SFDK: volver al barrio para hacer cumbre en la historia del rap
Tras anunciar que su concierto del 30 aniversario se pasaba al estadio La Cartuja, Zatu y Acción Sánchez reciben a ABC Cultural en su estudio de Sevilla, para recorrer durante dos días las calles de Pino Montano en las que empezaron a hacer música y se convirtieron en el grupo enseña del hip hop español
SFDK se pasa al estadio de la Cartuja de Sevilla para celebrar su concierto del 30 aniversario
![Acción Sánchez (izquierda) y Zatu, en una de las plazas del barrio sevillano de Pino Montano](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/05/05/sfdk_zatu_accion_sanchez_pino_montano_2-RWjdXix3u4DvO7Sorfe27JM-1200x672@abc.jpg)
Oye, Zatu, ¿y todos esos cuadernos usados que están tirados en la esquina? Apenas llevamos unos minutos en el estudio de SFDK en el Polígono Pisa de Mairena de Aljarafe, en Sevilla, cuando nos percatamos de ese detalle. «Están todos llenos de rimas que ... nunca grabamos. A veces rebusco en ellos letras que deseché o no terminé y me sorprendo. Tengo tantas que las pierdo», comenta Saturnino Rey (Sevilla, 1977). Las desperdigo sobre la pequeña mesa que hay detrás de donde su compadre Óscar Sánchez (Sevilla, 1977) termina de arreglar los temas que incluirán en la versión extendida de su último álbum, 'Inkebrantable' (SFDK Records), que publicarán el 19 de mayo.
Detrás del sillón, bajo los discos de oro y platino colgados en la pared, hay también folios sueltos llenos de estrofas garabateadas a mano con bolígrafos de varios colores, alguna de las cuales tiene más palabras tachadas que escritas. En uno de los cuadernos pone 'Lucía'. «¿Es tu hija?», pregunto a Zatu. «¡Sí! Le quito los cuadernos a todo el mundo», responde. Hace un sol de perros y acaba de comenzar el primero de los dos días que ABC Cultural va a pasar con SFDK para recorrer Pino Montano, el barrio del extrarradio en el que se conocieron y empezaron a hacer música, antes de convertirse en uno de los grupos más importantes de la historia del rap español, y visitar el estadio La Cartuja, donde el 22 de junio del año que viene celebrarán su 30 aniversario con un concierto para 70.000 personas. Una locura que ninguna figura del hip hop nacional ha logrado antes.
«¿A ver esa letra rosa que tienes ahí?». Se la paso. «Muchas son una mierda, pero a veces descubro un apunte suelto que me sirve. La que me has pasado encaja en cualquier ritmo básico de la vieja escuela. Ahora está de moda otra vez el sonido de los primeros discos de Wu-Tang Clan», explica Zatu. En ese momento, Acción Sánchez, nombre artístico del deejay, pone una de sus bases, y su compañero empieza a dar vueltas por el estudio, mientras silba una posible melodía para el estribillo y busca en las hojas alguna letra olvidada.
«No te creas que estamos haciendo el paripé para el reportaje, estamos aprovechando para repasar las mezclas de verdad», aclara Sánchez. Durante un rato se olvidan de que estamos ahí y van corrigiendo detalles. «¿Esta ha quedado bien, 'cabeza'?», pregunta cariñosamente a Zatu, antes de continuar lanzándose preguntas como en un partido de tenis: ¿Has visto algún fallo?, ¿ves bien el estribillo?, ¿no crees que se superponen las estrofas?
De repente, Zatu se quita los cascos y sale de la cabina de grabación para ver una de las letras inéditas que le hemos pedido fotografiar: «Mmmmm… ¡Esta guapa y no ha salido!». La susurra durante unos segundos: «Me gusta escribir lento en las noches de tormenta / beber por ti los vientos...». Le pide a su compañero que ponga alguna de las cientos de bases que tiene guardadas en el ordenador con nombres provisionales. Este escoge 'Return 91' y él comienza a grabar las rimas satisfecho, cambiando alguna de las palabras sobre la marcha.
—¿Ya tenían hecho el tema?
—Acción Sánchez: ¡Qué va, lo acabamos de crear!
—Zatu: He escuchado la música por primera vez ahora y he visto la letra al preguntarme vosotros si la podíais publicar.
—A. S.: Yo he cogido la base sin pensar mucho. Por el tipo de letra creí que podía encajar en ese ritmo que recuerda al pasado , que es 91 BPM [beats por minuto], como indicó en el título, pero ni siquiera lo recordaba. Acabáis de asistir en directo a la creación de un tema que podría salir en el futuro.
