El mundo del cómic se rebela contra la inteligencia artificial: «Hay que prohibir su uso comercial»
Viñetistas, dibujantes y otros autores denuncian estar desprotegidos ante la voracidad de las nuevas tecnologías
La industria de Hollywood, contra la Inteligencia Artificial
![Portada del cómic X-Men 1 de Pepe Larraz para Marvel](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/05/31/laraz-x-men-R49C5UIzNNaCi7ob8z2GjlL-1200x840@abc.jpg)
ChatGPT, Midjourney, Stable Diffusion o Google Bard. Prácticamente cada semana, una nueva empresa se suma a la ola de la inteligencia artificial. Redactar noticias, crear el logo para una campaña o la predicción de comportamientos en mercados financieros son algunas de las ... tareas que cumplen sin mucha dificultad en cuestión de segundos. Con un sistema similar a las neuronas de nuestro cerebro, la IA generativa crea imágenes, textos, vídeos, voces o música a partir de la orden textual de un usuario.
Funciona como una lámpara de deseos virtual, sólo que cuantos más datos es capaz de colectar y cuanto más entrenamiento reciba, sus resultados son cada vez más excelentes, muchas veces hasta cruzar el umbral de ser indistinguible del trabajo de un ser humano. El año pasado, una imagen generada por inteligencia artificial se presentó a un concurso artístico y ganó el primer premio sin que el jurado fuese consciente del método.
!['Teatro de Ópera Espacial', obra realizada por Midjourney ganadora del concurso anual de bellas artes de la Feria de Colorado](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/05/29/teatro-opera-espacial-U75005624668Con-624x350@abc.jpg)
El crecimiento exponencial y el alcance de las posibilidades de la IA generativa supone un cambio total de paradigma cuyos efectos están afectando de pleno a industrias de la cultura, la medicina o la informática, sin apenas tiempo a asimilarlos. Debido a su espontánea irrupción, muchos creadores denuncian verse afectados por el uso fraudulento de la tecnología, para el que la legislación mundial todavía no está ofreciendo soluciones claras. De momento, hay un campo abierto en el que se mezclan discursos adoradores con voces de alarmismo cataclítico. Lo que sí parece cierto es que empiezan a salir a la luz algunos de los primeros perjudicados de esta revolución tecnológica.
«Esto ha sido entrenado con el trabajo de Pepe Larraz», comienza el post en el que se comparten más de una docena de imágenes generadas por una IA que imitan el estilo del dibujante y viñetista de Marvel. El autor denunció por Twitter el pasado 12 de mayo que un usuario había creado y compartido esas imágenes en internet además del código para que cualquiera pueda generar otras similares, «todo ello sin mi consentimiento ni el de Marvel», lamenta el dibujante. «Son imágenes de una calidad bastante cuestionable», añade, aunque teme que puedan «tener aplicaciones comerciales inmediatas». El modelo de mímesis de los trabajos de Larraz también lo utilizó en un vídeo un youtuber angloparlante con más de seis millones de suscriptores, aunque pocos días después de la polémica, el metraje ha desaparecido de la plataforma.
I was notified by an fellow artist that this happened. Not only my art was used for intends I never agreed to, nor @Marvel I guess, it's the fact that the they don't have any problem recognizing it.
— PepeLarraz (@PepeLarraz) May 12, 2023
Now what should I do? pic.twitter.com/ampBNkvGVW
El caso de Larraz ha levantado las orejas de toda la industria, aunque ya había artistas como Jon Juárez que denunciaron verse perjudicados en 2022 y que tomaron la decisión de dejar de difundir sus trabajos en la red. Otros recurren a programas como Glaze Project que protege las imágenes con un algoritmo invisible que impide a la IA identificar sus elementos con claridad.
