ARTE
Los últimos días de Picasso
50 AÑOS SIN PABLO PICASSO
Este 8 de abril se conmemora el 50 aniversario de la muerte del artista. Falleció a los 91 años en Notre-Dame-de-Vie (Mougins), última guarida del minotauro. Fue enterrado en el castillo de Vauvenargues, a los pies de la Sainte-Victoire
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Domingo, 8 de abril de 1973. A media tarde, la radio y la televisión francesas interrumpían su programación festiva para dar una noticia que conmovió al mundo: «Pablo Picasso ha muerto a las 11:40 horas«. Tenía 91 años. Enseguida, periodistas, fotógrafos, curiosos y ... fans del pintor español con ramos de flores se arremolinaban junto a la entrada de Notre-Dame-de-Vie (Nuestra Señora de la Vida), última guarida del minotauro. Es una extensa finca en lo alto de una colina en Mougins (al sur de Francia), que perteneció a la familia del emporio de la cerveza Guinness.
Adquirida por Picasso en 1961 como regalo de boda para Jacqueline Roque, su segunda y última esposa, vivió allí los últimos doce años, recluido como un ermitaño, como un santo laico. Monumento histórico y rodeado por un olivar y una hilera de cipreses, que le confiere un aire a la Toscana, cuenta con una capilla del siglo XII. Por allí pasaron Rostropovich, Rubinstein, Chaplin, Cocteau o Churchill, quien inmortalizó el entorno en algunas pinturas.

Aquel 8 de abril, Miguel, secretario de Picasso, se acercó a la verja de la finca para anunciar que el artista había fallecido por una crisis cardiaca a consecuencia de un edema pulmonar. Tras la muerte de Jaime Sabartés en 1968, Picasso le pidió a su amigo Mariano Miguel Montañés, exoficial republicano y miembro de la Resistencia, que dejara su trabajo y se fuera a vivir con él. Se convirtió en su ayudante y confidente. Años más tarde, su hijo Alberto descubrió el diario de su padre y lo publicó bajo el título 'Picasso: los últimos años'.
Miguel fue uno de los tres mosqueteros (ilustres exiliados) que estuvieron cerca de Picasso en sus últimos años. También, en el momento de su muerte. Los otros dos son Jacques Barra, el jardinero de Notre-Dame-de-Vie, y Eugenio Arias, su barbero. Militante del Partido Comunista Español desde 1931, tras el armisticio, este último acabó residiendo en Vallauris, el pueblo de los alfareros en la Costa Azul. Allí montó una peluquería. Conoció a Picasso en 1948. Se hicieron buenos amigos. Además de cortarle el pelo, le sirvió de filtro para todo el que quería visitar al maestro. Fundó en 1985 un museo en Buitrago del Lozoya.
Barra, el viejo jardinero piamontés, entre lágrimas y con la voz entrecortada, narraba a la prensa desde el otro lado de la verja lo sucedido: «Picasso, mi patrón, murió de una crisis cardiaca a la hora en que acostumbraba a levantarse. Ayer mismo le pude ver paseando por el parque. Me pareció extraño, porque últimamente salía en muy pocas ocasiones. Por la noche subí a su habitación anémonas y pensamientos. Le gustaba dibujar las flores de su propio jardín. El sábado vinieron unos amigos de Cannes y la velada se prolongó, porque a Picasso le gustaba siempre acostarse tarde. Y esta mañana le hemos encontrado muerto. Había tenido una gripe fuerte, como todos, este invierno». Lo contaba el corresponsal de ABC en París, Andrés Travesí.
Aquellos amigos de Cannes eran su abogado Armand Antebi y su esposa. Picasso estaba de muy buen humor. «Bebe por mí, bebe a mi salud. Sabes que no puedo beber más», dijo, sin saber que serían sus últimas palabras. Sobre las once y media de la noche se levantó de la mesa para volver a pintar. Solía hacerlo hasta las tres de la madrugada. En las últimas semanas trabajó duro, ultimando las obras para una exposición en mayo en Aviñón.



'Picasso's Last Words (Drink to Me)' es una canción de la banda Paul McCartney & Wings, lanzada en su álbum de 1973 'Band on the Run'. Nació como un reto que le propuso Dustin Hoffman a McCartney, tras cenar juntos en Jamaica, donde se rodaba 'Papillon'. La letra reza así: «El gran pintor murió anoche. Sus cuadros en la pared. Antes de irse nos deseó lo mejor y nos dio las buenas noches a todos. Bebe por mí, bebe a mi salud. Sabes que no puedo beber más».
