CRÍTICA DE:
'Dos sonidos, cuatro noches', de Jerónimo Elespe en MaisterraValbuena: Revelaciones del pintor
MADRID
En su nueva entrega en la galería MaisterraValbuena, este pintor da en el blanco utilizando colores muy lujosos
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Se deja 'entrever' un niño que corre, sin que las circunstancias ofrezcan más claridad. En realidad no es necesario que se produzca el desvelamiento; al contrario: la cualidad enigmática de la pintura de Jerónimo Elespe nos deja fascinantemente en suspenso. Sin duda, es ... un artista que confía en el proceso, evitando el literalismo, dejándose llevar por una dinámica de gozosa ensoñación.
Recuerdo todavía la extrañeza que sentí cuando contemplé por primera vez en 2012 sus cuadritos en Soledad Lorenzo. Frente a otros artistas canónicos que exponían en aquella galería de la calle Orfila, Tàpies o Schnabel, las obras de Elespe se apartaban de la grandilocuencia y demandaban una mirada capaz de introducirse en una atmósfera íntima pero que, paradójicamente, remite a una completa 'exterioridad'.
Las que presenta ahora en MaisterraValbuena revelan -valga este verbo que es el más apropiado para este creador-, una inequívoca maestría. Elespe no sigue, afortunadamente, ninguna moda, ni pretende sintonizar con los «enfoques curatoriales globalizadores». Confía en su imaginario y sabe sedimentar sus obsesiones. Vale decir que da en el blanco utilizando colores muy lujosos.
Apenas espacio para la epifanía
Elespe transita con total desenvoltura más allá de la tópica dicotomía entre lo abstracto y lo figurativo. Basta contemplar un cuadro como 'Tentativa' (2024), en el que usa la superficie agitada por gestos que parecieran azarosos y deja apenas espacio a la 'epifanía' de un elemento mecánico que puede ser una lámpara o un micrófono. Remita a la iluminación o la amplificación de la voz, este artista no intenta guiarnos hacia un sentido definitivo. Al contrario, deja que el espectador encuentre un espacio en sus obras.
Se ha señalado que las de este pintor tienen algo de palimpsestos, superficies veladas, capas de materia, sedimentos perfectamente dispuestos. El freudiano 'bloc mágico' puede ser citado para entender que en nuestra mente las 'impresiones' se confunden y entremezclan, generándose en los sueños condensaciones y desplazamientos que pueden dar juego en la experiencia artística.
Jerónimo Elespe
'Dos sonidos, cuatro noches'. Galería MaisterraValbuena. Madrid. C/ Hospital, 8. Hasta diciembre. Cuatro estrellas.
El aparente hermetismo de Elespe no es otra cosa que 'función del velo', dinámica de lo imaginario y lo simbólico, sin derivar necesariamente hacia lo real traumático. Lo que esta pintura pueda tener de filosófico se encuentra en su apelación a los afectos, en el dominio de la emocionalidad para ofrecer imágenes que desvelan acontecimientos que no se decantan en ninguna anécdota. Acaso es solamente un placentero juego, un anticipo de un retorno, una 'aporía velada', un enigma que invita a disfrutar de los detalles.
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