La casa romana de Mérida que fue más que una vivienda hace 2.000 años
Las termas públicas que han salido a la luz en la Casa del Anfiteatro llevan a pensar que fue un hostal de Emerita Augusta, el primero hasta ahora conocido en la ciudad
La clandestina iglesia de los primeros cristianos de Hispania

Aún no se ha encontrado ningún cartel como el del hostal de Hyginius ('Hospitium C. Hygini Firmi') o aquel otro que decía 'Ven al Gabiniano para quedarte', ambos en Pompeya, pero las recientes excavaciones arqueológicas en la Casa del Anfiteatro de Mérida ... indican que esa gran 'domus' romana de la antigua Augusta Emerita también pudo ser en su día un hotel que ofrecía descanso, comida y servicios higiénicos a quienes llegaban a la ciudad para asistir a los eventos del cercano anfiteatro, del teatro y del circo.
En época romana existían diversos espacios destinados al alojamiento de personas en tránsito. Los viajeros podían hacer un alto en su camino en las 'mansio' o posadas de carretera apostadas junto a las calzadas y en las ciudades abundaban las 'cauponas', donde el usuario disponía de una habitación y según la categoría del establecimiento podía tomar un menú. Los clientes con más recursos económicos preferían los 'hospitium'' de mayor lujo por contar con salones triclinares para comidas o por ser casas selectas adaptadas para el hospedaje, y en el ámbito urbano también había 'stabulum'', con patios donde guardar los carros y establos para los caballos.
«La domus del Anfiteatro correspondería con un 'hospitium', un lugar destinado al alojamiento de viajeros con unas características arquitectónicas cuidadas», relatan a ABC las arqueólogas Ana María Bejarano, del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida (CCMM), y Macarena Bustamante, profesora de la Universidad de Granada, directoras de las investigaciones. En Pompeya se han identificado hasta 30 establecimientos de este tipo, según el estudio sobre la hostelería de la ciudad realizado por Joaquín Ruiz de Arbulo y Ferrán Gris. En Mérida, en cambio, sería el primero documentado hasta ahora.
Situada en el exterior de Augusta Emerita, junto a una de las puertas de acceso, la Casa del Anfiteatro gozaba de una ubicación estratégica. Estaba rodeada de caminos secundarios que enlazaban con las principales calzadas que conectaban la ciudad con las localidades cercanas. Además, estas vías unían el circo, situado extramuros, con el teatro y el anfiteatro del interior, espacios a los que acudían multitud de espectadores.
Un negocio de baños
El avispado dueño de la casa debió de ser consciente de esta situación privilegiada y de las necesidades de albergue y aseo de los transeúntes, porque amplió la vivienda hacia el norte con unas grandes termas que han salido a la luz en las intervenciones llevadas a cabo en los últimos seis meses por personal contratado ex profeso por el Consorcio, dentro del Proyecto de Excavaciones en Grandes Recintos Monumentales, y alumnos de la Universidad de Granada. «Son unas termas impresionantes, descomunales por su tamaño, mucho mayor que el de unos baños privados», destaca en conversación telefónica Félix Palma, director del Consorcio.



Estaban directamente conectadas con la casa a través de habitaciones intermedias, pero contaban también con una entrada independiente que facilitaba el acceso de la clientela desde el exterior. Bejarano y Bustamante creen que «la estructura de este edificio y su amplitud, cercano a los 300 metros cuadrados, con una posible palestra o área destinada a ejercicios al abierto, hacen de él un establecimiento público destinado a ser explotado como negocio». Los comerciantes, viajeros, visitantes o gentes que acudían a los eventos del teatro y el anfiteatro pagarían por su uso.
Tras un vestíbulo o zona de entrada, pasarían a un amplio 'apodyterium' o vestuario, en una sala alargada provista de bancos a ambos lados. Las termas contaban con un 'frigidarium' o sala fría con dos piscinas (una menor con forma de ábside y otra rectangular más amplia y ricamente revestida con mármol), una 'sudatio' o sala destinada a los baños de vapor, un 'tepidarium' o sala templada donde se situaría una fuente de refresco (labrum) y un 'caldarium', con una piscina rectangular de agua caliente. Los arqueólogos han documentado además amplias salas destinadas al servicio, con hornos para calentar las estancias y almacenes para la madera. Los baños se abastecerían con agua del cercano acueducto de San Lázaro.
Por la riqueza de los materiales con los que fueron construidas y embellecidas estas termas, con placas de mármol en pavimentos, paredes y en la piscina principal, así como por la decoración de sus paredes pintadas con bóvedas estucadas, las investigadoras sostienen que este edificio es «uno de los más suntuosos y de mayores dimensiones de los hasta ahora conocidos en Mérida».
Objetos perdidos y una reja intacta
En las excavaciones se han descubierto numerosos restos relacionados con ornamentos de las salas, así como piezas «perdidas» por los usuarios. «Básicamente agujas de pelo, algún anillo de bronce o un preciso entalle en el que se representa la figura de Némesis (protectora de los gladiadores), claramente relacionada con las luchas que se realizaban en el cercano anfiteatro», describen Bejarano y Bustamante.