—Z.: Lo vamos a dejar así, ¿no? Ahora solo queda grabar el estribillo y lo podríamos llamar 'Doctor Dolittle' o 'El hombre noche'. Si no estuviera prácticamente terminado, podríamos seguir hasta la madrugada. Y al terminar, antes de ir a casa, haríamos «la rueda», que consiste en que Óscar pone los ritmos creados ese día mientras yo me hecho un 'cigarrito' en la ventana y, si alguno nos gusta, improviso algo sobre él.
—A. S.: Algunos días nos han dado las 5 de la mañana. Ten en cuenta que hacemos música juntos desde los 17 años, por lo que tenemos esa complicidad…
De repente, se detiene y mira a Zatu: «¡Tío, últimamente pienso mucho en todos los amigos con los que empezamos a hacer rap en esa época! Compañeros que, por circunstancias, no pudieron continuar… ¡Mierda, que complicado! Quedamos muy pocos de los que grabamos maquetas esos años. Y luego pienso en que ellos también pusieron su granito de arena para levantar el hip hop en España y que nosotros podamos actuar en un estadio, ¿sabes?».
—Muchos de esos viejos amigos con los que empezasteis a hacer rap y con los que hace tiempo que perdisteis el contacto podrían haber comprado la entrada para veros en La Cartuja con sus hijos...
—A. S.: Sí, cierto, puede ser. La verdad es que no lo sabemos.
A continuación se percata de la hora: «Vamos, que nos cierran el chiringuito». Nos dirigimos al bar El Collao que hay junto al estudio. Las camareras les saludan con cariño y Sánchez les ayuda a limpiar y poner la mesa. «¡Uy, famosos, famosos!», bromea su amigo Javi al entrar en el establecimiento. Durante la comida, el deejay recuerda la casa en la que vivieron juntos en Pino Montano, la misma en la que compusieron sus tres primeros discos hasta que pudieron vivir de ellos; la comida que les traían del cuartel sus amigos militares, los primeros conciertos de hip hop que Óscar organizó dentro y fuera de Sevilla y las primeras salidas de SFDK cuando todavía trabajaban de camarero y pintor, respectivamente, tras abandonar los estudios de FP.
![Zatu (izquierda) y Óscar Sánchez, trabajando en su estudio, con las figuras de ambos realizadas por el artista Anhell Toys](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/05/05/sfdk_zatu_accion_sanchez_estudio_2-U64173032245oCI-624x350@abc.jpg)
—Se puede decir que levantaron la escena de la nada.
—Z.: El rap de esta ciudad lo levantó Óscar solo, que era quien tenía los contactos de los pocos grupos que había en España y el primero que trajo aquí a Violadores del Verso. Gracias a él, en Sevilla teníamos acceso a las maquetas… Lo hacía todo. Se ponía en contacto con Kase.O por carta y le mandaba diez maquetas y él le enviaba otras diez de SFDK para que él las vendiera en Zaragoza. Y lo mismo con grupos de Madrid, Barcelona, Mallorca o Málaga.
—A. S.: Había un enlace en cada ciudad y yo era el de aquí. Cuando me enteraba de que había una 'jam' en otra ciudad, llamaba y pedía que nos dejaran actuar, aunque fuera gratis y pagándonos el billete. El público lo formaban los miembros de las bandas, sus novias y sus amigos. El primer concierto en Madrid fue, curiosamente, en El Escorial, y luego ya fuimos a la sala Macumba de la capital, en 1996, con Frank T y Kase.O.
—¿Sienten que ha cambiado mucho la forma en la que se escuchaba música antes, con todo el esfuerzo que requería conseguirla?
—A. S.: Me obsesiona mucho la forma en que la gente escucha música hoy en día, en la que si no los enganchas en los veinte primeros segundos del tema, estás perdido. ¿Por qué crees que ahora todas las canciones empiezan cantando? Cuando hago música lo analizó todo y con eso me vuelvo loco.
—¿Quiere decir que ha adaptado su forma de componer al mercado?
—A. S.: No, quiero decir que mis gustos se han adaptado con el tiempo a lo que se escucha en cada momento.
—¿De una manera consciente para que la gente escuche sus temas enteros?
—A. S.: Claro... ¡No quiero ponerme a trabajar en la obra!
