Picasso, un pintor con alma de poeta
Publican en español todos los escritos del artista, algunos inéditos, en un volumen que incluye diarios juveniles, textos poéticos, dos obras de teatro y un manuscrito póstumo. Autor tardío, fue (casi) tan hábil con la pluma como con el pincel
Los últimos días de Picasso

Vivió siempre rodeado no solo de pintores y escultores, también de escritores: Guillaume Apollinaire, Max Jacob, Paul Éluard, Michel Leiris, Jean Cocteau, Pierre Reverdy, Benjamin Péret, Tristan Tzara... Se rodeó de poetas en Els Quatre Gats de Barcelona y en el bohemio Montmartre ... parisino. En la puerta de su taller del Bateau-Lavoir, donde dio vida a 'Las señoritas de Aviñón', rezaba un cartel: 'Lugar de encuentro de los poetas'. Picasso fue reconocido por estos como uno de los suyos. «La pintura es poesía», decía Picasso a Françoise Gilot. Pero siempre dudó de su calidad como escritor y de si debía publicar sus textos: «Es como desnudarse del todo cuando no es el momento».
Otros muchos artistas plásticos también coquetearon con la escritura: el 'divino' Miguel Ángel fue pintor y poeta, y William Blake fue tan magistral con la pluma como con el pincel. La editorial Akal, con el apoyo de la Comisión nacional para la conmemoración del 50 aniversario de la muerte del artista y la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso, publica en español un volumen con todos sus escritos. En 2021 lo hizo en francés Gallimard. Cuenta con una introducción y notas de Marie-Laure Bernadac y Christine Piot, quienes dicen que «la fascinación que sigue ejerciendo Picasso en el público hace más necesaria que nunca la lectura de estos textos, generalmente desconocidos y sin embargo indispensables para el entendimiento y comprensión de su obra».
Aunque a los 12 años empezó a redactar en La Coruña sus diarios manuscritos (1893 y 1895), el precoz Picasso pintor fue un autor tardío. Se sumergió en la escritura literaria ya entrado en la cincuentena. 1935 fue un 'annus horribilis' para él: espera una hija con su nueva amante, Marie-Thérèse Walter; su esposa, Olga, no quiere darle el divorcio... Sufre una grave crisis personal y creativa. Deja de pintar y se centra en la escritura. De los 340 textos que redactó, 280 están fechados entre 1935 y 1940.
El libro que ahora ve la luz incluye todos sus escritos inventariados hasta hoy, fechados del 18 de abril de 1935 al 20 de agosto de 1959, catorce años antes de su muerte. Un cuarto de siglo escribiendo. Entre ellos, textos inéditos descubiertos recientemente tanto en la colección de Dora Maar, como en colecciones privadas y en las de los Museos Picasso de Barcelona y París. Más de 340 textos poéticos, en francés y en español; dos obras de teatro, una satírica y otra lírica ('El deseo atrapado por la cola', en la que aborda la penuria de los parisinos en los años 40 durante la ocupación alemana, y 'Las cuatro niñas', que transcurre en un huerto donde se divierten unas adolescentes; publicadas, respectivamente, en 1945 y 1968, en Gallimard).
Editorial que en 1978 publicó póstumamente 'El entierro del conde de Orgaz' (6 de enero de 1957-20 de agosto de 1959). Se suman sus diarios manuscritos (1893-1895), 'Sueño y mentira de Franco' (15-18 de junio de 1937), anotaciones manuscritas sobre arte («Ningún pintor hasta la fecha ha hecho cosquillas a la pintura como Matisse hasta provocar tales carcajadas»)...
En 1989, Gallimard publicó todos los textos poéticos de Picasso, con prefacio de Michel Leiris, coincidiendo con la exposición 'Picasso poeta, el lápiz que habla' en el Museo Picasso de París. En 2019-2020, fue el Museo Picasso de Barcelona el que inauguró una muestra sobre el Picasso poeta. La mayoría de los escritos proceden del museo parisino, fruto de la dación de 1979. También hay material de los Archivos Picasso y de colecciones privadas.
Escritos hasta en papel higiénico, sus escritos tienen faltas de ortografía, discordancias, tachaduras...
Son diversos los cuadernos (azul, negro, de cuero, de pergamino, 'Royan', el 'Álbum de Françoise', 'Pepe Illo. Tauromaquia', 'Dibujos y escritos'). Jaime Sabartés, secretario de Picasso, mecanografió la mayoría de los manuscritos. Algunos, con añadidos de puño y letra del artista. Están escritos con lápiz negro o de colores, a tinta china (negra, verde), bolígrafo, rotulador..., en papel de dibujo, de cartas, en sobres, tarjetas de invitaciones, trozos de periódicos y hasta en papel higiénico. Todo le valía. Algunos fueron grabados o litografiados. Los manuscritos de Picasso, advierten Bernadac y Piot, tienen faltas de ortografía, discordancias de género y número, rara vez usa la mayúscula al comienzo de sus textos o para los nombres propios, hay tachaduras, enmiendas, líneas o párrafos subrayados una o varias veces... Sus manuscritos, dicen, semejan partituras musicales.
Para Leiris, la escritura picassiana es una «libre avalancha que no toma nunca forma de discurso y, haciendo camino, se revela rica en destellos. Sin someterse a ninguna regla de eufonía, de ritmo, ni siquiera de sentido racional, verso libre, deriva al hilo de las palabras y al hilo de las ideas». Cree que al igual que James Joyce, Picasso «juega incansablemente con las palabras. Son dos prestidigitadores producto de nuestro siglo».
Lector de místicos como San Juan de la Cruz, le gustaban las novelas policiacas y de aventuras
Explica Marie-Laure Bernadac que la poesía de Picasso «seduce al tiempo que molesta a escritores y poetas. Es una poesía visual, gustativa, olfativa y sonora que enreda sonidos, colores y perfumes, que se acerca más al canto y al baile que a la literatura». El carácter excepcional de sus escritos reside «en la personalidad de su autor, en el aporte a la literatura moderna, corrosivo y a veces genial, de un novicio en la materia. Picasso desmantela, reconstruye o hace estallar su texto, presentándolo bajo todos los ángulos y facetas, como lo hacía con un objeto en el periodo cubista. Escritura sin Dios ni ley que no se somete a ninguna regla de orden sintáctico o racional, sino a la incesante solicitud de las imágenes y de las sensaciones que le pasan por la cabeza».
Lector de los místicos españoles, como San Juan de la Cruz, pero también de la poesía 'maldita' francesa (Rimbaud, Verlaine, Mallarmé...), a Pablo Picasso le gustaban las novelas policiacas y de aventuras. Pero también los clásicos. Ilustró las 'Metamorfosis' de Ovidio; 'Lisístrata', de Aristófanes... Cuenta Christine Piot que Picasso le susurró un día a un amigo: «En el fondo, creo que soy un poeta que se ha echado a perder, ¿no crees?».
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