Escribe el crítico de arte Pierre Cabanne en 'El siglo de Picasso' que el artista pasó una mala noche, se sofocaba. Jacqueline, asustada, llamó al médico de cabecera. Este avisó a su cardiólogo en París, pero cuando llegó ya no pudo hacer nada. Según otras fuentes, Picasso se despertó a las 11:30, pero no pudo levantarse de la cama. Jacqueline pidió ayuda. Antes de que pudiera llegar un médico, había muerto. Sea como fuere, se certificó su fallecimiento como un infarto provocado por un edema pulmonar. A las 11:40 moría el genio y nacía el mito. ¡Ha muerto Pablo! ¡Viva Picasso! Jacqueline apenas avisó a un puñado de personas para comunicarles la fatal noticia: Kahnweiler, los Leiris, familiares de Barcelona...
Arias lo amortajó con una capa española que le regaló a Picasso años antes Jacqueline. En realidad, tenía dos capas de la firma Seseña de Madrid. En 1955, el torero Luis Miguel Dominguín, buen amigo, le obsequió con una. Años después, Jacqueline encargó otra, con unos claveles bordados, que llegaría a manos del artista a través del equipo de fútbol del Real Madrid. Aprovechando que iba a jugar un partido en Niza, se la llevaron. Fue bautizada como 'Capa Pablo'. Seseña donó una similar a la casa natal de Picasso en Málaga.



Cuenta Cabanne que el cuerpo fornido del artista parecía haberse achaparrado y encogido con los años: «Pensaba en la muerte y sabía que la muerte pensaba en él. Había comunicado a Jacqueline Roque y al notario Antebi las disposiciones que debían tomar cuando llegara el momento». Nada trascendió sobre la salud de Picasso. Jacqueline, guardiana de la guarida del minotauro, se afanaba por mantener a salvo su privacidad, no solo ante extraños, también ante su familia. Cuando llamaban a la puerta de Notre-Dame-de-Vie, la respuesta era siempre la misma: «El señor no está».
Corrieron como la pólvora los rumores de que Picasso estaba enfermo. Un semanario llegó a publicar que fue internado en el hospital americano de Neuilly y sometido a un tratamiento. Un día, un periodista alemán llamó a casa por teléfono. Él no solía cogerlo, pero aquel día lo hizo. «¿Ha muerto ya Picasso?, preguntó el osado periodista. «Está usted hablando con el cadáver», respondió Picasso. Genio y figura.
El 9 de abril, Paulo, su primogénito, fruto de su primer matrimonio con la bailarina Olga Khokhlova, acudió a la alcaldía de Mougins, acompañado por el notario, para dar parte de la muerte de su padre. El alcalde de la localidad registró el acta. Reza así: «El 8 de abril de 1973, a las 11 horas 40, ha fallecido en su domicilio de Mougins, barrio de Notre-Dame-de-Vie, Pablo Ruiz Picasso, nacido en Málaga (España) el 25 de octubre de 1881, pintor-artista, hijo de José Ruiz y de María Picasso. Levantada el 9 de abril de 1973, a las 9 horas, bajo declaración de Paulo Ruiz Picasso, hijo del difunto».
Fue enterrado en el castillo de Vauvenargues, a los pies de la Sainte-Victoire, la montaña de Cézanne
Los telegramas de condolencia y las coronas de flores llegaban de todos los rincones del mundo. Dicen que, por orden expresa de la viuda, sólo una pudo traspasar la verja de la casa. En la cinta morada, apenas cuatro palabras: 'Málaga a Pablo Picasso'. Un emocionado homenaje de su tierra natal. La bandera española ondeaba ya a media asta en el Prado, museo del que fue nombrado director por el Gobierno de la República. Nunca tomó posesión. La Academia de Bellas Artes de San Fernando celebró el día 9 una solemne sesión necrológica en memoria del pintor, académico honorario. El Ayuntamiento de La Coruña ofreció una misa por el alma de Picasso en la iglesia de San Jorge.
