La colección de minerales del Ejército que gana al Museo Británico
El conjunto geológico de más de 3.900 piezas de la Academia de Artillería de Segovia es uno de los más antiguos del mundo documentados e incluye hasta 'oro de Rusia' o piezas olvidadas del Tesoro del Delfín
Descubren una inscripción paleohispánica de hace 2.000 años en una mina de Navarra
![El geólogo Andrés Díez Herrero muestra un ejemplar de oro de Siberia sobre hematites de la colección de la Academia de Artillería de Segovia, con etiqueta de antigua clasificación linneana](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/23/1486592088-RLOQ8blrcJ3MIJXkM2psJlI-1200x840@diario_abc.jpg)
Es un fragmento de jade, un mineral más entre cientos expuestos en la Sala de Ciencias y Tecnología de la Academia de Artillería de Segovia. Pero no solo su tamaño supera con creces a muchas de las piedras que allí se exhiben en pequeñas ... cajas de cartón y con curiosas etiquetas manuscritas. Entre tantas esculpidas caprichosamente por la naturaleza, esta pieza destaca por estar labrada con delicados motivos chinos. «Formó parte del Tesoro del Delfín como ese candelabro de alabastro o ese camafeo de lapislázuli», aclara el geólogo Andrés Díez Herrero mientras señala otras joyas de esta original colección.
Con la soltura de quien conoce bien el suelo que pisa, el profesor de Investigación del Instituto Geológico y Minero de España se dirige decidido a otra vitrina y muestra unos pequeños cabujones que aún conservan las marcas de antiguos engarces. También pertenecieron a esa magnífica colección de 'vasos ricos' del hijo de Luis XIV, Gran Delfín de Francia, que llegaron a España por herencia de Felipe V.
En el Museo del Prado se pueden admirar hasta 144 alhajas del Tesoro del Delfín, confeccionadas en lapislázuli, ágata, jaspe, jade o cristal de roca, con guarniciones de oro y plata y a veces enriquecidas con diamantes, rubíes, esmeraldas y otras gemas. Pero en la segunda planta de la pinacoteca madrileña no están todas las obras suntuarias que integraron esta magnífica colección. Algunas desaparecieron en los famosos robos de 1918 y otras se perdieron o deterioraron tras el saqueo de las tropas napoleónicas a principios del XIX.
«Con el viaje de ida y de vuelta desde París, numerosas piezas del Tesoro del Delfín se desengarzaron o se rompieron y algunos restos de poco valor acabaron aquí porque fueron artilleros quienes las trajeron», explica Díez Herrero. Este experto calcula que habrá unos 60 fragmentos en la colección que alberga este acuartelamiento del antiguo convento de San Francisco, situado a los pies del acueducto.
![Imagen principal - Andrés Díez Herrero, ante la colección de la Academia de Artillería de Segovia que ha investigado en su libro 'Piedras entre cañones', vitrinas de la exposición y un fragmento de jade tallado del Tesoro del Delfín](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/23/1486592615-U10245868333Snq-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Andrés Díez Herrero, ante la colección de la Academia de Artillería de Segovia que ha investigado en su libro 'Piedras entre cañones', vitrinas de la exposición y un fragmento de jade tallado del Tesoro del Delfín](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/23/1486592431-U67578458817jrL-464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Andrés Díez Herrero, ante la colección de la Academia de Artillería de Segovia que ha investigado en su libro 'Piedras entre cañones', vitrinas de la exposición y un fragmento de jade tallado del Tesoro del Delfín](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/23/1486591923-U76585855564tdy-278x329@diario_abc.jpg)
Formada por unas 4.000 piezas de minerales, rocas, fósiles, aleaciones y fundidos metálicos, es «una de las colecciones de historia natural documentadas más antigua del mundo», sostiene este geólogo, que ha pasado décadas estudiando el conjunto y ahora recoge sus investigaciones en el libro 'Piedras entre cañones' (Ministerio de Defensa). «Las colecciones de otros museos, como el British Museum o el American Museum of Natural History (Nueva York), son posteriores. Solo pueden igualarle o superarle en antigüedad la del Gabinete Amerbach (Basilea, Suiza) y la colección de minerales de Jamaica del Gabinete de Sir Hans Sloane (actualmente integrado en el British Museum)», detalla.
