ARTE
'Porno' el que lo diga
madrid / barcelona
Algunas citas actuales, como las de las galerías CasaSur y Arniches en Madrid –más la dedicada a Nazario en Bombón en Barcelona– se ocupan de la fina línea que separa lo erótico de lo pornográfico

Mucho se ha escrito sobre pornografía (entre los últimos, a los que además les valió un premio de ensayo, Javier Montes y Andrés Barba) y mucho se seguirá escribiendo, pero todavía cuesta definir qué le caracteriza.
Más claro parecen tenerlo las redes sociales, que ... censuran imágenes a la primera de cambio y sin preguntar, por mucha naturaleza artística que lleven aparejada (y sonadas son las trifulcas cada vez que se elimina un desnudo de Mapplethorpe o se confunde al bebé del 'Nevermind' de Nirvana con una alegoría de la pedofilia). Precisamente dos citas en Madrid intentan ilustrar desde el arte lo que nos 'excita' (para bien, para mal) de ella.
Por los dos rombos
La primera en abrir sus puertas fue 'Porno. Arte y sexo' en Casa Sur (C/ Tesoro, 26. Hasta finales de mayo), reflejo de una de esas convocatorias abiertas que de vez en cuando realiza este espacio madrileño, estudio de Alain Cugnenc, Erik de Giles y Tomás Valdivieso, los cuales también forman parte de la muestra. El resultado final, para el que se seleccionó a 16 artistas, arroja dos conclusiones: la primera, que es el contexto, también el cultural (léase entre líneas 'la institución'. Incluso podríamos hilar más fino: la ideología política) la que decide que un contenido debe o no llevar dos rombos. Y la segunda, que llevado al terreno del arte, esto interesa más a hombres que a mujeres y, entre ellos, más a gays que a heterosexuales.



Allí, Raúl Acosta ilustra el deseo fisiológico del otro desde la foto, y desafía la idea de que el desnudo frontal es 'per se' pornográfico. Mateo Fetén relaciona el orgasmo con 'la petite mort' que dicen los franceses y, así, sus 'collages' con revistas eróticas asumen la apariencia de pequeñas esquelas. Jesús Dougnac pone en primer plano un ingrediente básico del sexo: la imaginación, mientras que los móviles con posturas del 'Kamasutra' de Álvaro Felipe Silva remiten a la dictadura militar chilena, país del que proviene, cuando no había atisbo de educación sexual y el porno se convertía en fuente de conocimiento.
Martí Moreno desemboca en la genitalidad, pero para convertir penes (y vaginas) en herramientas vulnerables sobre las que se ejerce una 'presión' y una violencia que generalmente nace de ellos. En una línea similar, Cugnenc recuerda cómo toda la Historia del Arte clásico erotiza toda parte del cuerpo a excepción del pene que, flácido y pintado, distorsionados sus colores, parece dar menos miedo. De Giles incide en lo sexual para generar sistemas de inclusión y exclusión social (de ahí las 'sex-(d)ualidades' de sus 'collages'), donde Doris Araujo interviene pictóricamente antiguos números de 'Playboy' haciendo que lo erótico prime sobre sus contenidos pornográficos.
Sexo sin sexo
Si nos trasladamos a Arniches 26 (C/ Carlos Arniches, 26. Hasta mediados de junio), otra muestra con el mismo título. Y allí se consigue algo fascinante: una exposición sobre sexo sin que veamos muchos sexos al aire (alguno hay, pero escondido). De hecho, la obra más desgarradora ilumina algo que a veces nos pasa desapercibido: como el porno, pese a ser ficción, determina nuestra percepción de la sexualidad, de cómo debe ser una práctica sexual o cómo ha de constituirse un cuerpo.
Que Sara Gurrea le pida a adolescentes de la ESO que inventen títulos para películas eróticas y que los resultados arrojen tanta zafiedad también escandaliza pero por otras cosas: primero porque constata que el acceso a este tipo de contenidos por parte de los menores es muy temprano; y luego por la cantidad de violencia que creen que lleva aparejada una práctica sexual. Y todo desde el candor de su propia letra manuscrita en las hojas de sus cuadernos. La pintura de Paul Joseph Vogeler remite a los fetichismos y a la erotización de objetos, partes del cuerpo, que para otros no tienen ningún sentido sexual.



Eloy Arribas incluye en la selección un simple bodegón. Sin más. Pero averiguar que formó parte del atrezo de uno de los vídeos de 'The Voyeur Project' en el que David Velduque graba a parejas manteniendo relaciones sexuales, le aporta una segunda lectura que se rodea de la 'vergüenza' de saber que de alguna manera, solo por verlo, consumimos porno. De hecho, en el baño, un audio de Julia de Castro verbaliza lo que sería una escena de una película X. Porque ver no es lo mismo que escuchar. Y mucho menos imaginar. Por último, Sol Mussa cosifica 'revistas guarras' cuyo contenidos son esos hombres y mujeres negros que son objetualizados en sus contenidos.
Mientras, en Barcelona, Bombon Projects (C/ Trafalgar, 56. Hasta el 16 de junio) homenajea con originales de la publicación, el 45 cumpleaños de 'Anarcoma', el personaje trans de Nazario con el que su autor se propuso desde el cómic detestivesco mapear el mundo homosexual de la España de la Transición. Se impone la última conclusión: el tiemp oconvierte lo subversivo y 'underground' en objeto de culto. Al final 'todo se baja'. Hasta las gaitas más templadas.
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