Las ordenanzas municipales de Mougins prohibían los enterramientos particulares a menos de 35 metros de los límites periféricos. Así que no pudieron enterrar a Picasso en Notre-Dame-de-Vie, como era su deseo. Dos días después de su muerte, el cadáver fue trasladado al castillo de Vauvenargues, que el artista compró en 1958 a los pies de la Sainte-Victoire, la montaña que obsesionó a Cézanne. Un día, Picasso llamó a su marchante, Daniel-Henry Kahnweiler: «Me acabo de comprar la Sainte-Victoire», le dijo. ¿Cuál de ellas?, preguntó Kahnweiler «¡La auténtica! Cézanne ha pintado esa montaña. Ahora yo soy su propietario».



En 2009 y 2010, Catherine Huting (hija de Jacqueline, fruto de su matrimonio con el ingeniero André Hutin) abrió al público durante unos días el castillo. Allí siguen los botes de pintura Ripolin, los pinceles, caballetes... y el fauno tocando una flauta en el bosque que pintó en el inodoro. En el cabecero de la cama, Jacqueline colocó una señera.
En medio de una gran nevada, el cortejo fúnebre partió de Mougins en dirección a Vauvenargues. La comitiva estaba formada por la viuda de Picasso, Jacqueline; su hija Catherine y Paulo, de 52 años, primogénito de Picasso. El féretro, de caoba, quedó depositado en la capilla del castillo, donde yacía San Severino. Eran las cinco de la mañana. Por expreso deseo de Picasso, se hizo en la más estricta sobriedad e intimidad.
Maya, Claude y Paloma, sus tres hijos naturales, no pudieron despedirse de su padre
Su amigo Luis Miguel Dominguín fue uno de los pocos privilegiados que pudo dar su último adiós a Picasso. No fueron invitados sus tres hijos naturales, Maya, Claude y Paloma, a quienes Jacqueline había impedido ver a su padre en los últimos años. Colocaron una corona de flores en el cementerio cercano. «Eso fue lo más cerca que pudimos estar de nuestro padre», dijo Maya.
Al pie de la escalera de piedra en la entrada principal del castillo, donde Picasso permanecía largas horas contemplando la Sainte-Victoire, se cavó la tumba. Sobre la sepultura, 'La dama oferente': una figura femenina con un brazo gigantesco que sostiene una ofrenda. Escultura monumental realizada en yeso en el castillo de Boisgeloup, estuvo en el Pabellón de la Exposición Internacional de París del 37. Años después, el artista mandó crear dos versiones en bronce en la fundición Valsuani: una se halla velando su tumba; la otra, en el Museo Reina Sofía.
Desde 1935, Picasso no volvió a poner los pies en España, ni siquiera cuando murió su madre en Barcelona, en 1938. Pero siempre se sintió muy español y nunca olvidó su país. En 1970, tres años antes de su muerte, donó un millar de obras de sus primeros años a un museo con su nombre en Barcelona, puesto en marcha por su difunto secretario, Jaime Sabartés. Además, legó al Prado un importante conjunto de obras: entre ellas, el 'Guernica' y 'La dama oferente'. Un legado que pasó al Reina Sofía.
En sus últimos años, Picasso se embarcó en un frenesí creativo, impregnado de gran erotismo
Ya nonagenario, dibujaba en la cama, después revisaba el correo, almorzaba a las 14 horas y salía de vez en cuando a caminar por el jardín con Jacqueline y sus perros. En sus últimos años, Picasso se embarcó en un frenesí creativo, impregnado de gran erotismo. Sus obras postreras atestiguan una gran energía. Entre 1968 y 1972 pintó más de cien lienzos e hizo cientos de grabados. Parte de ellos se verán en la exposición 'El último Picasso. 1963-1972', que recalará en La Casa Encendida de Madrid. En 1970 se celebró una exposición en el Palacio de los Papas de Aviñón. Un año después, con motivo del 90 cumpleaños de Picasso, se exhibió su trabajo en la Gran Galería del Louvre. Y en enero de 1973, apenas tres meses antes de su muerte, Picasso aceptó mostrar obras recientes de nuevo en el Palacio de los Papas. Envió 200 cuadros pintados entre el 25 de septiembre de 1970 y el 1 de marzo de 1972.