Camino de Pino Montano, en el coche de Zatu no suena rap, sino funky clásico que canturrea de vez en cuando. No tardamos mucho en llegar a la barriada ubicada en la periferia de Sevilla, surgida a finales de los años 60 con la llegada de población obrera con escasos recursos económicos. Aquel vecindario no contaba con los servicios mínimos, por lo que surgió un fuerte movimiento vecinal que luchó para denunciar las carencias de la zona. Gracias a ello, el Ayuntamiento destinó sus primeros fondos a construir viviendas de protección oficial a principios de los 80. «Ahora es el barrio más grande de Sevilla, con más de cien mil vecinos, ya que es de los pocos que puede crecer hacia el campo al estar en las afueras. Lo demás está ya construido», explica Zatu, después de enseñarnos el enorme grafiti de más de diez metros de altura que les han dedicado en el Centro Cívico Entreparques, junto a la Ronda de circunvalación SE-30, que luce en la portada del último disco.
Antes de cruzar la autovía para entrar en Pino Montano, Zatu nos advierte: «Tened cuidado, con la masificación, cada semana muere gente aquí atropellada. Están todos los vecinos luchando ahora para que el Ayuntamiento busque una solución. En mi época se salió del barrio directamente a la carretera». Mientras caminamos por las calles y rodeamos el Instituto Félix Rodríguez de la Fuente, en unos de cuyos rincones se formó la primera versión de SFDK -el nombre procedía de Straight From Da Kranny ('Directamente desde el escondrijo'), que luego derivó en 'Siempre Fuertes De Konciencia'-, afloran los recuerdos del letrista.
![Acción Sánchez (derecha) y Zatu, en la pared del bloque donde vivieron en Pino Montano, con el grafiti dedicado a SFDK](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/05/05/sfdk_zatu_accion_sanchez_pino_montano-U88248435250dDp-624x350@abc.jpg)
«Ese era el muro que saltaba cuando me escapaba en el recreo», «a esos bloques los llamamos 'la barriada de la patada', porque sus vecinos tuvieron que ocupar las casas cuando nos les entregaron las llaves» y «este edificio es donde vivimos Óscar y yo… Aquí me crié, mi madre todavía vive un par de bloques más allá», continúa Zatu. En busca de un sitio tranquilo en el que charlar, los vecinos le paran varias veces: «¡Hombre, niño, qué pasa!», «pues ya ves, aquí, haciendo un reportaje para ABC», «el otro día hablé de ti con Beret [el famoso músico de pop urbano que también salió de Pino Montano], su madre es amiga mía», «¿qué tal, quillo?», «ahí vamos a lo nuestro, con épocas mejores y peores… ahora estamos en un momento bueno otra vez».
—¿En este piso hicieron '2001 Odisea en el lodo' (Zona Bruta, 2003), el disco con el que triunfaron en España y América?
—Z.: Sí, menos 'El liricista en el tejado'. Era de mis abuelos, que nos lo dejaron durante tres años. Ese tema fue el primero que hicimos cuando nos tuvimos que mudar y el último en incorporarse al disco. Fuimos corriendo a nuestro sello, Zona Bruta, para que nos dejaran grabarlo. '¡Va a ser el pepino!, les decíamos. Ellos insistían en que ya no había tiempo ni dinero. Se lo rapeé varias veces a capela para convencerlos. A última hora, accedieron, y mira, fue la canción que nos catapultó y que se convirtió en nuestro buque insignia.
—A. S.: Fue el disco que lo cambió todo para nosotros. Un día vendíamos sesenta entradas y al día siguiente, quinientas.
—¿Por qué el primer disco de hip hop que se publicó en España, el recopilatorio de 'Rap in Madrid' (Ariola, 1989), no se tomó en serio?
—A. S.: Siempre es lo mismo. Los grupos que participaron en él no tienen culpa, sino las multinacionales, que cogieron a esos chavales y los manipularon para hacer un producto más comercial. Ese disco, junto a la serie de 'El Príncipe de Bel Air', crearon un concepto del hip hop basado en la mofa, con el cliché de la gorra para atrás y todas esas cosas.
—¿Fue El Club de los Poetas Violentos, cuyo primer disco, 'Madrid Zona Bruta' (Yo Gano, 1994), se publicó el mismo año que se formó SFDK, el grupo que primero demostró que el rap era algo distinto?
—A. S.: Así es, fue el primero que nos enseñó de verdad en España lo que era esta cultura. A partir de ahí, todos nos esforzamos en quitar los estigmas que tenía. Tardamos más de una década… ¡Puede que más!
—En esa época no había mucha presencia femenina en el rap, ¿verdad?