En EEUU han surgido varias denuncias desde que se demostró que millones de obras con derechos de autor son convertidas en datos virtuales y usadas conscientemente como alimento para el aprendizaje de aplicaciones como Dall-E 2, Midjourney o la propia Stable Diffusion, que fue la que se utilizó para la copia de Larraz. Newtral también ha buceado en las entrañas de sus algoritmos, sacando a la luz que se nutren de obras de Emilio Morenatti, Chema Madoz o Gervasio Sánchez, entre muchos otros. No es de extrañar que Italia haya prohibido cautelarmente su uso por «infringir los derechos de autor» y que algunos desarrolladores de la novedad como Elon Musk o Sam Altman –fundadores de Open Ai, desarrolladora de ChatGPT y Dall-E 2–, o Geoffrey Hinton –conocido como el «padre de la inteligencia artificial», que renunció recientemente a su puesto en Google–, estén ahora mismo recogiendo cable y alertando sobre sus peligros.
«En la práctica se va a convertir en un sustituto de creadores», sostiene Álvaro Pons, dibujante y crítico de arte, que también lo define como un «problema muy grave» y se considera partidario de «prohibir el uso comercial de las imágenes creadas con inteligencia artificial con fines artísticos». Cada vez son más las voces que abogan por una regulación más estricta de estos sistemas que en la práctica están desplazando a los autores y poniendo en duda el valor de las obras originales. Desde la Asociación Europea para la Regulación de la Inteligencia Artificial (EGAIR) se ejerce presión y se intenta dar visibilidad a aquellos artistas que se ven perjudicados por este uso y que muchas veces no tienen detrás una firma multinacional que pueda respaldar su caso.
Artistas suplantados
Muchos artistas, especialmente del ámbito del cómic y la ilustración, se sienten perjudicados y desprotegidos ante esta avalancha. Aluden a su ya precarizada situación laboral en la industria editorial y creen que sus condiciones pueden empeorar si las empresas prefieren pagar un producto más barato generado por la IA que sus dibujos e ilustraciones. A esto se suma la confrontación que supone para los artistas la competencia contra algoritmos que han aprendido de sus propios trabajos. «En estos programas se puede pedir que nos genere una imagen como si la hubiera dibujado un artista en concreto», explica Pons y precisa que «más allá del concepto creativo, lo que está haciendo es sustituir al artista con su propio arte».
Larraz establece que existe un peligro si se usa su trabajo de manera ajena a su control ya sea con «fines comerciales o simplemente recreativos» y formula que si alguien consigue mimetizar su estilo y «empezar a sacar cómics lanzando mensajes con los que yo no estoy de acuerdo», también su reputación podría verse perjudicada. «No es solo una explotación de la línea del dibujante, sino también de su firma», resume Santiago Caruso. Este ilustrador también se vio afectado cuando descubrió miles de casos de simulación de sus trabajos mediante inteligencia artificial y desde entonces pertenece al colectivo Arte es Ética, que aúna autores de diferentes disciplinas en el ámbito hispanohablante, para ejercer presión junto a sindicatos de Latinoamérica y España, además de la propia EGAIR.
![A la izquierda, obra original de Santiago Caruso, 'Skinner's Cage', y a la derecha, obra creada por Stable Diffusion al escribir el nombre del autor como órden](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/05/29/santiago-caruso-montaje-U36481324217UYx-624x350@abc.jpg)
Pons, Larraz y la abogada experta en derechos de autor y también dibujante, Marelisa Blanco, coinciden en que en la industria del cómic puede ser un problema añadido el hecho de que muchas veces el cliente sigue a un personaje más que al artista, además de que «en la creación industrial de los superhéroes ya ha habido épocas de homogeneización estilística», en palabras del crítico. «El problema es que encaja demasiado bien; ese es el miedo que nos da a todos», añade Larraz.
«Esto puede afectar a miles o millones de puestos de trabajo en un montón de áreas diferentes al mismo tiempo y de un modo muy acelerado. Estamos ante un problema humanitario importante que no tiene que ver solo con dibujantes de cómic», alerta Caruso, a la vez que sospecha de «relegar nuestra capacidad artística creativa a una máquina».
