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Mad Cool: Despedida y fracaso de Avril Lavigne

«The Killers» y una pobre canadiense clausuran el festival madrileño

Luis Miguel, maestro cantor en el Bernabéu

Avril Lavigne en el festival Cruilla 2024 ADRIAN QUIROGA

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Ultimo día de un buen Mad Cool. En las barras veo muchos ojos cansados, ojerosos y huecos como los míos. Alguien ha disparado confetti rosa y los alrededores del escenario principal parecen el «gender-reveal party» de Barbie y Ken. Le dan un toque apropiado a Avril Lavigne, que presenta una estética entre adolescente Disney y rockera rebelde, aunque pronto demuestra que no llega a ser ninguna de las dos. Arranca con «All I wanted», y desde la primera nota se siente el drama.

Cortés, razono que puede ser el sonido (quizá no han tenido tiempo para hacer la prueba). «Una artista de renombre no puede desafinar así», pienso. Pero desafina. Y no sólo ella; la banda sufre visiblemente y a uno de ellos, en pleno solo, le silencian la guitarra.

Al principio, «My Happy Ending» y «He wasn't» suenan - o se intuye que podrían hacerlo- decentes. Aún así, no tapan el sufrimiento de Avril, que desafina con descaro y se muestra visiblemente incómoda. Los guitarristas se equivocan de acorde y ella, con voz quebrada, se muestra incapaz. En la penúltima canción desaparece durante tres minutos, deja a un desbordado guitarrista a los mandos y vuelve, con cara de funeral, para anunciar el final. El concierto dura media hora, para alivio de público, banda, promotores y cronista, que empieza a temer una tormenta. Su paso por el festival debería servir de refuerzo positivo para muchos amateurs que se toman la música como un hobby; en comparación, muchos saldríais ganando.

Antes de «The Killers», que supongo que sí cumplirán las expectativas, veo con sorpresa que el Mad Cool tiene una barra de tabaco. Hace dos años escribí en este periódico que era lo único que le faltaba al recinto para ser el Paraíso; siempre pensaré, románticamente, que me leyeron.

Tras pasar por Pata Negra, que hace el mejor bocata del lugar, salen «The Killers», estos sí, estrellas. Convencen, lo cual no es noticia y les condena a tener menos espacio en esta inesperada crítica. Abren con «My own soul's warning», pop melódico de estilo que es buena muestra de su sonido: grandes guitarras, melodías inspiradas y una sección rítmica simbiótica. Interpretan grandes canciones, entre las que destacan «Shot at the night» y «The Man», composiciones de altura. Suenan los hits atemporales (épica «Human») y triunfan en el cierre del segundo Mad Cool que se celebra en Villaverde. Saliendo, me da la sensación de que la vida es eso que sucede entre Mad Cool y Mad Cool. Lástima Lavigne.

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