Crítica de:
'La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza': Cómo ver lo que la pintura esconde
PINTURA
Al Museo Thyssen le toca ahora releer sus colecciones en 'clave woke', recogiendo en sus lienzos mensajes racistas, extractivistas y apropiacionistas
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E n fin… El lunes, el anfiteatro del museo se llenó completamente de periodistas. Jamás había visto nada igual. Enhorabuena. Morbo y escándalo. Durante el turno de preguntas, el adusto Solana consiguió incluso mosquearse. Pronunció dos veces la palabra «ignorante». Ahí es nada ( ... y así está el patio). Ciertamente ni esta exposición se ha preparado en diez meses ni la descolonización ni las luchas de los otrora colonizados por sus derechos civiles son nuevas.
Es más novedosa, si se me permite la observación, la rebelión de la mujer, tradicionalmente colonizada: a lo largo de toda la exposición hay varias alusiones al patriarcado como raíz de la pulsión colonizadora europea, por oposición al carácter femenino que se le atribuía intuitivamente a lo oriental; sería discutible, estudiados el imperialismo expansionista chino, japonés o árabe.
También confesó Solana, para pasmo o regocijo del personal, que aún no conocía al ministro de la cosa. El cual unas horas más tarde sí apareció en la –en esta– inauguración y además, acompañado de otra ministra de Sumar.
Todo es política
No cabe duda de que la utilización política del asunto está ahí, con el consiguiente morbo, pero por ahí no van los tiros. «'Descolonización' no es lo mismo que 'restitución'», sentenció. La frase tiene varias lecturas posibles. Va una: una cosa es revisar críticamente el relato que de las epopeyas europeas han hecho los europeos durante siglos –y los norteamericanos, con su hollywoodiense 'conquista del Oeste'– para afirmar su identidad y consolidarse a sí mismos y otra es arrepentirse, indemnizar, cancelar. En otras palabras: la epopeya siempre fue manipulada, esto no es nuevo; lo que le importa al historiador, al director del museo, es reconsiderar el relato en aras de la objetividad histórica, de la precisión; lo que no puede ser –dijo finalmente– es que hoy en día subsistan errores de bulto, leyendas trasnochadas, manipulaciones. Y omisiones.



Es una de las exposiciones más curiosas y estimulantes que ha hecho el Museo Thyssen: se trata, en resumidas cuentas, de buscar en un puñado –cincuenta y ocho– de obras maestras de la colección las huellas del pasado colonial. Por ejemplo, los jarrones y biombos chinos, los esclavos representados en los retratos de familia, las naturalezas muertas con cartas de navegación, los grandes puertos comerciales, los paraísos tropicales… Ciertamente el discurso curatorial es vitriólico: todo queda perfectamente desmitificado –y desacreditado–; pero ningún espectador podrá negar que hay aquí una mirada sobre las pinturas completamente inédita y aún insospechada (lo demás ya lo sabíamos: es obvio que los europeos llevaron a América a Pitágoras y a Miguel Ángel, la pólvora y el astrolabio).
Como señalan los comisarios en su texto conjunto, queda muy claro a lo largo de la visita que «a menudo es más importante lo que las pinturas ocultan que lo que evidencian», que «con esta exposición se le da la vuelta a la narrativa y son esos hechos invisibilizados los que toman protagonismo como parte de un proceso de justicia de saberes», y que es razonable realizar «un análisis histórico desde perspectivas críticas con las narrativas occidentales que ponen el acento en los procesos de ocupación de territorios, dominación de poblaciones y explotación de recursos».
Y es absurdo –es optar por la 'ignorancia'– despreciar las nuevas interpretaciones, los conocimientos añadidos: ni Occidente ni la huma- nidad del siglo XXI deben temerle a lo verdadero, documentado, que perturba los órdenes y los relatos arbitrariamente establecidos; las cartas ya están boca arriba, eso es nuestra muy feliz posmodernidad.
Los comisarios en cuestión son Juan Manuel López Manzanares, conservador del Thyssen; Alba Campo Rosillo, historiadora; Andrea Pacheco González, directora del Espacio FelipaManuela y Yeison F. García López, politólogo y director del centro cultural Espacio Afro. En el catálogo escriben también Valika Smeulders, jefa del Departamento de Historia del Rijksmuseum, y José Luis Villacañas Berlanga, profesor de Filosofía de la UCM.
Cuestiones del debate
Tras el debate entre historiadores y la consulta a «organizaciones culturales de base», han dividido la exposición en seis apartados temáticos que responderían a «las cuestiones principales del debate sobre la descolonización»: el extractivismo y la apropiación; la construcción racial del otro; el esclavismo y la dominación colonial; la evasión a nuevas arcadias; el cuerpo y la sexualidad; y la resistencia, el cimarronaje y los derechos civiles.
En cada una de las salas, las obras maestras del Thyssen se confrontan con buenos trabajos muy ácidos –diecisiete en total– de artistas jóvenes procedentes de la colección TBA21 en las que básicamente se critica la perpetuación de las dinámicas coloniales en «el capitalismo» (el 'socialismo' y el 'exsocialismo' explotaron y explotan igualmente los recursos naturales, pero en todas partes hay relatos que no cambian).
En la primera destacan, por ejemplo, 'La toilette' (1742) del exquisito pintor galante François Boucher, en la que se aprecia un biombo chino, o 'La flota holandesa en Goeree' (1672) de Van de Velde II; en La construcción racial del «otro», el 'Jinete árabe' (1854) de Delacroix y 'El rastro perdido' (1856), una pintura casi caricaturesca del norteamericano Charles Wimar; Paulo Nazareth cuelga aquí una 'Etnografía blanca' (2019), una imagen difusa que alude a la imposibilidad de aprehender al 'otro'. La sala dedicada al esclavismo incluye un 'Grupo familiar en un paisaje' (1645) de Frans Hals, donde la familia del representante en Ghana de la Compañía Holandesa de Las Indias se retrata junto a su joven sirviente negro; la dedicada a las Nuevas arcadias, idealizaciones de Albert Bierstadt o Bélanger, junto a la 'América sin fronteras' (2016) de Sandra V. de la Horra.

'La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza'
'La memoria colonial en las colecciones Thyssen-Bornemisza'. Colectiva. Paseo del Prado, 8. Madrid. Comisarios: Juan Manuel López Manzanares, Alba Campo Rosillo, Andrea Pacheco González y Yeison F. García López. Hasta el 20 de octubre. Tres estrellas
El cuerpo «en su doble vertiente, laboral y sexual» se estudia en obras fantasiosas como 'Escena en el jardín de un serrallo' (1743). de Antonio Guardi; a ellas se contrapone 'Harén' (2009), una fantástica proyección de la turca Inci Eviner. Y finalmente, la sección dedicada a los movimientos de resistencia frente al colonizador incluye trabajos de Wilfredo Lam y de varios artistas vivos: Cecilia Bengolea, Rashid Johnson, el congoleño Pierre Mukeba o el palestino Taysir Batniji.
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