Descubren un centenar de cartas eróticas de Gustave Courbet, el pintor de 'El origen del mundo'

Uno de los grandes patriarcas de la pintura realista de mediados / finales del siglo XIX es el autor de una pintura legendaria, 'El origen del mundo' (1866. Óleo sobre tela, 46 x 55. París), la pintura más visitada en el Museo de Orsay, uno de los tres grandes museos nacionales, parisinos.

'El origen del mundo' pinta en muy primer plano el sexo de Constance Quéniaux, cumpliendo un «encargo» de un diplomático turco–egipcio, Khalil – Bey. Courbet pintó muchas obras de carácter amoroso, sensual y sentimental, con personajes femeninos. Se pensaba que 'El origen del mundo', propiedad del psicoanalista Jacques Lacan, durante mucho tiempo, era una «excepción» en la vida y la obra del artista.

El descubrimiento de un centenar de cartas íntimas, profundamente eróticas, parece sugerir una realidad más «rica» y «compleja».

Angès Barthelet, directora adjunta de la biblioteca municipal de Bensançon relata de este modo el descubrimiento: «Por puro azar, ordenando una buhardilla, se descubrió en su día, un paquete de un centenar de cartas. De entrada, el descubrimiento no interesó a nadie. Pero, finalmente, alguien advirtió la firma de un cierto «Gustave«… el detalle intrigó… y terminó apasionando. Se puso un tiempo en confirmar las sospechas. Hasta poder confirmar que el autor de esas cartas muy íntimas y muy eróticas fue Courbet. Se trata de un descubrimiento. Estamos preparando una gran exposición, para dentro de unos meses».

Se sabía que el gran amor de Courbet fue Virginie Binet (1808-1865), que trabajó como modelo del pintor durante varios años. La historia amorosa tardó mucho tiempo en descubrirse. Y solo recientemente se descubrieron esbozos íntimos.

El descubrimiento de la correspondencia erótica con Mathilde Carly de Svazzema abre un nuevo capítulo en la vida íntima de artista. Entre 1872 y 1873, Courbet y Mathilde sostuvieron una correspondencia muy «tórrida» y «original»: a falta de nuevos descubrimientos, los especialistas estiman que los «amantes virtuales» no llegaron a encontrarse físicamente. Esa ausencia de contacto físico hacía más profunda la relación «espiritual».

Una vez por semana, aproximadamente, durante dos años, Courbet dirigió a Mathilde cartas bastante más que «apasionadas», hablando de sexo y sexualidad con notable falta de «pudor». Mathilde, por su parte, correspondía al pintor en términos igualmente «directos». Complicidad amorosa muy fuera de lo común, aparentemente, que los especialistas presentarán en la gran exposición que presentará el descubrimiento, en Besançon, dentro de unos meses.