—Z.: No, pero aprendimos de las nuevas generaciones a cambiar eso. En los 90 y principios del 2000, los raperos perdimos mucho tiempo en hablar de otros raperos, diciendo que ibas a machacar al otro, mientras los chavales más jóvenes se ocuparon de sus cosas. Pensé: «¡Claro, tío, estamos perdiendo el tiempo hablando a un grupo de cien personas cuando hay miles escuchándonos!». Es tan sencillo como acabar una canción con «prima» en vez de «bro» (hermano) y ya les estoy hablando a ellas. Cuando cambiamos el quién, cambió todo y empezamos a hacer mejores canciones. Dejamos de ser camioneros que hablan de bujías…
—¿Es cierto que de jóvenes recorrieron más de 200 kilómetros en bicicleta para llevar quince o veinte maquetas a Málaga?
—Z.: Sí, a Candilejas Records en 1995. Estábamos aquí en el parque por la noche con el pique y, a la mañana siguiente, salimos con bicis sin frenos. La Guardia Civil nos paró en Estepa, cuando llevábamos cien e íbamos por la autovía. Salimos cuatro y llegamos tres, porque a uno le dio el bajón y se dio la vuelta. El resto dormimos en una gasolinera, pero al llegar a Málaga vendimos todas las maquetas y nos pidieron más.
—¿Tienen la sensación de que los grupos de éxito del rap actual siguen la estela de lo que crearon en esa segunda mitad de los 90?
—Z.: Más bien de lo que creamos a partir de 2004: la autoproducción. Tras el éxito de '2001 Odisea en el lodo', dejamos Zona Bruta y creamos nuestro propio sello, SFDK Records. Hasta entonces todos los grupos buscábamos que nos fichara una de las únicas discográficas que sacaban discos de rap: Avoid, Yo Gano o Zona Bruta. Lo primero que sacamos por nuestra cuenta, 'Después de…', se convirtió rápidamente en sencillo de oro al vender 10.000 copias y demostró que había un camino a seguir.
—¿Quiere decir que crearon su propio sello, SFDK Records, por necesidad?
—A. S.: Nada más publicar 'Odisea…', sentimos el runrún de que SFDK iba a ser el siguiente grupo en petarlo, pero Zona Bruta no lo vio igual. No querían, por ejemplo, fabricar más discos y hubo un momento en que no los podías encontrar en las tiendas. En aquella época, eso significaba que el álbum se olvidaba, que se pasaba el arroz. Viéndolo ahora con el paso del tiempo, puedo entender que la inversión para sacar un disco en aquellos años era alta y Zona Bruta era un sello independiente que tendría sus límites. Por lo que fuera, no apostaron más.
—Z.: Es cierto que el coste de los estudios que nos pagó Zona Bruta para grabar los tres primeros discos… ¡Agüita! Se gastaron mucha pasta, pero no quisieron ir más allá, así que el siguiente lo hicimos nosotros y vendimos 70.000 copias.
—¿En ese momento llegarían ofertas de multinacionales?
—Z.: Sí, las tres más grandes nos ofrecieron unos pocos millones de pesetas, pero al final te das cuenta de que siempre es lo mismo. Para ellos eres un producto. Mientras tengas éxito, todo bien, pero si no funcionas, te echan a un lado y no te dejan ir a ningún sitio. Luego está la cuestión económica. ¿Prefieres llevarte 10 o 90? ¿Ser más famoso y cantar en Telecinco sin que vayan a verte en concierto o ir a tu rollo y tener tu público aunque te conozcan menos?
—A. S.: Nos entraron por diferentes flancos. Unos querían ficharnos para sacar nuestro siguiente disco y otros nos ofrecían dinero por gestionar nuestros derechos de autor. Algunos, incluso, viajaron hasta aquí para hablar con nosotros, pero dijimos que no a todo.
—Zatu, ¿los nervios le siguen haciendo vomitar antes de los conciertos?
—Z.: Me ha ocurrido hasta hace poco. Era psicológico, claro. A mi madre le pasaba cuando se ponía nerviosa porque llegaba de fiesta tarde y a mí me pasó desde el primer concierto. No tenía nada que ver con el alcohol, pero sabía que, si me lo aguantaba, vomitaría en el escenario, así que lo provocaba yo antes. Me bebía un litro de agua de golpe, la echaba toda y me quedaba como nuevo.
—Hace cinco años, cuando no era tan habitual como ahora, también contó que había pasado una depresión.
—Z.: Al contarlo, me quité un poco los nervios, pero creo que he vivido deprimido desde adolescente [mira a Sánchez buscando la confirmación]. En ese momento no podía frenar mis pensamientos, estaba en un estado de irritación grande, con dolor en el cuello, como si lo tuviera siempre agarrotado. Lo peor, sin embargo, eran los pensamientos demoníacos.
