'La mirada oculta' de Cristina García Rodero: 50 años apuntando a lo esencial
El documental a cargo de Carlota Nelson sigue los pasos de la fotógrafa, autora de 'La España oculta', en sus viajes por lo profundo del ser humano
El 'boom' de los dispositivos vintage ¡No tires tu vieja cámara!
![Cristina García Rodero, en un momento del documental, toma imágenes de El Vítor en Mayorga, Valladolid](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/11/28/cristina-garcia-rodero-mirada-oculta-R2EYzzjyVl0OqwA4eggQ5JN-1200x840@abc.jpg)
A sus 74 años, Cristina García Rodero (Puertollano, Ciudad Real) mira al mundo como si acabase de llegar. Sus ojos grandes y aceitunados rebotan inquietos mientras el resto del conjunto empieza a perderles el paso. En 1989 publicó 'La España oculta', un libro que ... cambió la manera en que se concebía la fotografía costumbrista en el país, con instantáneas de fiestas y tradiciones folclóricas en lo profundo de la Península que le llevaron quince años de trabajo. Ahora, cinco décadas después de iniciarse profesionalmente en el mundo de la instantánea, el documental 'La mirada oculta' ahonda en su obra y más aún en su alma huidiza, sensible y vivaz.
La película a cargo de la documentalista Carlota Nelson, da la vuelta a la cámara y pone al espectador de frente con una mujer de melena rubia, menuda, enérgica, aquejada de los dolores que implica el sacrificio de haber vivido por y para su profesión. García Rodero apunta con su cámara y acierta en lo profundo, lo humano sin accesorios, en un viaje sin fin en el que salta de lugar en lugar en busca de nuevos ángulos bajo un mismo enfoque. A rapa das bestas de Curro de Mougás en Galicia, la Fiesta de los pecados y danzantes en Toledo, la 'Holi' en India, los carnavales de Ituren y Zubieta en Navarra, la Procesión de la Virgen del Carmen de Los Boliches en Málaga. Como una pieza de orfebrería, fotograma a fotograma, Nelson trata de captar la irreverencia de su arte, con instantáneas que resumen 50 años de trabajo ininterrumpido.
«Siempre cuento que en casa había varias copias de ese libro porque a mi madre le gustaba regalárselo a amigos extranjeros que venían de visita. Yo he pasado muchas horas fascinada con aquellas imágenes», revela la directora, que en su documental juguetea con la idea de una segunda edición para 'La España oculta', uno de los trabajos más influyentes de la fotografía nacional. El mercado de segunda mano ofrece presuntos originales por 200€ el más barato y hasta 650€ el más caro, tras una breve búsqueda en internet. Su testimonio nos recuerda hoy esa España anímica, brutal y descarnada.
«Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, no estás lo suficientemente cerca». Aquella máxima de Robert Capa se convirtió en norma para todo buen fotógrafo. García Rodero redobla su significado, ella tiene que acercarse «tanto a nivel físico como a nivel psicológico» de lo que fotografía: «Necesito sentir los olores, oír sus quejidos, ver cómo se ríen o lloran», y también «emocionarme con lo que están emocionados para después emocionar». Parece que en Magnum —la agencia de fotoperiodismo fundada por el propio Capa— entendieron el guiño hace tiempo, cuando convirtieron a la artista en la precursora española dentro de la firma. Ella abrió un camino que luego siguieron figuras como Moisés Saman o Cristina de Middel.
La fotografía: lo esencial
Quién le iba a decir a aquella muchacha que tomaba fotos desde niña y se formó como pintora en la Facultad de Bellas Artes que acabaría siendo el ejemplo que no tuvo: «Nadie se había dedicado con tanto tiempo y tantos con tantos años a un tema concreto. Había muchos fotógrafos españoles —Ramón Masats, Francisco Ontañón…— que habían ido a pueblos y habían hecho alguna foto, pero no habían dedicado su vida o tantos años. Porque es un trabajo absolutamente ruinoso, de mucho esfuerzo, de muchos sacrificios que interesaba muy poco y que vivir de ello era imposible. A mí no me importaba el dinero, no me importaba la fama mientras tuviera para comer», expresa de un tirón en el ala de la Fundación Juan March, la que le ofreció la beca para sus primeros trabajos en una época donde artista, mujer y joven eran calificativos difíciles de encajar.
![Cristina García Rodero inmortaliza la Procesión de la Virgen del Carmen de Los Boliches en Málaga](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/11/28/lmo_1_408_1_5801-U07570525644afV-624x350@abc.jpg)
«Yo me consideré fotógrafa cuando entré en un laboratorio a los 20 años y reportera cuando me dieron la beca hace justo 50 años y que fue el inicio del trabajo que continúo todavía», considera. Entre tanto, cayó un premio Nacional de Fotografía, un World Press Photo, un Alfonso Sánchez García y su propio museo en su ciudad natal, entre otros hitos. Es muy particular la parte en la que aparece en el laboratorio, revelando sus fotografías. Parece ser que las técnicas digitales no han llegado a suplir el trabajo analógico. Allí sumerge los negativos en un líquido como amniótico, y repite el proceso tantas veces haga falta, en un tira y afloja entre lo audaz y lo viable, entre ella y el técnico del laboratorio.
Si algo queda en claro después del visionado del film es que es fácil vivir en un mundo (y un país) y ni siquiera conocerlo. También que la suya es una profesión que para vivirla tan intensamente se requiere de muchos sacrificios. En el caso de García Rodero, el dolor de sus pies, su espalda, sus ojos, son algunas marcas invisibles, accesorias a una misión vital con cada vez más impedimentos. «La edad es fundamental. Me queda muy poco tiempo y tengo que aprovechar», comenta en un momento. Lo suyo siempre ha sido mirar hacia adelante, abrir camino. Llevar esa carrera contra el tiempo a todas sus consecuencias. Si no ha reeditado su libro es porque todavía sigue en activo. Y que nadie la obligue a mirar hacia atrás.
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