Entrevista
Borja Sémper: «No hemos hecho de la cultura una bandera. Esto va a cambiar»
El portavoz del PP condena las cancelaciones de obras de teatro: «Alguien que censura, en especial si es de mi partido, tiene mi rechazo»
«Vox quiere hacer lo mismo que la extrema izquierda, pero al revés. Y es utilizar la cultura como una guerra cultural»
«La cultura no es de izquierdas ni de derechas, es de todos. Y nos equivocaríamos si dejáramos esta bandera en manos de la izquierda»
«La tauromaquia es fundamental para España, por su dimensión económica, que la tiene, y por su consideración de hecho cultural»
«El Ministerio de Cultura debería tener un papel más relevante también en el Instituto Cervantes»
El PP se enreda con la guerra cultural de Vox

Lo primero que hace Borja Sémper, al llegar a la librería Ocho y Medio, es buscar a la dueña. Sabe que María Silveyro conoce a su mujer, la actriz Bárbara Goenaga, desde que era casi una niña, y tiene el encargo de ... darle un beso. «Es fantástica», le dice María a Sémper. «¿Qué te voy a decir yo?», le responde el portavoz de campaña y vicesecretario de Cultura del PP, a quien se le van los ojos a la mesa de novedades. Al término de la entrevista, cuarenta minutos después, se llevará 'V13', las crónicas de Emmanuel Carrère del juicio por el atentado yihadista contra la sala Bataclan. Es una mañana movida: tras varias denuncias de censuras de obras de teatro en pueblos gobernados por PP y Vox, el mundo de la cultura se ha movilizado en redes sociales contra el «retorno de la censura». Quién lo iba a decir: la cultura, por una vez, ha entrado en campaña.
—¿Qué opina de estas cancelaciones?
—Yo vengo de una tierra, que es el País Vasco, en la que he vivido de una manera insoportable el intento de censurar expresiones artísticas que no respondían al canon de lo dominante, de los nacionalistas. Yo no quiero una cultura en España también dominada por otros prejuicios. Estoy absolutamente en contra de cualquier cancelación, censura y cualquier expresión cultural. La haga Vox, la haga Podemos, la haga Bildu, la haga el Partido Socialista o la hiciera un miembro del Partido Popular. El rechazo es absoluto, absoluto. Yo creo que las expresiones culturales nos tienen que llevar a lugares incómodos. Eso también es sano y es necesario. Hay quienes viven incómodos en eso, lo sé. Hay gente que tiene el cerebro tan pequeño que no admite la más mínima duda. Y estos siempre suelen ser los censores, los que vienen a salvarnos de lo impuro, a mostrarnos el camino correcto, a iluminarnos en nuestra vida. Nosotros no vamos a permitir que la censura, que la cancelación, que todo este universo de lo políticamente correcto que pretende dibujar las sociedades en función de apriorismos políticos, se imponga también en España. En resumen, y es algo que a algunos les cuesta entender, para mí alguien que censura una obra de teatro, especialmente si es de mi partido, tiene y tendrá mi más absoluto rechazo.
—¿Por qué han entregado a Vox las competencias de Cultura en muchos ayuntamientos y comunidades?
—Eso habría que preguntárselo a los compañeros de las ciudades y las comunidades autónomas. Yo tengo la sensación y el convencimiento de que Vox quiere hacer lo mismo que la extrema izquierda, pero al revés. Y es utilizar la cultura como una guerra cultural. Y frente a los desmanes, las imposiciones o el manoseo del universo cultural por parte de la extrema izquierda, Vox lo que pretende es, como un ejercicio de reacción, utilizar también las políticas culturales para hacer lo contrario. Y unos y otros se equivocan, porque unos y otros manosean la cultura. Y manosean, por lo tanto, también la eficacia de la cultura para transformar, en el mejor sentido de la expresión, la sociedad. Yo creo que la cultura no está para juegos partidistas, sino que está para políticas de Estado. Y tanto Podemos, o el sanchismo, como Vox, se equivocan intentando utilizar la cultura como una herramienta para aleccionar u orientar los gustos también de la ciudadanía. Los poderes públicos no estamos para orientar lo que le tiene que gustar a la gente o no, la cultura que tiene que consumir.

—Feijóo ha prometido que habrá un Ministerio de Cultura fuerte si llega a La Moncloa. ¿Va a ser un ministerio propio o estará integrado en Educación?
