16c-R4Um8ZKYzLLFqnf6L2XOw4I-1200x840@abc.jpg)
Crítica de zarzuela
'Las golondrinas'
- Música José María Usandizaba
- Libreto María de la O Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra
- Arreglo de texto y partitura Ramón Usandizaga
- Dirección musical Juanjo Mena
- Dirección de escena Giancarlo del Monaco
- Escenografía William Orlandi
- Vestuario Jesús Ruiz
- Iluminación Vinicio Cheli
- Intérpretes César San Martín, Sofía Esparza, María Antúnez, Jorge Rodríguez-Norton, Javier Castañeda, Mario Villoria. Orquesta de la Comunidad de Madrid y Coro del Teatro de La Zarzuela
- Lugar Teatro de La Zarzuela Madrid
Vuelven 'Las golondrinas' al Teatro de la Zarzuela arropando la despedida de su director, Daniel Bianco, quien acaba de traspasar la responsabilidad a Isamay Benavente, seleccionada entre los veintiséis candidatos presentados al concurso convocado por el Ministerio de Cultura y Deporte. Durante ... ocho años, Bianco ha dirigido la institución con mano firme y severa, consiguiendo romper el maleficio de un teatro cuya complejidad y tensiones internas parecían irresolubles. Queda ahora un teatro fuerte y poderoso en su estructura interna y en la definición de un proyecto artístico que, más allá de las consideraciones que puedan proponerse, de sus éxitos y de sus deslices, de sus querencias y olvidos, de sus manías y redundancias, de los pitidos y las aclamaciones, exprime al máximo la capacidad de producción dando forma a ciclos muy diversos y repertorios muy distintos.
Hoy, la 'lírica', ya sea en relación con la zarzuela, el patrimonio músico-teatral a recuperar y los estrenos, se acompaña de conciertos, proyectos didácticos, 'notas del ambigú', 'domingos de cámara', la colaboración con la Fundación Juan March para el 'teatro musical de cámara', acoge el 'ciclo de lied' y la danza, y, sobre todo, a los proyectos didácticos, alguno de ellos con el sello del 'proyecto zarza' alrededor del cual se ha creado una bolsa de varios miles de jóvenes que complementa la media general de ocupación del 86 por ciento.
Bianco llegó a la Zarzuela mirando con reserva un mundo en el que todavía estaba muy presente ese comportamiento tan nuestro que consiste en estar conmigo o estar contra mí, y tras el que subsistía una sólida base de pertinaces defensores de un género idealizado en una memoria borrosa e irrecuperable. Allanadas muchas sospechas, su mandato deja el regusto de fin de ciclo como heredero de décadas de trabajo desde la Zarzuela en favor de la mal llamada modernización del género, que no es otra cosa que la consideración del repertorio desde perspectivas teatrales acordes con la actualidad, en paralelo a lo que pueda suceder con el teatro clásico y la ópera.
También las circunstancias han ayudado a la labor, aun siendo muchas de ellas desagradables y muy difíciles de gestionar. Una piña alrededor de la Zarzuela defendió a la institución ante el primer intento de absorción por parte del Teatro Real, del mismo modo que ha creado un público dispuesto a ubicarse frente al escenario virtual que exigió la pandemia. Las redes sociales son ahora parte imprescindible del Teatro de la Zarzuela, e incluso la misma calle, cuando ha sido posible asomarse al exterior de su fachada, en la calle de Jovellanos.
Lo que suceda a partir de ahora depende del proyecto de Isamay Benavente, quien será observada por sus derivas artísticas y también por su capacidad para resolver algunos frentes que quedan abiertos. Sigue vivo el tema del público y su renovación, no tanto desde la apertura y crecimiento que han permitido las distintas actividades, sino en referencia al núcleo esencial de la programación o temporada lírica, cuya edad media sigue alta. Sigue pendiente de resolución la posibilidad de convertir el Teatro de la Zarzuela en un centro de generación audiovisual, lo que daría a sus producciones una vida más rotunda. Como sigue abierta la posibilidad de que en el Teatro de la Zarzuela disponga de cuerpos estables con verdadera calidad artística, ya sea el coro, necesitado de un refuerzo que venga a fortalecer al grupo de cantantes que en este momento defienden con suficiencia cada una de las representaciones, ya una orquesta que supla los muchos defectos que arrastra la Orquesta de la Comunidad de Madrid, en este momento titular del teatro.
'Las golondrinas'
Para comprobarlo, basta con asomarse a las actuales representaciones de 'Las golondrinas', o al ejemplo concreto de la función del viernes a cargo del segundo reparto. Con el título se recupera la producción estrenada en 2016 a partir del proyecto teatral de Giancarlo del Mónaco. Él mismo explica estupendamente su intención artística en el texto incluido en el libro-programa de mano reconociendo el valor de la farsa y su calidad escénica. Pero su discurso también es tramposo pues no todo es hacer teatro y dar sentido (universal) a la locura de Puck mediante un paisaje que se 'despoja de toda carga': en estas 'golondrinas' se concentra un mensaje doloroso y perturbador según transpira la grisura de ese escenario vacío dibujado por William Orlandi y que es mucho más que un circo; la configuración de un vestuario estupendamente trazado por Jesús Ruiz, que en sí mismo arrastra miseria e inquietud; y la luz blanca y fría de Vinicio Cheli.
'Las golondrinas', según lo presenta del Mónaco, es un acto teatral formidable, que trasciende la propia materialidad sobre la que está construido para convertirse en algo realmente poderoso, que agita al espectador: es decir, que supera la divagante calidad artística a la que en esta ocasión dio soporte César San Martín, quien proporciona un gesto creíble a Punck, Sofía Esparza cantando esforzadamente el papel de Lisa, María Antúnez desarbolando el papel de Cecilia, y el maestro Juanjo Mena suministrando combustible.
Ante 'Las golondrinas' siempre surge el lamento por la muerte de su compositor, José María Usandizaga, en plena juventud, en 1915, a los 28 años. El potencial que se adivina en la obra, reconvertida de zarzuela a ópera por su hermano Ramón, hizo pensar en un futuro de enorme prosperidad para el teatro musical español, lo que quizá habría permitido la desaparición de tantos fantasmas incapacitantes que aún (parece mentira) siguen vivos en la conciencia de algún creador.
No es menor el reconocimiento a la fortaleza dramática de María de la O Lejárraga, quien escribió, sola o en complicidad con su marido, Gregorio Martínez Sierra, un texto impactante, al que Del Mónaco da una vuelta de tuerca apuntando a los malos tratos. Ver estas 'Las golondrinas' significa asomarse a algo profundamente desolador, incluso en la pantomima, el eje central de obra, y en el que lo gris cambia por el color, pero matizado por un brillo que no acaba de ser sincero. El tono de sospecha es tan incesante y está tan presente que el engaño se convierte en certeza. Porque la recuperación que el Teatro de la Zarzuela hace de 'Las golondrinas' es un hecho cargado de significados, y entre todos no es menor el de su propia contundencia escénica.
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