—¿Su carrera tiene mucho que ver con la depresión?
—Z.: Sí, claro, mucho. He vivido expuesto toda mi vida. Y, quieras o no, eso influye. Hasta en una discusión normal en la cola del pan soy el Zatu de SFDK. Si se sale de quicio y se monta un pollo, siempre hay alguien con un móvil. En todos estos años me he cortado mucho, y creo que esa acumulación de sentimientos, de no darle un guantazo a alguien en un momento dado, ha hecho mella.
—En otra ocasión lo achacó también a una especie de obsesión por querer salvar al mundo.
—Z.: Sí, también me dio por ahí. Todo lo incívico me sacaba los nervios… ¡El enfrentarme a la vida, tío! Que cada día la gente mire menos por los demás. Lo curioso es que me pasaba en el Aljarafe, donde resido ahora, que es donde mejor se vive, porque aquí, en Pino Montano, nunca lo pensé. No me gusta esa sensación de que si no corres para coger algo, te lo quita el de al lado, que es lo que ocurre entre los que no hemos tenido nada. Eso me sacaba de mis casillas, hasta que un día Óscar lo percibió y me llamó la atención: «¿Pero tú que tienes que salvar?».
—En el tema '¿Quién es el hombre?' de la primera maqueta de ToteKing ('Big King XXL', 2001) escribió las siguientes rimas: «Dios me ahoga cuando aprieta / guardo un problema más en la carpeta / he estado pensando en quitarme la vida / un gesto de valor y cobardía». La depresión parecía estar ahí ya a sus 24 años.
—Z.: Sí, eso se me pasó por la cabeza cuando tenía 18 o 19 años y hace cinco también. La primera fue porque me había dejado una novia, una gilipollez que no hay que tomarse en serio, pero en esta última época que perdí los nervios, uno siempre piensa en eso. La vida duele y uno se pregunta: «¿Cómo termino con el dolor?». Pues cortas aquí y se acaba.
—Óscar, ¿era consciente de lo que le pasaba a Zatu?
—A. S.: Sí, claro, lo hablábamos.
—Z.: A él le cuesta mucho sacar sus cosas, pero yo llegaba y lo soltaba todo: «Estoy hecho una puta mierda» [risas]. Óscar es el que aguanta a los demás.
—A. S.: Exacto, y para sostener a los demás tuve que sacrificarme. Cuando ya no podía con todo, pedía ayuda, pero tengo una capacidad alta para autoayudarme. Si hay alguien que lo está pasando mal y tú le cuentas que también estás mal, ¿cómo le ayudas?
—Z.: ¡Yo eso lo aprendí de ti, Óscar! [le da un golpe cariñoso en el brazo para que lo mire]. Ahora, últimamente, llego a casa y en vez de desahogarme, me callo. Si soy un apoyo para mi mujer y mi niña, no puedo llegar todos los días diciendo que no me encuentro bien, porque se descolocan. Desde hace un tiempo lo tengo muy presente.
![SFDK, en el estadio La Cartuja de Sevilla, donde celebraran el concierto del 30 aniversario, el 22 de junio de 2024](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/05/05/sfdk_zatu_accion_sanchez_estadio-U71077444264IYQ-624x350@abc.jpg)
Cuando salimos de Pino Montano al atardecer, un adolescente para su patinete sorprendido: «¡Zatuuuu! ¿Qué pasa? Encantado. Mis amigos y yo ya hemos comprado las entradas para La Cartuja. Lo pasaremos en grande… Si no me agobio, porque va a ir toda Sevilla y la mitad de Andalucía». En realidad, el concierto del 30 aniversario se iba a celebrar en la Plaza de España, pero SFDK vendió las 18.000 entradas del aforo en solo cinco horas y decidieron traspasarlo al estadio.
A la mañana siguiente les acompañamos a visitarlo. Nos citamos sobre el césped del campo y, mientras el dúo contempla sorprendido la inmensidad de aquel espacio desde el círculo central, la responsable de prensa de La Cartuja les comenta que «la primera vez que Manuel Carrasco actuó aquí y metió a 40.000 personas, se echó a llorar, con las gradas botando». Óscar confiesa que prefiere no pensar en la taquilla, teniendo en cuenta que nunca antes un grupo de rap español había organizado un evento tan grande en solitario.
—A. S.: Zatu, ¿te imaginas a 70.000 personas gritando? ¡Ah!
—Z.: Será la hecatombe… ¡Qué guapo, tío!
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