Sophie, memorias sintéticas de ultratumba
La revolucionaria productora británica, fallecida en 2021, vuelve a la vida con un disco póstumo terminado por su hermano
Muere a los 34 años la productora Sophie, colaboradora de Madonna y Charli XCX
![La productora Sophie, en una imagen promocional de su primer disco](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/03/Sophie-2019-RyFSXY1dcD1pSquj24U4iAI-1200x840@diario_abc.jpg)
Estamos en el Sónar, el calendario asegura que en 2015, y mientras Duran Duran le plancha la raya diplomática a unas canciones que en su día fueron festín de laca y gélido romanticismo y hoy, parece, son el no va más, un ovni aterriza ... justo al lado. No es un ovni en sentido literal, claro, pero sí lo más parecido a una aparición alienígena, un espectacular y brillante extraterrestre, en un lugar acostumbrado a surfear la penúltima ola y hacer del asombro rutina.
Se llama SOPHIE, aún no ha cumplido los treinta años y en cuestión de meses se convertiría en fuerza de la naturaleza, fenómeno de la electrónica de vanguardia y emblema de PC Music, colectivo inglés nacido de la guasa y el mapeo irónico de la cultura del éxito y los aditivos del pop de consumo.
Así que glucosa por las nubes, futurismo eléctrico y un batido de trance, europop, R&B de vanguardia y espídico k-pop. En su hoja de servicios, recién salida del laboratorio, una venusiana producción (a medias con Diplo) de 'Bitch I'm Madonna', todo festín de sintetizadores y ritmos retorcidos y ensortijados, y el desguace rave de 'Nothing More To Say', su primera canción propiamente dicha. Y ahora, en la cabina, fiesta grande en el Sónar. ¿Titulares? Los justos. Es decir, ninguno. Al menos por aquí.
![Sophie, durante una actuación en el Sónar de 2018](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/03/Sophie-Sonar-2018-U71238701726UOy-760x427@diario_abc.jpg)
En su tierra, fiesta grande bis. «SOPHIE hace un chicle electrónico acelerado y crudo que baila en la cúspide entre la diversión y la desorientación, completamente divorciado del mundo analógico», celebraban las entusiastas reseñas de las producciones que, de 'Lemonade' a 'Bipp', de 'Elle' a 'Hard', irán cayendo ese mismo año.
Lenguajes obsoletos
Sintonizando emisoras que sólo se oyen dentro de su cabeza, la enigmática productora británica habla un idioma aún por descifrar, un dialecto que acabará injertado en el ADN del pop del siglo XXI. En su altar, si es que lo hay, velas a Pet Shop Boys y The Prodigy, sí, pero también a Autechre, Sun Ra y Moondog. Cortar, pegar y pulverizar. «El lenguaje de la música electrónica no debería seguir haciendo referencia a instrumentos obsoletos como el bombo o las palmas. Nadie patea ni aplaude», defiende la propia artista en sus contadas entrevistas.
En el horizonte, colaboraciones con Charli XCX y Vince Staples; nominaciones a los Grammy; redefinición de lo que sería el pop del futuro (¡hyperpop!); y un disco, el fabuloso 'Oil Of Every Pearl's Un-Insides', con el que rompería la cuarta pared del anonimato para hacerse cuerpo y carne entre las lágrimas de 'It's Okay To Cry'.
«Si existe Matrix y luego hay un mundo fuera de Matrix, el sonido de SOPHIE me recuerda al campo de fuerza que rodea el mundo. Sería como salir de Matrix y darte cuenta un día de que había otra cosa invisible y mágica que se extiende con la mano y vibra. Y piensas: '¡Oh, espera. Hay otro lugar al que ir'», dirá años después, en 2021, la rapera californiana Mykki Blanco.
La fecha, en este caso, es importante, porque para entonces SOPHIE habrá dejado de ser una promesa para convertirse en historia. Y, por desgracia, de la manera más literal y dolorosa, ya que el 30 de enero de 2021 la productora falleció en Atenas al caer de un tejado al que había subido para contemplar la luna llena. Tenía 34 años, una habilidad única para despedazar la música de baile y un disco de estudio que sonaba como si Prince y Michael Jackson se estuviesen despellejando dentro de una Thermomix. «Fue como si Aphex Twin se hubiese tragado la cuenta de Spotify de una niña de 12 años», diría la crítica de 'The Observer', Kitty Empire.
![Cubierta del disco póstumo de Sophie](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/03/s2-U58640687643wAv-760x427@diario_abc.jpg)
Un torrente de ingenio y creatividad que se vio frenado en seco, dejando inacabado un segundo disco en el que SOPHIE llevaba trabajando desde los primeros días de la pandemia y que su hermano y colaborador, el también ingeniero de sonido Ben Long, se ha encargado de terminar. «Todo estaba allí: el arreglo, la producción», explicó Long a 'The Guardian' días antes de que 'SOPHIE', el disco póstumo, llegase a tiendas y plataformas.
Y, por más que todo estuviese ahí, ya fuese en canciones prácticamente terminadas o melodías apenas esbozadas, el resultado no es tanto un álbum de la enigmática productora británica como un homenaje de cuerpo presente. Unas memorias de ultratumba que intentan revivir durante algo más de una hora el espíritu disruptivo e innovador de SOPHIE.
Su habilidad con los ganchos pop, su manera única de retorcer y desfigurar las bases, la creciente obsesión por el techo oscuro y las bandas sonoras, la pista de baile como deslumbrante laboratorio, las propiedades físicas del sonido… Casi todo está aquí, en un disco por el que desfilan viejos colaboradores y amigos como Cecile Believe, Hannah Diamond, Juliana Huxtable, Doss, Kim Petras o Nina Kraviz. Y lo que no está en 'SOPHIE' puede encontrarse en 'So, I' y 'Whithout', canciones con las que Charli XCX y A. G. Cook lloran a la productora a su manera, desde sus últimos discos en solitario y bailando con lágrimas en los ojos, que dirían Ultravox. «I was scared sometimes / You had a power like a lightning strike», canta, le canta, Charli, a quien SOPHIE sacó de órbita con sus producciones para 'Vroom Vroom' y «Number 1 Angel'.
Ha nacido una estrella
En aquel momento, mediada la década pasada, Sophie era ya prestidigitadora del pop extraterrestre y el sonido deliberadamente artificial, pero su identidad seguía siendo un misterio. Un enigma que empezó a despejarse en 2017, cuando se presentó como mujer trans en el videoclip de ''It's Okay to Cry', primer adelanto de 'Oil Of Every Pearl's Un-Insides'. «Ser trans significa alinear tu cuerpo con tu alma, con tu espíritu, para que los dos no se peleen uno con otro y luchen por sobrevivir», dijo entonces.
El goteo de información, siempre dosificada, empezó a completar el cuadro. Segunda de cuatro hermanos, nació en Inglaterra (no en Escocia, como apuntan algunas webs) y desde pequeña empezó a obsesionarse con aquella música que el resto de niños detestaba. Su padre, que algo debía intuir, la llevaba a tiendas de sintetizadores y a festivales a ver a los Chemical Brothers. Luego vendrían las primeras sesiones como DJ siendo adolescente, la experimentación con samples de voces y ruidos y los primeros pasos de Motherland, banda que formó en Berlín con un par de amigos.
Sólo era cuestión de tiempo que cambiase todo aquello por los arpegios eufóricos, la vanguardia extrema y, en fin, las canciones capaces de infectar el mainstream desde los confines del pop. Lástima que haya durado tan poco.
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