CrÍTICA DE:
'Álbum de salón y alcoba', en el Museo de Artes Decorativas: Los secretos de alcoba de David Trullo
Fotografía
Desde el Museo de Artes Decorativas, en Madrid, este fotógrafo que no hace fotos nos interroga sobre el sentido de los álbumes personales y la imagen que proyectamos, al presente y al futuro
Lea otros textos de este autor
Lea una entrevista con David Trullo
Recreación de la habitación de un burdel en la tercera sala de la muestra
La historia es apasionante. Se la paso a relatar. Durante 80 años estuvo depositado en un banco de mucho postín (y que prefiere quedarse al margen y no dar su nombre) un legado que, por sus contenidos –objetos de tocador, un par de mantones ... de Manila, un álbum familiar...–, cuando este se libera, se piensa en el Museo de Artes Decorativas como destino ideal del mismo. Y entre las fotos de ese álbum (con los contenidos esperados: antepasados enseñoreados, recuerdos de fechas señaladas...), el retrato de bodas de una pareja con la firma de Kaulak (lo más de lo más en la época, sobrinísimo del mismísimo Cánovas del Castillo), lo que ya anunciaba la posición social de los contrayentes.
El caso es que el marco de esta foto que les comento pesaba demasiado. Y al manipularlo, se obró la sorpresa: era el escondite secreto de un buen número de lo que en la época se conocía como 'fotografías galantes', lo que usted y yo hoy denominaríamos pornográficas y más propias de un PornHub o un OnlyFans. Así, sin paños calientes (ni de ningún tipo).
Es entonces cuando el Museo de Artes Decorativas piensa en David Trullo, con el que ya había trabajado en 2017 (de esa época y con motivo del Madrid World Pride organiza allí 'Queer Cabinet'), cuando el artista puso a dialogar sus propuestas fotográficas con los fondos de la institución. Su respuesta ahora es la exposición temporal 'Álbum de salón y alcoba', dentro del programa de PHotoEspaña'24. Una instalación en la cuarta planta del museo en la que ese conjunto de fotos 'públicas' y 'privadas' de la pareja convive con objetos de época del MAD y otras obras de este artista, fotógrafo... que no hace fotografías, sino que suele dar una segunda oportunidad a otras olvidadas.
¿Para quién y cómo nos fotografiamos?
Lo que finalmente Trullo está proponiendo con la elegancia y finura que le caracterizan es una reflexión sobre nuestros propios archivos fotográficos personales: ¿Cómo los generamos? ¿Cómo los legaremos, en un periodo histórico en el que el disco duro y las memorias externas han sustituido al álbum familiar? Y lo más importante: ¿Qué es lo que enseñamos y qué escondemos?
Por eso, lo de menos es la naturaleza disoluta de los conjuntos ocultos tras el marco, que se abren ahora como se abre una cápsula del tiempo, junto a contenidos más esperables de un álbum familiar, los cuales, en conjunto, sí que sirven para articular la cita en tres apartados, uno por sala.
La primera haría alusión a esa dimensión pública de cualquiera de nosotros, y por eso reproduce un salón burgués de la época de, llamémosles Herminio y Gertrudis, por eso de proteger su intimidad. En el centro, su foto de bodas, de 1922, junto a otros retratos de ambos de solteros y la foto de la comunión de su primogénita. Todos con la firma de Kaulak y sobre un sofá de época de la colección del museo.
Y en cada esquina, una vitrina temática: la primera, con fotos de sus antepasados (esta es la primera generación que 'carga' a cuestas con ancestros que ni conocieron, pero de los que atesoran imágenes), así como documentos divertidísimos (como un listado de agravios que él escribió contra ella y que da pie a una hilarante poesía ultraista); o publicidad de muebles de la época, protagonizada por divorciados, que por fin podrán disfrutar de sus propios enseres.
La segunda se ocupa de la evolución de la técnica fotográfica, el nacimiento en los 20 y 30 de las cámaras portátiles (que son las que hacen que nuestros protagonistas no tengan que depender ya de un estudio fotográfico para hacer ni revelar sus instantáneas): Se lanzará al mercado incluso la Coquette, de Kodak, solo para ellas, con su bolso y polvera. Como curiosidad les diré también que algunas de estas cámaras expuestas, de la colección personal de Trullo, pertenecieron a su padre, el fotógrafo taurino Santos Trullo.