«La inteligencia artificial no interpreta, no genera una imagen con un criterio artístico», sostiene Pons. «Ya ha habido muchísimos cómics que se han publicado hechos por IA y a nivel artístico no tienen ningún interés», opina. Uno de esos ejemplos es el cómic 'Prompt', creado por Dave McKean, ilustrador, dibujante y director de cine, que después de «leer y digerir las implicaciones de la creación de imágenes de IA, decidí que podía retirarme o responder», expresó sobre su creación.
Límites a la tecnología
El campo de regulación de las inteligencias artificiales es una preocupación que está generando mucha expectativa. El Parlamento Europeo ha elaborado una propuesta de Ley de Inteligencia Artificial cuyas enmiendas están ahora en proceso de votación y que en junio de este año se deberá aprobar en su totalidad. El texto presentado es ciertamente futurista y prohíbe, entre otras acciones, los 'Minority Report' o sistemas policiales predictivos, la puntuación social, sistemas de reconocimiento biométrico en tiempo real, incluso la «utilización de técnicas subliminales».
Pero sobre la regulación de los derechos de autor, se limita únicamente a exigir transparencia en cuanto a su entrenamiento y pide la elaboración de resúmenes de los datos utilizados con derechos protegidos para facilitar así las posibles demandas particulares. Por lo tanto, se entiende que la defensa de la autoría intelectual se hará en base a la legislación actual, en la que ya está protegida por el derecho privado, aunque, por el momento, en España no se ha registrado ninguna demanda contra estos gigantes de la tecnología.
La actual Ley de Propiedad Intelectual establece como límite a su utilización el «perjuicio injustificado a los intereses legítimos del autor o que vayan en detrimento de la explotación normal de las obras a que se refieran». Blanco explica que «tendríamos que llegar hasta el final para demostrar que se ha usado de una manera fraudulenta, excediéndose al límite impuesto por la ley». La opinión de la abogada especializada en propiedad intelectual es que la legislación actual favorece mucho la creación a través de las inteligencias artificiales pero desprotege los derechos de los autores.
Mientras en Europa se espera a la norma, del otro lado del Atlántico todas las miradas están puestas en las demandas actualmente en curso, cuyas sentencias marcarán la concepción de la autoría y los límites de la transformación de una obra en EEUU. Uno de los argumentos principales utilizados en la demanda es que Midjourney, DeviantArt y Stable Diffusion son herramientas «de collages complejos» por lo que incurren en la transformación de una obra sin el consentimiento del autor, también hay referencias a la competencia desleal y al beneficio generado de forma más o menos directa a través del almacenamiento de imágenes con derechos de autor. La reciente resolución sobre un cuadro de Andy Warhol, que modifica la fotografía que hizo Lynn Golsdmith de Prince y que determina que el artista violó los derechos de la fotógrafa, añade esperanzas a los demandantes de ganar la partida y conseguir una compensación económica cuantiosa.
Promesas peligrosas
Como ha ocurrido en otras ocasiones —la irrupción de Internet, las redes sociales, etcétera—, es el tipo de uso que se hace de la tecnología lo que marca lo lícito y lo ilícito, lo legal de lo ilegal. También hay voces como la de Caruso que opinan que «hay un carácter parasitista en la manera en que se construyó el funcionamiento de esta inteligencia artificial». El artista especifica que «ese carácter originario de explotación que dieron a esta tecnología los que la desarrollaron, también se traduce en el uso que se le da».
«Sí que conozco gente que la está utilizando de una manera que me parece muy razonable», comenta Pons y pone como ejemplo hacer «un escenario de base para sus propias creaciones», también «hacer composiciones que te pueden resultar un poco difíciles de visualizar» o «generar una perspectiva para algo en concreto». «Si hacen una inteligencia artificial que entinte como yo o que me haga mis fondos, mañana me la compro», bromea Larraz. «El único uso ético posible es que cuando utilizamos la inteligencia artificial no le estemos robando trabajo a otras personas», puntualiza el crítico. Lo que es evidente es que a esta tecnología, lejos de desaparecer, todavía le queda por evolucionar. Aunque aún no se han asimilado todas sus implicaciones, la sociedad debe evitar que las promesas de la IA pongan en peligro ecosistemas culturales enteros por el camino.
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