El motivo por el que Murakami corre maratones
El autor japonés aborda en el libro 'De qué hablo cuando hablo de correr' la relación entre su afición a este deporte de fondo y el oficio de escribir
«Mantengo la misma rutina todos los días, sin variaciones. La repetición en sí se vuelve importante; es una forma de mesmerismo»
El novelista japonés Haruki Murakami, premio Princesa de Asturias de las Letras 2023

Para Haruki Murakami, premio Princesa de Asturias de las Letras 2023, escribir una novela larga «es como un cursillo de supervivencia». Por eso, dice, la fuerza física es tan importante como la sensibilidad artística, y se somete a una disciplina férrea: dedica seis días de la semana a correr un total de sesenta kilómetros, a razón de diez cada jornada. «La verdad es que preferiría correr diez kilómetros al día los siete días de la semana, pero cuando no es porque llueve o porque tengo mucho trabajo y tampoco puedo correr. También hay días en que estoy cansado y no me apetece», escribe el escritor japonés en 'De qué hablo cuando hablo de correr' (Tusquets).
Cuando está escribiendo novelas, dijo en 2004 en una entrevista en 'The Paris Review', se levanta a las cuatro de la madrugada y trabaja entre cinco y seis horas y a continuación corre diez kilómetros, o bien nada mil quinientos metros: «O las dos cosas. Luego leo un poco y escucho música». A las nueve de la noche se va a la cama. «Mantengo la misma rutina todos los días, sin variaciones. La repetición en sí se vuelve importante; es una forma de mesmerismo. Me mesmerizo a mí mismo para alcanzar un estado mental que me permita pensar con profundidad. Mantener ese mesmerismo tanto tiempo –entre seis meses y un año– requiere una buena cantidad de energía mental y física».
Según el novelista, escribir y correr se parecen también en tanto que se disfruta más del camino que del resultado final: los premios en la literatura, el puesto en una maratón. Igual que a un corredor amateur de una maratón lo que le importa es cumplir con un objetivo de tiempo concreto y no quedar por delante de los demás, para Murakami no es una «cuestión esencial» el número de ejemplares vendidos, los premios literarios o lo buenas o malas que sean las críticas. «Lo más importante es si lo escrito alcanza o no los parámetros que uno mismo se ha fijado, y frente a eso no hay excusas. [...] Es imposible engañarse a uno mismo. En este sentido, escribir novelas se parece a correr un maratón».
Murakami empezó a correr a los 33 años, y desde entonces el veneno no le ha abandonado. Su grupo favorito para escuchar mientras practica este deporte son los neoyorquinos Lovin' Spoonful y le gusta tomarse una cerveza al terminar: «Me tomo una cerveza Amstel todo lo fría que quiero. Por supuesto, está buenísima. Pero la cerveza real no está tan buena como la que yo imaginaba y ansiaba fervientemente cuando corría». Murakami también afirma que correr a diario y fumar son incompatibles: «Querer correr cada vez más me motivó a la hora de aguantar sin fumar y me fue de gran ayuda a la hora de superar el síndrome de abstinencia».
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Fue en 1983, un año después de que empezara su afición a correr, cuando completó en solitario el trayecto que separa Atenas de Maratón, es decir, esos 42 kilómetros que conforman una de las pruebas estrella de los Juegos Olímpicos. Desde entonces, ha completado varias maratones, algún triatlón (correr, natación y ciclismo) e incluso algún ultramaratón, una carrera de 100 kilómetros. «Mi nivel es extremadamente corriente (por no decir mediocre, un término quizá más adecuado). Pero eso no es en absoluto importante. Lo importante es ir superándose, aunque solo sea un poco, con respecto al día anterior. Porque si hay un contrincante al que debes vencer en una carrera de larga distancia, ese no es otro que el tú de ayer», resume Murakami.
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