El Códice Crosby-Schøyen, en busca de los orígenes del cristianismo y del libro antiguo
Escrito en copto sobre papiro y considerado uno de los libros más antiguos en manos privadas, sale a subasta por 3,5 millones de euros
Un apasionante viaje por los orígenes de la lengua romance hispánica
Un fragmento del Códice Crosby-Schøyen
El Códice Crosby-Schøyen, escrito en copto sobre papiro en Egipto, figura entre los libros más antiguos que se conservan en manos privadas. Testigo al tiempo de los orígenes del cristianismo y del libro tal y como lo conocemos hoy, el manuscrito se subastó ... el 11 de junio en la sede londinense de Christie's por más de 3 millones de euros.
«Es poco probable que algo así vuelva a salir a subasta», subraya Eugenio Donadoni, especialista en libros y manuscritos de la firma. El Códice Crosby-Schøyen contiene dos textos completos de la Primera Epístola de Pedro y del Libro de Jonás, que se encuentran entre los más antiguos que han llegado hasta nuestros días.
«Tiene una importancia monumental como testimonio de la primera expansión del cristianismo por el Mediterráneo: los primeros monjes del Alto Egipto en el primer monasterio cristiano utilizaban este mismo libro para las primeras celebraciones de Pascua, sólo unos pocos cientos de años después de Cristo y sólo unos cien años después de que se escribiera el último Evangelio», prosigue Donadoni, que añade que «sólo quedan un pequeño puñado de libros/códices de este período en la actualidad».
Del papiro al libro
El Crosby-Schøyen también es un testimonio de la primera transición del papiro al libro. A pesar de que Donadoni precisa que trazar la historia del desarrollo del códice y el rápido paso del rollo de papiro a la forma de libro en los primeros siglos del primer milenio requiere cierta cautela, también incide en que «en los hallazgos egipcios, la Biblia cristiana aparece casi siempre en forma de códice, mientras que los textos literarios continúan escribiéndose en rollos hasta el siglo IV, pero existe una clara interrelación entre la transición del papiro al pergamino -del rollo al libro tal y como lo conocemos hoy- y la expansión del cristianismo mismo».
De acuerdo con el especialista Bent Nongbri, el manuscrito parece haber sido lo suficientemente flexible como para manejarlo tal como se manejaría un libro moderno. Según Donadoni, por aquel entonces, las unidades básicas de escritura estaban hechas por veinte papiros, de entre 15 y 20 cm de ancho, que formaban un rollo de entre 340 y 360 cm de largo.
Mientras, en el códice, el rollo fabricado se cortaba para obtener hojas de dos que se podían apilar, doblar y coser. «Fueron los requisitos de la iglesia cristiana los que alentaron la adopción del formato del códice para registros duraderos», apunta Donadoni. Su formato tenía varias ventajas sobre el rollo: «Permitía producir juntos textos más largos en un solo volumen; la forma misma la habría distinguido de la literatura pagana o de los textos religiosos judíos, y permitía referencias y acceso casi instantáneos de una parte de las Sagradas Escrituras a otra».
El Crosby-Schøyen no se conserva completo, hasta nuestros días han llegado 52 hojas, o 104 páginas, pero «sabemos por la paginación contemporánea y por los fragmentos supervivientes que el libro original habría tenido 68 hojas, o 136 páginas», puntualiza Donadoni.
A juicio de Brent Nongbri, autor de 'La biblioteca de Dios: La arqueología de los primeros manuscritos cristianos', «es un artefacto muy interesante en términos de la historia del libro, por lo que puede decirnos sobre la construcción temprana del libro y la codicología».
Un antiguo manuscrito cristiano en manos privadas
Para Santiago Guijarro, catedrático de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, «su interés radica no tanto en el texto cuanto en algunos detalles formales: la tecnología del códice y el hecho de que es uno de los manuscritos cristianos más antiguos en manos privadas».
El manuscrito es una traducción al copto de varios textos, bíblicos y no bíblicos, algo muy común en los monasterios coptos de la época, según explica este biblista citando, por ejemplo, los códices de Nag Hammadi, una colección de doce códices de papiro descubiertos en 1945 cerca de esta ciudad egipcia.
Aunque el Crosby-Schøyen conserva completos la primera carta de Pedro y el libro de Jonás «el valor de esta versión para la reconstrucción del texto de ambos libros es menor» para los biblistas, en opinión de Guijarro. Ambos habrían sido traducidos seguramente del griego -incluso el de Jonás, pues a pesar de que fue escrito originalmente en hebreo, la versión que circulaba era la griega de la Septuaginta, la traducción más antigua en griego de la Biblia hebrea- « y tenemos manuscritos griegos de ambos, y de la primera de Pedro incluso más antiguos».
El códice, que perteneció a la Universidad de Mississippi y actualmente forma parte de la colección del noruego Martin Schøyen, salió de Egipto antes de la Convención de la Unesco de 1970 para prohibir e impedir la importación, exportación y transferencia de propiedad ilícitas de bienes culturales. Sin embargo, según la investigación de David Sharp, probablemente salió del país después de que Egipto aprobara una ley que autorizaba la salida de antigüedades, pero solo con la aprobación del gobierno. «Al menos en teoría, debería existir algún escrito que documente la exportación legal del códice desde Egipto«, apunta Nongbri en su blog.
El manuscrito se subastó junto a otros que también cuentan con elevado valor histórico y abarcan en torno a 1.300 años de historia. Entre ellos destacan la Biblia hebrea Holkham y la Biblia Geraardsbergen.
El precio alcanzado por el códice en la puja está lejos de los récords pagados por otros manuscritos antiguos, como el Códice Sassoon, la Biblia hebrea más antigua, vendida el año pasado por más de 38 millones de dólares o los aproximadamente 32 millones abonados por el fundador de Microsoft, Bill Gates, en 1994, para adquirir el Códice Leicester de Leonardo da Vinci.