Además, en los niveles de destrucción del vestuario se ha hallado una reja de ventana de hierro prácticamente intacta, con todos los elementos de anclaje. Es la segunda recuperada en esta casa, tras la hallada por García Sandoval entre 1962 y 1963 en la cocina.
En próximas campañas, proyectan continuar excavando en la zona intermedia que queda entre los baños y el espacio de servicio de este extenso complejo que ocupa unos 4.500 metros cuadrados junto a la actual plaza de Margarita Xirgú.
Extensa y compleja
A la Casa del Anfiteatro se entraba por una sala a modo de 'vestibulum' con un amplio vano que se abría hacia el pasillo que circunda el peristilo. Este patio trapezoidal, en torno al cual se disponían las estancias, tenía un jardín en su centro, con un canal y columnas de granito que lo rodeaban.
Contigua a la entrada se ha localizado al norte la cocina y en el lado sur, pequeños 'cubicula' o dormitorios, algunos de ellos con restos pictóricos. También se descubrieron otros dos habitáculos ricamente decorados con pinturas tras un pequeño pasillo en L en este mismo ala de la vivienda, a un nivel superior que aprovecha un desnivel del terreno.
Al este, una habitación decorada en su suelo con un mosaico de fauna marina daba acceso a tres amplias salas. Una de ellas ha sido identificada como comedor o 'triclinium' estival y en otra, la más lujosa descubierta hasta el momento, se halló el famoso mosaico con escenas de la vendimia y la pisa de uva, acompañadas de un emblema de Venus y Cupido.
El complejo continuaba en un pasillo en L ricamente ornamentado con pinturas y un pavimento con motivos de hachas que conducía a otra amplia habitación con un bello mosaico de pequeños bodegones en el suelo. Creen que pudo ser un 'tablinum' desde donde el señor de la casa controlaba el atrio y recibía a las visitas, un 'oecus' (otro salón de recepción) o un 'triclinium'. Y aún junto a la estancia de los bodegones salieron a la luz dos habitaciones más con mosaicos geométricos que pudieron haberse usado como dormitorios.
Desde que Josep Calassanç Serra Rafols inició las investigaciones en 1947 en este solar llamado antiguamente 'de la Madre', se han exhumado un buen número de espacios que hoy forman parte del circuito visitable. Sin embargo, aún quedan zonas por explorar. En la parte más oriental, recuerdan por ejemplo las arqueólogas, tan solo se conoce hasta ahora la continuación del pasillo hacia una zona pavimentada con mosaicos «sin funcionalidad precisa».
Como ocurrió con la Casa del Mitreo y otras 'domus' situadas extramuros de la ciudad, la del Anfiteatro se abandonó en el periodo convulso de finales del siglo III d.C. Las excavaciones arqueológicas han hallado los niveles de desplome de su cubierta y muestras de que el edificio sufrió un incendio y expoliaron sus mármoles. Sobre él, en la zona oeste, se construyeron otras termas públicas un siglo después, cuando las ahora descubiertas habían sido ya olvidadas. Ambas figurarán en la monografía sobre Arquitectura termal de Augusta Emerita que el Consorcio ya tiene en prensa y la Casa del Anfiteatro contará con una monografía en la Serie Memoria Monografías Arqueológicas del Consorcio, donde se analizará la casa de forma completa.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete