libros
Yuri Andrujovich, Europa y Ucrania desde una geografía íntima
ensayo
Andrujovich, uno de los grandes escritores ucranianos actuales, viaja por treinta y nueve ciudades, algunas de ellas en guerra
Leópolis, mítico epicentro literario de la Ucrania que resiste
Ucrania, la de los mil escritores y ciudades míticas, ya fuera en la época del Imperio Ruso o el Imperio Austrohúngaro, de los soviets, o en la actual e independiente, «jamás desaparecerá de nuestros mapas mentales», dice Karl Schlögel en su estupendo libro 'Ucrania, encrucijada de culturas. Historia de ocho ciudades' ... (Acantilado). Lo demuestra, por ejemplo, la legendaria Czernowitz o Chernivtsí «ciudad grabada en el mapa de la literatura mundial gracias a los nombres de Paul Celan y Rose Ausländer», como dice este historiador alemán.
Pero lo corrobora igualmente en su fascinante 'Pequeña enciclopedia de lugares íntimos (Breviario personal de geopoética y cosmopolítica)' uno de los más grandes y geniales escritores ucranianos actuales, de amplia presencia desde hace años en nuestro país: Yuri Andrujovich (Ivano-Frankivsk, 1960). «¡Chernivtsí —dice Andrujovich— es el único lugar en la tierra de Parnasópolis en el que todo el mundo habla en verso!». Aunque —añadirá con melancolía— es verdad que los grandes poetas nacidos en Chenitvtsí «huyeron de allí para siempre».
ENSAYO
'Pequeña enciclopedia de lugares íntimos'
![Imagen - 'Pequeña enciclopedia de lugares íntimos'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/03/10/1558portamercedes-U71802253601fkz-224x330@abc.jpg)
- Autor Yuri Andrujovich
- Editorial Acantilado
- Año 2023
- Páginas 405
- Precio 24 euros
¿Pertenecen a algún género o fórmula literaria determinada las ciudades? En su bellísimo libro, una especie de diario a través de lugares, personas y momentos de su vida señalados, Andrujovich afirma que sí, que en ocasiones hay ciudades que inducen al diario y hay otras que empujan a los escritores a imaginar una novela: «Si Berlín me sale en forma de diario y siempre tengo ganas de escribir en él, Lviv es una novela».
Carreteras secundarias que nos llevan a lugares que resuenan en las noticias
En este libro o zigzag fascinante que da vueltas y más vueltas sobre su pasado y su memoria personal, Andrujovich viaja por treinta y nueve ciudades europeas y americanas rompiendo, como es habitual en él, con el humor y carga poética maravillosa e hipnótica que le caracteriza, todos los códigos y reglas habituales. Las carreteras secundarias que emprende Andrujovich llevan a ciudades y capitales muy reconocibles como Praga, Nueva York, Venecia, Toronto, Estrasburgo, Fráncfort, Varsovia, Bucarest, Berlín, Múnich o Amberes, pero también a un buen número, más emocionante que nunca en estos momentos, ya que son lugares que resuenan a menudo en las noticias diarias, fotos y en las mentes de los lectores de hoy, debido a la actual guerra, de ciudades ucranianas.
Mil escritores
El libro de Andrujovich fue escrito antes de la actual agresión e invasión del país por parte de Rusia, pero no por ello los nombres dejan de resonar de forma estremecedora e impresionante, encogiendo el corazón al solo verlos reflejadas sobre el papel e imaginados.
Ahí está la Odesa de Bábel y Eisenstein; el Chernivstí (o el Czernowitz alemán) en la región histórica de Bucovina, actualmente dividida entre Ucrania y Rumanía, cuna de grandes escritores como el poeta en lengua alemana Paul Celan, como el israelí Aharon Appelfeld o como Gregor von Rezzori; el Drohobych de donde apenas salió el fantástico Bruno Schulz, ciudad a la que Andrujovich dedica un espléndido y largo texto ensayístico-literario; la imponente y majestuosa capital de Kiev, recordada de 1972 a 2017, incluyendo por tanto la célebre revuelta de la Plaza de Maidan; y, por fin, la bellísima ciudad de Lviv, capital de la Galitzia austrohúngara, y luego polaca, que tras la Segunda Guerra Mundial pasó a manos soviéticas («Polonia perdió Lviv, pero ganó Occidente»). La de los mil escritores (Stanislaw Lem, Adam Zagajewski, Zbigniew Herbert, Józef Wittlin), artistas, refinados intelectuales y, sobre todo, orgullosos ciudadanos que «imitaban con toda la intensidad posible a Occidente».
Sin cesar, en cada rincón, dirá Andrujovich, la exquisita y deseada Lviv («¡Devolved Lviv!», se escucharía durante mucho tiempo, como si fuera un juguete, entre la inmensa diáspora de los desplazados, instalados en el oeste de Polonia), sin cesar «se descomponía en fragmentos de París, Roma y Budapest».
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