—Yo entiendo que por las palabras del presidente Feijóo será un Ministerio propio de Cultura. Pero habrá que ver la composición final del Consejo de Ministros. En cualquier caso, yo creo que Feijóo es plenamente consciente de la importancia que tiene la cultura en general para el país, como política de Estado, como política transversal que interpela no solo al conjunto de las sociedades sino también a todo el Gobierno. ¿O es que el Ministerio de Hacienda no tiene que estar interesado por la cultura? ¿O es que el Ministerio de Asuntos Exteriores no tiene que estar interesado por la cultura? Yo lo que sí sé, porque lo he hablado con él, es que es plenamente consciente del impacto no solo económico sino también social que tienen las políticas culturales para el país y para la proyección exterior de España. Por lo cual, vamos a tener seguro un Ministerio de la Cultura o una política cultural muy relevante en el próximo Gobierno.
—Cuando el PP ha gobernado, Cultura ha sido el hermano pequeño de Educación. ¿Cómo ha sido el debate que ha habido en el seno del partido?
—Por primera vez en la historia del PP hay una Vicesecretaría de Cultura. En nuestra estructura, tiene mucho peso político. No es que haya habido debate, hay un convencimiento desde el inicio. Un partido como es el nuestro, que quiere abarcar un amplio espectro ideológico, no debe permitir que la cultura sea patrimonio de ninguna tendencia ideológica, sino que debe defender con ahínco y con absoluto convencimiento que la cultura es patrimonio de todos. La cultura no es de izquierdas ni de derechas, es de todos. Y nos equivocaríamos si dejáramos esta bandera en manos de la izquierda. También nos equivocaríamos si quisiéramos hacer lo mismo que la izquierda, pero al revés. Tenemos que ensanchar el espacio de la cultura y su influencia, y para eso tiene que ser una política de Estado, en el mejor sentido de la expresión.
«Por primera vez en la historia del PP hay una Vicesecretaría de Cultura. En nuestra estructura, tiene mucho peso político»
—¿No ha desatendido la derecha española ha desatendido durante demasiado tiempo la cultura?
—Es una responsabilidad compartida a la que la derecha española no es ajena, yo creo que por incomparecencia, en muchas ocasiones. Hemos tenido gestores culturales políticos de extraordinario nivel, muy capaces. La política cultural que se ha desarrollado desde los gobiernos del Partido Popular no ha sido ni mucho menos peor que la que ha desarrollado el Partido Socialista, en muchas ocasiones y en algunos ámbitos, mejor. Lo que sí es cierto es que no hemos hecho de esto una bandera. O no hemos socializado nuestro compromiso con la cultura. Bueno, esto va a cambiar con el próximo Gobierno si tenemos la posibilidad de desarrollarlo. La cultura no tiene que ser del PSOE ni del PP, pero desde luego el PP va a jugar ese partido.
—En ABC hemos publicado una amplia encuesta con setenta personalidades del sector y hemos resumido sus propuestas en 50 medidas. ¿Han tomado nota?
—De todas y cada una de ellas, y la inmensa mayoría de ellas ya estaban contempladas. La ley de Mecenazgo es extremadamente relevante, el papel del Instituto Cervantes en el exterior, la libertad de los creadores, apostar también por una cultura que pase de un modelo y que evolucione a otro más anglosajón, tener en cuenta y contar con las industrias culturales como uno de los motores económicos, sociales y creadores de empleo fundamentales de nuestro país. Pero también tener en cuenta las expresiones culturales que, como decía Nuccio Ordine –la utilidad de lo inútil– también nos interpelan directamente a los ciudadanos. Bueno, todo esto, además de muchas cosas que se decían en ese artículo, son muy relevantes y estarán muy presentes, estoy seguro, en el próximo Gobierno.
—Sorprendió no ver ninguna referencia a los toros en su programa.
—Hemos tenido un pequeño problema de tiempos y de espacio con el programa, porque se optó por una versión reducida. La tauromaquia es fundamental para España, por su dimensión económica, que la tiene, y por su consideración de hecho cultural. Desde luego nosotros lo tenemos absolutamente interiorizado. Aparece reflejado, en uno de los puntos genéricos, cuando hablamos del patrimonio material e inmaterial del país. Yo interpreto que está ahí, o al menos esa era nuestra voluntad. Pero que no tenga ninguna duda nadie, porque la Fiesta va a ser un elemento muy importante.
Cultura en campaña
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Un libro para Feijóo. La trilogía de la frontera, de Cormac McCarthy.
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Una película para Sánchez. 'El verdugo', de Berlanga.
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Teatro para Yolanda Díaz. 'Fundamentalmente fantasías para la resistencia'.
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Un concierto para Abascal. Joaquín Sabina.
—El Cervantes es competencia de Exteriores. ¿Contemplan darle más peso a Cultura?
