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Apuestas culturales faraónicas: Grandeza XXL
El tamaño sí importa
Juan Manuel Fernández-Pinedo pinta uno de los cuadros más grandes en dimensiones; Javier Corcobado presenta una canción de amor que dura literalmente 24 horas; María Hervás se sube al escenario del Grec en un espectáculo que se prolonga un día entero... Propuestas que coquetean con la eternidad
Una nave de Aranjuez alberga, ya recién terminado, 'Entre Matemwe y Kigomani', uno de los nuevos récords de la pintura española actual en lo que a tamaño se refiere
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![Fernández-Pinedo, retocando su lienzo monumental](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/11/1483476866-RlhY1qzYMAP4CihN3ghDR7M-1200x840@diario_abc.jpg)
La nave que aloja el cuadro es tan inmensa, unos 3.000 m2, que en ella se pierden las proporciones del lienzo. Pero en una de sus inabarcables paredes descansan 30 m2 de superficie pictórica, que se dice pronto. Dividida en dos paneles, ... sus dimensiones son de cinco metros de alto por 5,80 de ancho. Unos cien kilos de peso. Imposible calcular los de pintura que lo cubren.
Es su título 'Entre Matemwe y Kigomani', perteneciente a la serie 'Retratos de Zanzíbar', en la que su autor, el madrileño Juan Manuel Fernández-Pinedo (1978) lleva inmerso más de un año. El cuadro de marras se inició en noviembre de 2023 y ahora, a comienzos de julio, ya se puede dar por acabado. El doble andamio que su autor tuvo que fabricarse para maniobrar en él, como el que pinta la Capilla Sixtina o restaura cualquier capilla de no importa qué iglesia o catedral antigua, descansa ahora a su lado, último testigo del arduo trabajo llevado a cabo por este pintor, que un día decidió rendir homenaje a Zanzíbar y sus gentes, contenido de esta obra figurativa de dimensiones 'estratosféricas'.
Por sensaciones
«Trabajo por sensaciones, siempre estoy receptivo a los colores, al movimiento, a las formas. Zanzíbar lo conozco desde hace seis años y el pasado decidí viajar por segunda vez allí. Y es curioso lo que me sucedió porque sentí que eran muchas las cosas de allí que me atraían, pero no sabía reflejarlas. A la vuelta comencé algunos cuadros, pero sentía que no trasmitían cien por cien lo que quería. En mi cabeza percibía una sociedad que se mueve constantemente, que vive en la calle y se mueve. Su día a día es muy social. Toda esa movilidad genera en segundos todo un encuentro de colores, de formas. Y luego están la vegetación y la luz, que tiene otros tonos».
Estaba también el cielo, según recuerda Fernández-Pinedo, que cambiaba por instantes: «Llegué a la sensación de que todo eso lo percibía por segundos, que en mi cabeza pasaban muchas cosas en poco tiempo. Funcionaba como esa publicidad subliminal que luego se prohibió. Sin embargo, yo revisaba las fotos que había hecho para servirme de modelo y todo eso no aparecía». Por eso nació este cuadro, «en un deseo de recoger todos los elementos posibles». Hacerlo a lo grande se imponía.
![Imagen principal - De arriba abajo, Pinedo, subido al andamio; detalle de la inmensa nave que alberga el cuadro; y el pintor mira de reojo su obra desde un espejo](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/11/1483476881-U27260714542XYd-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - De arriba abajo, Pinedo, subido al andamio; detalle de la inmensa nave que alberga el cuadro; y el pintor mira de reojo su obra desde un espejo](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/11/1483476872-U10064272008GUu-464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - De arriba abajo, Pinedo, subido al andamio; detalle de la inmensa nave que alberga el cuadro; y el pintor mira de reojo su obra desde un espejo](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/11/1483476869-U36808368747RwI-278x329@diario_abc.jpg)
Pinedo no era consciente de lo que eso suponía. De hecho, su intención no era componer uno de los cuadros más grandes de la pintura española contemporánea actual, con el permiso de José María Cruz Novillo, cuyo 'Opus 14. Diafragma dodecafónico' es la obra más larga de la Historia, una pieza visual y sonora que comenzó en 2010 y que acabará de permutar combinaciones de color y sonido dentro de... 3,4 millones de años. Pero si volvemos a lo físico, supera al 'Guernica' (351 x 782 cm) por 1,56 m2.