La colección se creó para enseñar a los futuros oficiales de esta escuela militar, más antigua aún que West Point (EE.UU.), nociones de química y metalurgia para fabricar pólvoras y fundir cañones. El primer lote de minerales llegó con la fundación del Colegio de Artilleros en Segovia en 1764 y se nutrió en sus inicios con aportaciones de los primeros profesores. Entre ellos, destacó el famoso químico francés Luis Proust, quien «describió por primera vez la ley de las proporciones definidas» durante su estancia en Segovia a finales del siglo XVIII, según apunta Díez. Una vitrina de la sala contiene varios utensilios de la época con los que se cree que Proust realizaba sus experimentos.
Los minerales más antiguos se incorporaron, sin embargo, en 1817, con la reapertura del laboratorio tras la Guerra de la Independencia. Ante la carencia de materiales, se adquirió la colección de dos boticarios de Madrid, José Hortega y su sobrino Casimiro Gómez Ortega, que a su vez la habían heredado de boticarios anteriores. «Como cada vez que se casaban o se pasaban la botica de unos a otros hacían inventario, tenemos minerales documentados desde 1711», relata este experto mientras muestra «una sierra del pez del mismo nombre» que aún se conserva en la veterana Academia de Artillería.
Misiones especiales
Las referencias repetidas a esta antigua sierra y a «cajones de minerales» han servido a Díez como guía para seguir el rastro de la colección en sus distintos traslados. También para documentar cuándo se incorporaron otras piezas a lo largo de tres siglos. Algunas engrosaron este patrimonio singular del ejército español tras curiosas «misiones especiales» de artilleros. Según relata el geólogo, la primera de la que se tiene noticia se retrotrae a 1795, cuando Carlos IV concedió permiso a un viajero británico para enviar un ejemplar de azufre de Conil al British Museum. El monarca quiso que otra pieza igual en calidad y en tamaño fuera llevada a Madrid y encargó a los militares su extracción y traslado. En Despeñaperros, el azufre sufrió una caída y los cristales se rompieron, así que los artilleros «volvieron a Conil a sacar otra pieza espectacular que ahora está en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y los trozos se los trajeron aquí», relata el experto mostrando uno de estos azufres con los cristales rotos.
![Imagen principal - Los clavos de chapar buques enviados por un oficial espía y la 'sierra del pez del mismo nombre' llegada con la colección de los boticarios José Hortega y su sobrino Casimiro Gómez. Díez con plata de Hiendelaencina](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/23/1486591971-U58605855152xFk-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Los clavos de chapar buques enviados por un oficial espía y la 'sierra del pez del mismo nombre' llegada con la colección de los boticarios José Hortega y su sobrino Casimiro Gómez. Díez con plata de Hiendelaencina](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/23/1486591473-U11352584467YNe-464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Los clavos de chapar buques enviados por un oficial espía y la 'sierra del pez del mismo nombre' llegada con la colección de los boticarios José Hortega y su sobrino Casimiro Gómez. Díez con plata de Hiendelaencina](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/23/1486592374-U02222136325FPD-278x329@diario_abc.jpg)
A continuación camina hasta otra vitrina para enseñar un fósil con una inscripción manuscrita por los hermanos Heuland. Comisionados por la Corona española, estos naturalistas realizaron varias expediciones a los virreinatos del Río de la Plata, Chile y Perú en las que recogieron cantidades de minerales «y como les acompañaron artilleros, algunos cajones vinieron aquí», continúa Díez.
