BALANCE DE 2024

La escena española en 2024: seis aldabonazos y una decepción

TEATRO

El público parece dar la razón a los defensores del repertorio y llena los teatros en los que se programan los grandes textos

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El año que termina en unos días ha traído a la escena española varias buenas noticias. «Parece que, para el público, ha terminado definitivamente la pandemia y ha vuelto masivamente a las salas», concluía Eduardo Vasco, director del Teatro Español, para explicar los ... carteles de 'No hay localidades' que puso muchos días la puesta en escena de 'Luces de bohemia', para muchos, la obra maestra del teatro español del siglo XX.

La recuperación de este título de Valle-Inclán es el símbolo de una de las señas de identidad que quiere el actual responsable de este espacio municipal, el escenario más antiguo de Europa: la apuesta por un teatro de altura literaria y por el repertorio; por éste parecía haber una alergia generalizada en muchas instituciones públicas -en algunas todavía continúa-. El público parece dar la razón a los defensores del repertorio.

La afluencia masiva a muchos teatros es, seguramente, lo mejor del año 2024, que deja en la memoria de los espectadores varios montajes extraordinarios. En primer lugar hay que hablar de un espectáculo de danza: 'Afanador' -estrenada a finales del año pasado en Sevilla, pero que ha tenido su desarrollo durante este año-. Se trata de una coreografía de Marcos Morau, director de la compañía La Veronal, basada en el universo del fotógrafo colombiano Ruvén Afanador; un trabajo fascinante, un continuo claroscuro salpicado de imágenes poderosas, sugerentes e hipnóticas.

La Compañía Nacional de Teatro Clásico vivió momentos convulsos, con la valiente denuncia que la actriz Marta Poveda hizo de irregularidades en las retribuciones de su director, Lluís Homar. El Ministerio de Cultura, que renovó su contrato en abril, tuvo que rectificar tan solo cuatro meses después y llegó a un acuerdo con el actor y director catalán para la conclusión de su contrato; le ha sustituido Laila Ripoll. Pero al margen de los asuntos de los despachos, en el escenario se vieron varios grandes trabajos. Quizás el más destacable fue 'El monstruo de los jardines', una obra poco transitada de Pedro Calderón de la Barca, y que fue una nueva muestra del enorme talento del director vasco Iñaki Rikarte, uno de los integrantes de la compañía Kulunka. Se trata de un montaje de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, en el que se transformaba una comedia en tragedia sin desvirtuar el texto ni traicionar su espíritu, y que era un artefacto teatral tan divertido como coherente, tan entretenido como profundo.

Otra unidad de producción del Inaem, el Centro Dramático Nacional, que dirige Alfredo Sanzol, ha presentado este año también varios montajes destacados y recibidos, como el que actualmente está en escena en el Teatro Valle Inclán, '1936' -del siempre interesante Andrés Lima-; 'La casa de Bernarda Alba', con Patricia López Arnaiz y Ana Wagener como principales puntas de lanza; y, especialmente, 'Nada', una adaptación escénica de la trascendente novela de Carmen Laforet. «Un montaje memorable», tituló el crítico de ABC Diego Doncel, que añadía que la puesta en escena, dirigida por la joven Beatriz Jaén a partir de una versión de Joan Yago, eran «tres horas de gran teatro, de gran aliento dramático, conseguido a base de un ritmo endiabladamente cortante y magistral, pausado y sin fisuras, que nos mantiene con el ánimo en un puño».

El Teatro Español dejó este año de tener bajo sus alas Las Naves del Español, uno de los espacios más interesantes de la escena española. Pero antes de soltar su mano, presentó una producción enormemente atractiva: 'Vania x Vania'. En esta función, Pablo Remón tomaba como punto de partida la obra de Chéjov 'Tío Vania' y realizaba dos versiones del texto (ambas protagonizadas por Javier Cámara): «Una más teatral -explicaba Remón-, que deja más espacio a la imaginación del espectador, y una segunda en la que quería que hubiera sensación de un teatro más convencional en un sentido, pero, al tiempo, más cinematográfica».

El Teatro de La Abadía acogió a finales de la temporada pasada otra interesantísima propuesta, aunque radicalmente distinta, sobre un texto clásico, en este caso, 'Rey Lear'. La obra de William Shakespeare servía de pretexo a Andrea Jiménez, la dramaturga e intérprete de 'Casting Lear', para realizar un ejercicio tanto terapéutico -la relación con su padre- como teatral. Se trataba de una función en la que la autora se enfrentaba cada día a un actor distinto, del que desconocía su identidad hasta el momento en que salía a escena; éste, por su parte, no conocía la función ni el texto que tenía que decir, que le apuntaba otro actor a través de un pinganillo. De la obra dijo Diego Doncel que era una «carta al padre» en la que «Andrea Jiménez levanta una confesión sin tregua, hay rebeldía, lamentos, culpas y expiación de esas culpas, hay reproches y una infinita búsqueda del amor».

Otro interesantísimo -y en algunos aspectos parecido- experimento teatral fue 'The Second Woman', espectáculo estrenado en el Grec barcelonés y que se vio después en Sevilla y en Madrid. Creado por las australianas Nat Randall y Anna Breckon, planteaba un complicado reto a su intérprete, en este caso María Hervás. El planteamiento era el siguiente: durante 24 horas ininterrumpidas, la actriz repetía la misma escena cien veces con cien actores diferentes (como en 'Casting Lear', ella no sabía a quién se iba a encontrar), unos profesionales y otros no. El resultado era un fascinante mosaico de situaciones diferentes a partir de la misma falsilla, en un auténtico 'tour de force' para la intérprete y para el público que decidiera ver el espectáculo completo (se podía ver tan solo parte de él).

En el capítulo de decepciones, hay que referirse a 'Medusa', una de las propuestas del Festival de Mérida. No lo fue tanto por el espectáculo en sí, sino porque suponía el regreso a los escenarios españoles, después de cuarenta y seis años de ausencia, de Victoria Abril, sin ninguna duda una de las más grandes figuras de la interpretación en España. Victoria Abril, además, canceló después del estreno en Mérida la gira que tenía prevista; adujo simplemente «motivos profesionales».

De la escena barcelonesa rescata nuestro crítico, Sergi Doria, cuatro montajes, El primero, 'Glengarry Glen Ross', de David Mamet, con dirección de Àlex Rigola para su compañía, Heartbreak Hotel. «El texto desnudo de afeites escenográficos realza la crudeza de lo que se cuenta -escribió Doria-: la proximidad convierte la experiencia dramática en una suerte de 'hui clos' del que el espectador no puede escapar». Además destaca 'L'imperatiu categòric', con texto y dirección de Victoria Szpunberg; 'Les mans', de Llàtzer Garcia, dirigida por Sílvia Munt; y 'Un matrimoni de Boston', también de David Mamet, con dirección en esta ocasión de Josep Maria Mestres.

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