«Adiós al mayor artista del siglo XX», «Ha muerto el último hombre del Renacimiento», «El arte, antes y después de Picasso».... Así contó la prensa internacional la muerte de Picasso. «Artista del siglo», tituló ABC su portada del 10 de abril de 1973, dedicada exclusivamente a Picasso e ilustrada con un primer plano del genio, que nos fulmina con su incisiva mirada. Por entonces, ni estaba ni se esperaba a internet y las redes [hoy, la muerte de Picasso hubiera sido 'trending topic' mundial]: los periodistas, ¡ay!, tenían descanso dominical y las ediciones de los periódicos no se publicaban los lunes, de ahí que la información saliera el martes 10. La Tercera de aquel número especial de ABC la firmaba José María Pemán bajo el titular 'Interrogatorio a Picasso'; escribieron Salvador de Madariaga y Camón Aznar, había crónicas de los corresponsales en París, Nueva York, Roma, Londres y Bonn...



Se reprodujo un artículo del propio Picasso, que colaboró en exclusiva nacional con el dominical de ABC, publicado cuatro años antes de su muerte: «En 1968 cumplí 87 años, pero todavía siento la juventud que encierra mi avanzada edad. Todavía mantengo la fe en mí mismo y en los demás (...) Llevo pintando 77 años por lo menos, pero todavía me queda mucho por hacer (...) Estoy instalado felizmente en mi ermita de Notre-Dame-de-Vie... ¡Soy un ermitaño a la fuerza!». En ese artículo decía sobre las mujeres: «Muchos deducen que debo ser vehemente con las mujeres, por los muchos desnudos que he pintado. No me impresiona pintar mujeres desnudas. Los desnudos me vienen naturalmente. Tampoco busco el erotismo. Si forma parte de mi obra es porque existe».
Poco después de la muerte de Picasso, su nieto Pablo, hijo de Paulo y Emilienne Lotte, murió en el hospital a los 24 años: había bebido lejía. Vivía cerca de su abuelo, en Golfe-Juan. Abatido por no poder verlo, al parecer andaba deprimido por sus problemas económicos. Su hermana Marina publicaría años después 'Picasso. Mi abuelo', un demoledor ajuste de cuentas.
Según un inventario de sus bienes, el artista dejó unas 45.000 obras: 1.885 pinturas, 7.089 dibujos (más otros 4.659 incluidos en 149 cuadernos), 30.000 grabados, 1.228 esculturas, 3.000 cerámicas, además de libros ilustrados, planchas... A ello habría que sumar dinero en efectivo, acciones y bonos, además de sus residencias. El legado de Picasso estaba estimado en unos 250 millones de dólares.
Según comentó su abogado, Picasso no hizo testamento por su superstición sobre la muerte
En torno a un 20% se lo quedó el Estado francés en calidad de impuestos de Sucesión, que cobró en obras de Picasso (dación). Fue el primero en elegir y escogió las mejores de cada época. Hoy conforma la colección del Museo Picasso de París, en el corazón del Marais. El artista hizo en vida la donación al Louvre de parte de su colección personal. Pero, debido a su superstición sobre la muerte, no hizo testamento. Según la ley francesa, la mitad de la fortuna del artista debía ir a manos de su viuda, Jacqueline Roque, y la otra mitad a su único hijo legítimo, Paulo.
Tras cuatro años de dura batalla legal y millones de dólares gastados, en 1977 se llegó a un acuerdo. Maya, Claude y Paloma vieron cómo se reconocían sus derechos como hijos naturales de Picasso y, por tanto, eran incluidos en el reparto de la herencia. Como Paulo, su primogénito, había muerto en 1975, entraron en dicho reparto los hijos de éste: Marina, fruto de su primer matrimonio con Emilienne Lotte, y Bernard, del segundo con Christine Paupin. Según un informe publicado en 'Le Monde', la viuda de Picasso obtuvo 48 millones de dólares; cada uno de los tres hijos ilegítimos, alrededor de 20 millones, y cada uno de los nietos, unos 60 millones.
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A los 90 años, unos meses antes de fallecer, pintó su 'Autorretrato frente a la muerte'. Pierre Daix confesaba: «Tuve la repentina impresión de que estaba mirando su propia muerte a la cara». «La muerte no me asusta», le dijo Picasso a un amigo. «Tiene una especie de belleza. Lo que tengo es miedo a enfermar y no poder trabajar». Cuando Pablo Picasso nació el 25 de octubre de 1881 en Málaga, su madre, María, fue atendida por una partera. Creyó que el niño había nacido muerto. Su tío Salvador, médico, lanzó al recién nacido una bocanada de humo de su cigarrillo y comenzó a llorar. En 1973 tampoco murió. Cincuenta años después, sigue vivo. Picasso es inmortal.
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