—Esta es una decisión que tendrá que tomar el próximo Gobierno. Yo puedo hablar de mi opinión personal: habrá que analizar bien cómo podemos utilizar mejor el Instituto Cervantes para promocionar nuestra cultura. El Cervantes está lógicamente muy vinculado con la lengua, nuestro petróleo, y el Instituto es un elemento fundamental. Pero tiene que servir para más cosas, porque tiene una infraestructura creada a lo largo y ancho del mundo, para ser un lugar en el que exponer a nuestros artistas, a nuestras vanguardias, a nuestros artistas clásicos, que vayan rotando y girando por todo el mundo aprovechando esa infraestructura. El Ministerio de Cultura debería tener un papel más relevante también en el Instituto Cervantes.
—Durante esta legislatura ha habido falta de vigilantes en los museos, la Biblioteca Nacional ha limitado sus servicios por falta de personal. El Reina Sofía sigue con salas cerradas... Cuando le preguntamos al ministro, él dice que todo esto es culpa del PP, porque durante los años de la crisis se congeló la oferta de empleo público.
—Esta legislatura ha sido caótica para la gestión cultural porque, entre otras cosas, ha habido en cinco años cuatro ministros. Esto sí que es inédito. También el sanchismo ha innovado en esto. Y el Ministerio de Cultura se ha convertido en una especie de contenedor de sastre, en virtud del cual allí recalaban dirigentes políticos a los que había que dar una salida, a un encaje. Tengo una buena opinión personal de Iceta, es un hombre con olfato político, pero no se ha caracterizado a lo largo de su trayectoria política, y tampoco como ministro de Cultura, de tener un especial interés en las políticas culturales. Seguro que el PP tiene culpa de muchas cosas, pero no mató a Manolete. Un Gobierno que ha estado cinco años al frente de los designios del país, alguna responsabilidad tiene que tener.
—¿Qué nota le pone a Iceta?
—4,5.
—Lo suspende.
—No he visto nada extraordinario de esta legislatura. El universo cultural en España tiene tanto talento, hay tanta creatividad en este país, que incluso con un mal ministro funciona. Lo que debemos tener son unas buenas políticas culturales para que funcione mucho mejor.
«Hay tanta creatividad en este país, que incluso con un mal ministro funciona»
—¿El PP apuesta por mantener el bono cultural joven?
—Es una medida copiada de Macron en Francia, que en España se ha traído mal, no se ha evaluado bien y no está funcionando. Yo creo que deberíamos explorar más allá de cómo está diseñado, ir un poco antes de los 18 años, a la escuela. Yo creo que la verdadera política cultural para que los chicos y chicas, cuando llegan a los 18 años o a los 20, tengan interés por la cultura, sean consumidores de libros, de cine, vayan a las salas o vayan a los museos, es en la escuela. Por eso también creo que el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Educación deberían también trabajar mucho más coordinadamente.
—¿Qué va a hacer el PP para despolitizar las instituciones? Pienso en el Reina Sofía o en el Cervantes.
—En primer lugar, ser respetuosos con las competencias asignadas y con el nivel de autonomía que tienen estas instituciones, que además muchas de ellas están reguladas por ley. Y además así debe de ser. Yo creo que el próximo ministro o ministra de Cultura tiene que hablar con cada uno de los gestores culturales y compartir con ellos cuál es la vocación política que también el ministerio marca. Yo soy muy respetuoso con la gestión que se hace en todos los museos nacionales, sin duda, pero creo que hay algunas cosas que convendría corregir. Todo gestor cultural tiene que ser consciente de que cuando dirige una institución, ya sea el Museo Nacional Reina Sofía o el más pequeño de los museos nacionales, no está al frente de una plataforma política, sino que está al frente de una plataforma para promocionar el arte y para promocionar la cultura.
—Le oigo hablar y lo veo como ministro de Cultura.
—No. Creo que Feijóo va a tener un amplio abanico de gente muy capaz para elegir como ministros o ministras de Cultura. Yo no tengo tan claro que vaya a estar en una hipotética terna. Yo me doy por satisfecho, habiendo tenido alguna conversación privada con Feijoó en cuanto a políticas culturales, sabiendo lo que él piensa y lo que quiere hacer cuando sea presidente del Gobierno.
—El próximo lunes será el cara a cara entre Sánchez y Feijóo, y sospecho que ninguno hablará de cultura.
—Es probable.
—¿Qué hay que hacer para que la cultura esté en el centro del debate político? ¿Qué culpa tienen los políticos?
—Una cuota de responsabilidad tenemos nosotros, lógicamente... tiene que estar en la conversación, pero tiene que estar en la conversación de una manera positiva, no para tirarnos los trastos a la cabeza entre unos y otros. Tiene que ser un discurso político que convoque a los ciudadanos a una idea que es luminosa y que es muy positiva de una cultura de todos y de libertad. Yo creo que esto va a ir cambiando y va evolucionando.
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—¿Lo cree?
—Sí, sí lo creo. Al menos yo, el tiempo que esté en esta parte de mi vida profesional, lo voy a hacer, lo voy a intentar.
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