'Las tardes del Ritz', la tercera, rememora los ambientes de ocio del Madrid de la época, con fotos de Joaquín Sorolla o Raquel Meller (la Rosalía del momento) en un mismo escenario. Boas de plumas, objetos de tocador, pitilleras de amantes de prohombres de postín... Por último, 'La ola verde' parafrasea la crítica de Unamuno a estos años de desenfreno sexual (más del que nos pudiéramos imaginar), en los que copla y cuplé (el 'género ínfimo', por debajo del 'género chico' que era la zarzuela) se dan la mano. Son los años de los 'bailes psicolépticos', de La Chelito, de 'La machicha', una lambada sexy que causó furor...
Antes de abandonar este ámbito repararán en una vitrina con publicaciones también del periodo. Es el deseo de Trullo de que las referencias epocales no lleguen desde la alta cultura, sino de la ilustración o de cierta literatura de contenido sexual que vivió un boom en esos años: Títulos de cierta pseudo-ciencia ('Satanismo erótico'; o mi favorito: 'Cómo se imita la virginidad') o de prosa subidita, en la que se hinchó a vender Álvaro Retana desde la colección 'La novela de hoy'. No me digan que la portada 'Mi novio y mi novia' no invita a la lectura...
Tercera sala, con una reproducción en 3D del propietario de las fotos eróticas
La segunda sala, como no podía ser de otra manera, reproduce una alcoba, con las fotos eróticas de nuestra pareja (la recuperación de los dos rombos en la puerta de entrada avisan de que estos contenidos no son aptos para todas las sensibilidades ¡Porque vaya imaginación y pericia la de nuestro Herminio y nuestra Gertrudis! ¡No quieran saber lo que hicieron con los mantones del lote! Tanto él como ella, porque en estas imágenes se juega al travestismo y al intercambio de roles de género.
Estos originales, impresos sobre postales, han sido inteligentemente velados con papel de seda porque en realidad no son el motivo de la muestra, sino una excusa. Y se rodean de todo un conjunto de materiales (revistas pornográficas de entonces como el 'Muchas gracias', que nuestra pareja tuvo que conocer, porque las poses de sus modelos y algunos de sus resultados están clavados; o anuncios en prensa en los que abiertamente los estudios se ofrecían a revelar nuestros momentos más pícaros. Imaginen la situación no con sus ojos de hombres y mujeres de 2024, cansados del bombardeo de imágenes, sino de alguien, hace un siglo, que no atesorba tantas imágenes personales de uno mismo (de hecho, había que pertenecer a determinada clase social), que además las protagoniza y totalmente deshinibido. Es como para que le estalle la cabeza.
La música de la época y el folletín ilustran cómo evolucionarían estas cuestiones en periodos posteriores: Edmond de Bries, que ríete tú ahora de RuPaul a su lado; Tórtola Valencia, una bailarina exótica que bien podría compararse a la Marina Abramovic de preguerra; Ramón Novarro, protagonista de la cinta 'In Gay Madrid'; Concha Piquer, ¡Rosalío!... Sí, sí. Han leído bien.
David Trullo
'Álbum de salón y alcoba'. Museo de Artes Decorativas. Madrid. C/ Montalbán, 12. Colabora:PHotoEspaña. Hasta el 22 de septiembre. Cuatro estrellas.
Antes de salir, una estancia que, con objetos del museo recrearía un burdel. Reparen también en el falso papel pintado de las paredes, una aportación de Trullo, con formas vegetales que son resultado de la fusión de un obturador fotográfico... Y cierta zona erógena (másculina y femenina; no les doy más pistas). Entre lo compilado, una reproducción 3D de Herminio como Gertrudis, con uno de los mantones, dirigiendo su mirada a enseres de higiene íntima y prendas de vestir. De hecho, una de las cajas con sus cuchillas de afeitar estaba decorada en su interior con su propia efigie travestido de mujer... ¡Y nosotros, en la época del 'sexting' y los géneros fluidos, creyéndonos tan liberales!