La misteriosa desaparición de un Kirchner durante un siglo dispara las pujas en su subasta
Su ubicación no estuvo clara durante décadas, hasta su reaparición el pasado mes de marzo. Se espera recaudar entre 2 y 3 millones de euros
Un museo de arte moderno despide a un empleado por colgar su propio cuadro en la galería
Durante casi cien años, el cuadro ha permanecido oculto, la mayor parte del tiempo en una colección privada en Baden-Württemberg, en el sur de Alemania. Ahora ve la luz para ser subastado por Ketterer Kunst la obra que Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938) pintó en 1911, titulada 'Tanz im Varieté' (Danza en el espectáculo de variedades).
La misteriosa desaparición de los circuitos de esta obra no hace sino elevar las pujas y se espera recaudar entre 2 y 3 millones de euros. Su ubicación no estuvo clara durante décadas, hasta la reaparición de la obra el pasado mes de marzo. Incluso renombrados expertos en el Expresionismo alemán aseguraban desconocer la pieza, de la que se conservaban solamente escasas fotografías granuladas en blanco y negro.
El óleo fue pintado en 1911 y un año después se exhibió en el Salón de Arte de Berlín, la única presentación colectiva del grupo «Die Brücke» (El puente). En 1923 fue vuelta a ver en el salón de arte berlinés del galerista Fritz Gurlitt. Después se perdió la pista del cuadro. La casa que la subasta en Múnich, que ha llevado a cabo una exhaustiva investigación de este cuadro de 120 x 145 centímetros, ha establecido que a finales de los años 20 acabó en la colección del concejal de Comercio Max Glaeser de Eselsfürth (Kaiserslautern).
Arte degenerado
Cuando éste murió, en 1931, muchas de sus obras de arte se vendieron, pero la 'Tanz im Varieté' permaneció en la familia y fue heredada en 1944. De ahí pasó a formar parte en una colección privada. Los investigadores aseguran que han trabajado intensamente en la historia del cuadro para descartar completamente la posibilidad de que en algún momento fuera objeto de una trasacción ilegal. Especialmente durante la era nazi, cuando más de 600 obras de Kirchner fueron destruidas y muchas otras calificadas de «degeneradas», por lo que a menudo jerarcas nazis se apoderaron de ellas para sus colecciones privadas.
«El propietario lo tuvo en su casa durante 80 años y lo disfrutó personalmente», informa un portavoz de Ketterer Kunst. «Sí, los dueños conocían perfectamente el valor de esta rara obra, pero prefirieron no contar nunca a nadie el tesoro que poseían y ahora quieren desprenderse de él y seguir permaneciendo en el anonimato».
Los responsables de la subasta deslizan que, debido a la importancia de la obra, lo ideal sería que fuese a parar a un museo, «para que otros puedan ver la obra de Kirchner perdida hace tanto tiempo». La Kirchnerhaus de Aschaffenburg (casa natal del pintor convertida en museo histórica) habla de un «hallazgo sensacional». «El cuadro proviene de una época en la que Kirchner pintaba motivos similares. Pero algunos de ellos tampoco se encuentran ya, porque se perdieron o fueron destruidos durante el Tercer Reich y la Guerra Mundial. Esta primera época de Kirchner fue la mejor del artista», explica su directora, Brigitte Schad, que, sin embargo, lamenta carecer del músculo financiero para hacerse con esta obra para su museo.
La llegada de Kirchner a la metrópoli de Berlín, una ciudad cosmopolita de dos millones de habitantes, dio pie a un extraordinariamente fructífero tiempo creativo para el pintor. Las obras de Kirchner de esta época, y hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, apenas han llegado exclusivamente a museos y a muy pocas colecciones importantes. Están raramente presentes en el mercado. De esta época proceden las famosas pinturas callejeras de Kirchner y las imágenes circenses, todas expresión reveladora de la gran ciudad. La agitación social y cultural es en tangible en sus motivos y composiciones, en medio de una dureza provocativa y convincente.
La aspiración de Kirchner era reproducir el elemento fuerte y enérgico del movimiento, verter en el cuadro un momento. Como prueba de lo que hizo Kirchner esos años en Berlín, una fotografía del óleo fue incluida en el catálogo razonado de Donald E. Gordon en 1968, junto con una antigua imagen en blanco y negro y bajo la nota «Ubicación desconocida». Ni las autoridades de Patrimonio, ni peritos o archiveros la habían visto anteriormente en color.
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