Otros llegaron de la mano de oficiales enviados durante varios reinados a las minas de Freiberg (Sajonia), Irlanda, Inglaterra y Suecia para mejorar su formación. Y para desempeñar, de paso, misiones de espionaje industrial. El investigador señala una caja y relata que «además de muestras de minerales, envueltas entre cosas para su familia mandaban escondidas piezas como estos clavos para chapar buques que resisten la oxidación». Algunos de estos envíos, que no son ni minerales, ni rocas, ni fósiles, no cuentan como ejemplares de la colección, aunque se muestran como parte de su pasado.
«Aquí también tenemos 'oro de Rusia'», comenta irónico el geólogo antes de mostrar varios ejemplares del codiciado metal procedentes de Siberia en su estado natural. Díez explica que lo envió a la Academia el canario Agustín de Betancourt, un artillero que fue mariscal e ingeniero en la corte del zar Alejandro I y construyó numerosas obras públicas en el país eslavo.
De un cajón extrae también plata de Hiendelaencina, una famosa mina de Guadalajara cuyo descubrimiento en el siglo XIX provocó una auténtica fiebre. «Como hay colecciones que se incorporaron en la época en que estaban abiertas minas que ahora están cerradas, tenemos una buena representación de minerales que ya no hay», comenta. Los de Hiendelaencina, en concreto, llegaron con las colecciones de la Comisión del Mapa Geológico de España.
Su cajita de cartón recoge una antigua etiqueta desprendida, con trazos diferentes a las manuscritas hace unos años por el coronel Herrera en su cabecera. De hecho, en cada vitrina y cada piedra figuran números y anotaciones de lo más diversas. Hay casi una treintena de etiquetas diferentes. Las rómbicas creen que fueron escritas por Proust en minerales que el propio químico recogió en minas españolas como Almadén o Linares, donde fue enviado por el conde de Campo Alange.
Etiquetas de tres siglos
Dos de las piezas están firmadas en 1919 por el entonces capitán José Fernández Ladreda, que años después sería alcalde de Oviedo, y ministro de Obras Públicas con Franco. «De 1910 a 1919 fue el profesor de química de los cadetes», apunta Díez. El investigador se fija después en otra anotación de un ejemplar de oro siberiano. Se trata de un tipo de clasificación de mediados y finales del XVIII que se repite en bastantes etiquetas. En esa época, explica, se puso de moda la clasificación del científico sueco Carlos Linneo que asignaba un reino, clase, género o especie a animales y plantas. «Con los minerales no funcionaba, porque no hay una tendencia evolutiva, pero se intentó», continúa con una de esas raras etiquetas en sus manos. «Es una cosa que no hay en ningún sitio», asegura.
![Imagen principal - Etiquetado histórico en los minerales. Abajo, aparatos antiguos y pólvoras](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/23/1486591560-U06018838213lDA-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Etiquetado histórico en los minerales. Abajo, aparatos antiguos y pólvoras](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/23/1486592415-U67814180101CLG-464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Etiquetado histórico en los minerales. Abajo, aparatos antiguos y pólvoras](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/23/1486592498-U60704204300Ruw-278x329@diario_abc.jpg)
Con este etiquetado histórico, el geólogo ha podido recomponer cómo se han catalogado los minerales históricamente desde el siglo XVIII. «Estos etiquetados y las ordenaciones que de ellos se deducen permiten reconstruir la historia de las clasificaciones mineralógicas y petrológicas en España durante los últimos tres siglos», reseña en su libro.
Antes de salir de esta sala contigua al claustro, que también alberga una máquina Enigma, antiguas calculadoras y aparatos ópticos o de ensayos de Física, Díez recuerda que las diez piezas más vistosas de la colección -entre ellas, una copa del Tesoro del Delfín- forman parte de la exposición permanente del Alcázar de Segovia. Las más antiguas, sin embargo, se guardan en esas vitrinas que dejamos atrás. «La idea es trasladar esta exposición a la antigua Casa de la Química, que ahora está en obras, para mostrarla mejor», comenta a nuestro lado el subteniente de Artillería Juan J. Márquez, jefe de la Oficina de Comunicación, Protocolo y Aspectos Institucionales.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete