Diego Ruiz Mata: «El Turuñuelo es un extraordinario yacimiento, pero no es el fin de Tartesos»
El catedrático de la Universidad de Cádiz sostiene que esta fase histórica en la que Occidente adquirió protagonismo fue consecuencia de un proceso de integración entre fenicios e indígenas en la zona de Huelva, la bahía gaditana y el Bajo Guadalquivir
El enigma de Tarteso y su misterioso final, en la primera exposición en España sobre esta cultura
![Diego Ruiz Mata](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/04/12/IMG-20200701-WA0012-RZQvEe8mW6cNzMSlowQkCDP-758x531@abc.jpg)
Tartessos, Tarteso, Tartesos… Ni la forma de escribir el nombre de esta civilización ibérica de la Protohistoria está aún clara. Las connotaciones míticas que han impregnado la búsqueda de ese confín occidental del mundo antiguo rico en plata, que ya se menciona en la ... Biblia como Tarsis y donde los griegos situaron algunos de los Doce Trabajos de Hércules, le han conferido un halo de misterio que sólo desde la arqueología se va poco a poco desentrañando.
«Tartesos es la fase histórica en la que Occidente adquiere un protagonismo y una presencia en la Historia del Mediterráneo y de Oriente, que es donde están las grandes culturas. Es la que nos introduce en esa Historia de carácter universal», señala el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cádiz Diego Ruiz Mata en conversación telefónica con ABC.
Este veterano profesor, miembro correspondiente por Cádiz de la Real Academia de la Historia y del Instituto Arqueológico Alemán, acaba de publicar un nuevo libro sobre 'Tartesos y tartesios' (Almuzara, 2023) en el que repasa la historiografía existente y los avances arqueológicos realizados hasta la fecha y aporta su visión personal, tras décadas de experiencia como arqueólogo en numerosos poblados andaluces de la Edad del Cobre, Bronce Pleno y protohistoria fenicia y tartésica, en especial como director desde 1973 a 2003 de las excavaciones en el poblado fenicio del Castillo de Doña Blanca (Puerto de Santa María, Cádiz).
Ruiz Mata se decanta por 'Tartesos', «porque es un intermedio entre el mundo griego, que es al fin y al cabo de donde procede el influjo más directo, de los textos griegos que mencionan 'Tartessos', y el moderno que quita la 's' final», aunque indica que no existe un término más o menos correcto. Pese a cuanto se ha dicho y escrito sobre Tartesos -solo este último libro consta de más de 700 páginas-, esta fascinante cultura sigue siendo en muchos sentidos una incógnita.
Huelva, el núcleo
«El problema es que no tenemos fuentes escritas que nos indiquen exactamente dónde se situaba o qué era Tartesos, pero hay algunas referencias obvias» que a este investigador le llevan a definir esta famosa civilización como el resultado del proceso de interacción, aculturación o integración de los fenicios llegados a finales del siglo IX a.C. con la sociedad indígena del sur peninsular. En concreto, subraya, de la zona de la bahía de Cádiz, Huelva -«que tiene todas las posibilidades de ser el núcleo y no la periferia de Tartesos!»- y el Bajo Guadalquivir.
«Francamente creo que Extremadura no es Tartesos y el Turuñuelo es un magnífico, un extraordinario yacimiento, pero no es el fin de Tartesos», afirma el catedrático cuando se le pregunta por este destacado enclave arqueológico de Guareña (Badajoz), cuyos impresionantes hallazgos se muestran actualmente en una exposición en el Museo Arqueológico y Paleontológico de la Comunidad de Madrid titulada, precisamente, 'Los últimos días de Tarteso'.
Ruiz Mata explica que los herederos de Tartesos fueron los turdetanos, que vivieron prácticamente en la misma zona que los tartesios a partir del siglo V a.C. y cuyo núcleo siguió siendo la ciudad, mientras que en Extremadura, por los datos con los que cuenta, sus habitantes se constituyeron en torno a grandes templos-palacios. Esa es una de las razones que le llevan a concluir que el yacimiento de las Casas del Turuñuelo no es tartésico, como ha trasladado amigablemente a sus colegas Sebastián Celestino y Esther Rodríguez, los arqueólogos directores de las excavaciones. «Nunca puede ser continuidad aquello cuyos precedentes son absolutamente distintos», dice.
A su juicio, «parece que Tartesos es una referencia que ennoblece algo cuando el Turuñuelo no requiere ser el final de Tartesos para tener una entidad histórica importante».
Aunque se han descubierto elementos orientalizantes en este y otros yacimientos extremeños, e incluso se halló en Cáceres el famoso tesoro de La Aliseda, este catedrático considera que son fruto del comercio y la influencia fenicia. «Se ha mencionado a una Tartesos que abarca desde el Guadiana a Murcia y parte del Levante. Todo lo que se vincula de algún modo, en mayor intensidad, con el mundo fenicio», pero Ruiz Mata señala en su obra que «hay que distinguir lo que la expansión fenicia produjo en Occidente, es decir, las costas mediterráneas y atlánticas incluyendo Portugal, con sus propias colonias, factorías y comercio, y el proceso que se produjo en Huelva, Bajo Guadalquivir y bahía gaditana, de transformación y cambios».
«Los fenicios no descubren Tartesos»
Aunque ya desde el tercer milenio hubo navegaciones fenicias con cierta continuidad por esta zona que permitieron a los fenicios conocer su riqueza metalúrgica, este proceso comenzó a finales del siglo IX a.C., hacia el año 800, continúa el historiador. «Los fenicios no descubren Tartesos», subraya antes de insistir en que no constata su existencia antes de la llegada de los fenicios. «Mi tesis es que Tartesos es el resultado posterior a la llegada de los fenicios, la consecuencia del proceso de interacción entre los fenicios que llegan y la sociedad indígena existente», remarca.
![Una pieza del tesoro del Carambolo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/04/11/carambolo-U22322326258rgr-624x350@abc.jpg)
Según explica Ruiz Mata, los fenicios trajeron consigo el concepto de ciudad frente a la cabaña, es decir, una idea de Estado frente a una organización tribal, así como nuevos productos -«el garbanzo, por ejemplo»- y los conocimientos tecnológicos para producir casi dos millones de plata en las minas de Riotinto (Huelva). También introdujeron nuevas divinidades como Melqart (que se asimilaría después al héroe griego Herakles y éste al romano Hércules) y Astarté, la diosa de la fecundidad, con sus rituales. «Todo eso lo trajeron los fenicios, además de las navegaciones, por supuesto», remarca el historiador antes de recordar que no hay constancia de que la población indígena del Bronce final de la zona navegara largas distancias por entonces, mientras que los fenicios hasta alcanzaron las Islas Británicas.
«Impulsaron un comercio internacional y una mundialización porque el que navega no lleva solo productos, también lleva cultura», destaca el catedrático. A su juicio, el mundo oriental fenicio y tartésico, junto con el romano posterior y la religión judeo-cristiana «conforman eso que llamamos con letras mayúsculas Cultura Occidental, hablamos de palabras mayores».
«Se debería investigar más»
Desde las pioneras investigaciones del británico George Bonsor y desde que el alemán Adolf Schulten alentara el estudio de Tartesos con su obra así titulada en 1924 y con sus excavaciones en Doñana, buscando imitar a su compatriota Heinrich Schliemann con Troya, las teorías sobre la ubicación del mítico reino de Argantonio se multiplicaron, con más o menos fundamento. Hubo que esperar a 1958 para que el famoso hallazgo del tesoro del Carambolo, en un cerro próximo a Sevilla, situara a los investigadores ante la auténtica Tartesos, la de su cultura material. Desde entonces se ha avanzado mucho en su investigación arqueológica, aunque a juicio de Ruiz Mata, aún queda un largo camino por recorrer.
«En el Carambolo se hizo una excavación muy importante en 2003-2004 y no se ha continuado, en Huelva se debería investigar más en la ciudad, porque tiene muchos visos de ser el centro de Tartesos, y aquí en el Castillo de Doña Blanca, que ya se ha convertido en un emblema del mundo fenicio, se puede excavar en 400 hectáreas», propone el arqueólogo, que podría poner otros muchos ejemplos más. «Hay yacimientos importantísimos en los que no se está trabajando, por desgracia, -dice- yacimientos sustanciales en el área de Tartesos».
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Los españoles, añade el catedrático de Cádiz, «tenemos una gran historia que contar y no es un cuento de hadas, es un pasado proyectado en el presente porque como decía Fernand Braudel, haber sido es una condición de ser».
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