Se le adelantaron antes Ramón Martí Alsina, con el cuadro de caballete más grande de España, una obra que lleva por título 'El gran día de Gerona' (1809), y que sí de manera consciente se propuso superar un francés con corazón de maño como es Yann Leto con 'Madre de todas las batallas' (2017, 12 x 6 m de crítica a la I Guerra del Golfo, la primera guerra mediática). Poco después, en 2019 llegaría el gran 'San Juan de la Cruz' de Santiago Ydáñez para la colectiva 'Místicos' en Caravaca de la Cruz: 14 x 8 m.
Todo se complica
El madrileño se ha quedado a las puertas. «Sabía que algo más grande complicaría todo en exceso, pero no me di cuenta de que lo multiplicaría por 15. Como encargar un bastidor de aluminio [para que aguantara el peso pero fuera 'ligero'] e imprimar la tela. Eso fueron meses. O manejar luego las proporciones de la materia. Un pincel ancho de cualquier marca aquí no lo era en absoluto». Pinedo me habla de pinceladas de 40 centímetros de envergadura. «La cantidad de óleo es quizás lo que menos me haya sorprendido. Más o menos lo calculé a priori, pero por su puesto que se ha disparado, porque el cuadro es inevitablemente matérico. Había días que me dolía el antebrazo de espachurar tubos industriales porque he tenido que manejar medidas industriales a lo bestia». Imposible traducirlo a kilos, pero hay pinceladas que se componen de 14 tubos cada una. Eso son casi tres kilos. Y apostilla: «Nunca pensé en batir un récord. De hecho, barajé un formato más pequeño, pero como la tela tenía tres metros, tiré para adelante».
Obviamente, no estamos en el estudio de Hernández-Pinedo, situado en Marqués de Vadillo (Madrid). Esto no cabría allí de ninguna manera. Si no en un taller improvisado en Aranjuez, muy cerca de las míticas bodegas de Carlos III y en lo que fuera la primera nave de licores y zumos de España, ahora propiedad de un amigo y que en buena parte se ha transformado en serrería, aunque mantiene todo su encanto. En su punto central cuenta con unos 12 m. de altura, nueve en la parte más baja. «Aquí he estado viniendo con frecuencia, dos o tres veces por semana. El proceso no ha sido continuado».
![Imagen principal - De arriba abajo, el pintor ante su obra; detalle de la firma en el linezo, con las letras del tamaño de una nuez; y Pinedo subido al andamio](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/11/1483476894-U16351165820MSc-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - De arriba abajo, el pintor ante su obra; detalle de la firma en el linezo, con las letras del tamaño de una nuez; y Pinedo subido al andamio](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/11/1483476874-U15060424072OuU-464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - De arriba abajo, el pintor ante su obra; detalle de la firma en el linezo, con las letras del tamaño de una nuez; y Pinedo subido al andamio](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/11/1483487136-U75773805846liW-278x329@diario_abc.jpg)
Sin duda, este ha obligado a su autor a aprender a pintar de otra manera: sobre un andamio, doble, para que aquello fuera estable y no cimbrease por encima de los seis metros. Y sin poder retirarse para ver los resultados («Lo que haces de una manera natural en el estudio, pintas y te separas, aquí significaba bajarse de una estructura, quitar el freno del andamio, retirarlo, retirarme yo e irme lejos... Eso hace que tampoco percibas los detalles, que veas marañas si te acercas y superficies planas si estas muy lejos»); y volver a gozar con el acto de pintar: «Dar una pincelada de un metro y medio, con un kilo y pico de óleo, son otras sensaciones. Es otra libertad».
Cuando 'Entre Matemwe y Kigomani' se inicia, el cuadro no tenía destino. Ahora ha interesado a la galería Pigment, que lo mostrara en otoño en la feria Estampa. Habrá que habilitar un camión que pueda moverlo y un estand especial, con dos metros de altura más que uno oficial y refuerzos para anclarlo, para exhibirlo. Más tarde es posible que viaje al ECCO de Cádiz. Pinedo no duda en que volvería a hacer algo así: «Sobre todo porque ha sido un disfrute de principio a fin». Lo único que tendría más atado, sonríe al decirlo, es el presupuesto. Ojo: Puede que haya segunda entrega.
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