Nuevas ruralidades: El pueblo salva al pueblo

En sí, estos ejercicios artísticos en torno al mundo rural suponen un síntoma social contemporáneo, un asunto que ocupa y preocupa, que incluso gana espacio en las programaciones de los centros expositivos urbanos. De hecho, se programa este festival en paralelo a la exposición semipermanente 'Place-ness. Habitar un lugar', que ocupa el centro, cuestionando, entre otros motivos, la acendrada confrontación binaria entre ciudad y campo, abogando por una interdependencia.

Sin embargo, estas líneas no buscan sólo avistar cómo las instituciones artísticas (urbanas) atienden a lo rural; dan cabida a propuestas actuales sobre el mundo del campo desde distintas perspectivas que ponen en valor su riqueza paisajística, medioambiental y patrimonial; así como se internan en problemáticas gruesas de una España tan vacía como desatendida. Estas líneas aspiran a situar lo rural, ese impreciso y desbordante espacio, como un innegable ámbito artístico, ciertamente crucial, absolutamente emergente, gracias a la pertinencia de sus propuestas, lo riguroso de sus metodologías y lo creativo y comprometido de sus soluciones.

Así, un día después de la inauguración de 'Nuevas ruralidades', en los Montes de Couso (Pontevedra), Asunción Molinos Gordo, nombre esencial en la puesta en valor de lo rural, desarrolló 'Terra Común. Os sentires do monte', una suerte de celebración de ese marco natural que, en un paseo y convivencia en el paraje, aunaba tradición, saberes populares y fórmulas de autogestión del monte comunal y los recursos naturales. Todo ello con un irrenunciable y valioso carácter sostenible e inclusivo.

Un país tan extenso y variado como España cuenta con numerosas iniciativas culturales en el ámbito rural, de modo que el que esto escribe siente que apenas se pueden trasladar aquí algunos ejemplos que visibilicen la efervescencia cultural de nuestro rural.

Una emergencia cultural que responde al ánimo de defensa de lo que representa –podríamos hablar de orgullo– y a postular modelos de gobernanza y gestión como auténticas respuestas a las distintas crisis que afectan a los pueblos y al interior más deshabitado del país. No pocas veces, estas acciones juegan la doble función de ser una llamada de atención –no sé si de auxilio incluso– y una demostración de la capacidad creativa, organizativa y pertinencia de los modelos de ese ámbito al que tantas veces se desatiende. Poseen un claro sentido político, en el mejor y más amplio sentido del término. En ellas laten un afán de transformación, cierta demanda de justicia social y la convicción de proponer fórmulas de sostenibilidad e inclusividad mediante el arte contemporáneo.

Este movimiento se acompaña de un importante caudal de escritura sobre el fenómeno del abandono y resiliencia del mundo rural. El Ministerio de Cultura puso en funcionamiento 'Cultura y Ciudadanía', plataforma que da soporte técnico y cobertura teórica a las ruralidades. En ese ámbito se han publicado valiosísimas contribuciones, como 'Pensar y hacer en el medio rural. Prácticas culturales en contexto' (2020), coordinado por Benito Burgos; o el informe 'Claves e impactos de la cultura en el medio rural. El valor de lo intangible' (2024).

No podemos obviar el epifánico 'La España vacía: viaje por un país que nunca fue' (2016), de Sergio del Molino, que, más allá de poner nombre al fenómeno, hizo tomar conciencia y generar debate. Debemos nombrar también 'Tierra de mujeres. Una mirada íntima y familiar al mundo rural' (2019), de María Sánchez, andanada crítica que se acompaña de una inyección de orgullo y fe en las potencialidades de lo rural. El cine y la música han contado con importantes miradas a lo rural en los últimos años, como el caso de 'Alcarràs' (2022), de Carla Simón, o las figuras de Rodrigo Cuevas y Rozalén.

En este mapa encontramos proyectos referenciales, como Genalguacil Pueblo Museo (Málaga) y la Fundación Cerezales Antonino y Cinia (Cerezales del Condado, León). Son casos, además, en los que se aprecia con rotundidad cómo la producción artística equivale a la producción de conocimiento. En 2024 se cumplen 30 años del nacimiento de Genalguacil Pueblo Museo, ejemplo de lucha contra la despoblación a través del arte contemporáneo.

Esta incansable labor, en la que se pone a los artistas en contacto con la comunidad y el territorio, generando un apabullante patrimonio, se acompaña con la reciente apertura del Laboratorio Internacional de Innovación Rural, en el que se ensayan metodologías de desarrollo. Ejemplar también resulta la Fundación Cerezales, encaminada a proponer nuevos paradigmas de conocimiento y relación con la Naturaleza.

Actualmente programa la magnífica 'Pueblos de colonización', que pudo verse en el Museo ICO. Con anterioridad, acogió el deslumbrante y revelador proyecto 'Lo animal en España, 1920-1964', comisariado por Lluís Alenxandre Casanovas, que ilustraba la cambiante consideración y relación de humanos y animales.

De la infinita nómina de museos de territorio y proyectos artísticos en y sobre lo rural (Mutur Beltz en el valle de Carranza, Collegium en Arévalo, Centro Dados Negros en Villanueva de los Infantes, Fundación Montenmedio en Vejer de la Frontera, Afectividad Fluvial en torno a los territorios del eje del Ebro...), podemos finalizar con uno palpitante: las Jornadas Art Brut y las Residencias artísticas de La Puebla de Cazalla (Sevilla), que inauguraron su VII edición hace unas semanas.

Dirigidas por Alegría y Piñero, los usuarios del centro ocupacional de la localidad crean con reconocidos artistas durante un mes, generando, en un proceso de aprendizaje compartido, obras que conforman la exposición anual.