Peter Halley, el pintor que 'profanó' el 'cuadrado' de Malévich: le puso barrotes y lo cubrió de gotelé
El Museo Thyssen dedica al artista norteamericano una minirretrospectiva, con veinte pinturas, todas de colecciones públicas y privadas españolas
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Hace dos años echó a andar en el Museo Thyssen un programa de exposiciones vinculado a la colección de Blanca y Borja Thyssen, que se suma al programa de TBA21, impulsado por Francesca Thyssen, y al alquiler de la Colección Carmen ... Thyssen. Un desembarco (que ni el de Normandía) de los Thyssen en el museo nacional que lleva el apellido del barón, cuya colección adquirió el Estado español en 1993. Centrándonos en el primero, ya han pasado por las salas de la pinacoteca (cuatro en la primera planta, junto a la colección permanente) el hiperrealismo, Robert Nava, André Butzer y Jordy Kerwick, todos muy del gusto de B & B (Blanca y Borja), con un denominador común: los colores estridentes. Todo lo contrario al término 'demure' (discreto, recatado, minimalista), el lujo silencioso, tan de moda hoy entre la Generación Z.
Hasta ahora, los artistas elegidos en este programa no contaban con retrospectivas en grandes museos. Algo que no ocurre con la quinta propuesta, el norteamericano Peter Halley (Nueva York, 1953), «un clásico contemporáneo, una figura esencial, que tiene un gran bagaje intelectual«, en palabras de Guillermo Solana, director artístico del museo y comisario de la muestra. Halley sí cuenta con una amplia trayectoria a sus espaldas y es quien abre la temporada expositiva en el museo.
Viejo conocido de España, en 1986 expuso por vez primera en nuestro país. Fue en una colectiva sobre la escena neoyorquina, 'El arte y su doble: una perspectiva de Nueva York', celebrada en la Fundación Caja de Pensiones de Madrid. Y en 1992, el Reina Sofía ya le dedicó, con gran éxito, una retrospectiva. Carlos Durán, fundador de Senda en Barcelona, ha sido su galerista de toda la vida en España. También ha trabajado con Javier López. El Thyssen recoge el testigo con una muestra de una veintena de pinturas de gran formato, realizadas entre 1985 y 2024. Una de ellas, 'Reencuentro' (2024), ha sido adquirida por Blanca y Borja Thyssen.
El título de la exposición, 'Peter Halley en España', no es gratuito, pues todas las obras expuestas proceden de colecciones públicas (tienen obra del artista el Reina Sofía, el IVAM, la Fundación La Caixa) y privadas de nuestro país. Hay una instalación permanente de Halley en la Biblioteca Pública José Hierro, de Usera, basada en un cuento de Borges, 'La biblioteca de Babel'. Tras su paso por el Thyssen (hasta el 19 de enero), la muestra se verá en Casal Solleric de Palma de Mallorca, que ha colaborado en la producción del proyecto.
Explica Guillermo Solana que Peter Halley «transformó la tradición de la abstracción geométrica del siglo XX, dominada por el formalismo y el idealismo autorreferencial». Así estaban Malévich, Mondrian, Kandinsky, Kupka, Albers, Stella... «Halley reinterpreta la geometría como un medio de confinamiento y control social. Pone la abstracción en tierra. Lejos de un ideal platónico, está en nuestra vida». Lo mismo que Duchamp le puso bigote y perilla a la adorada 'Gioconda' -vellocino de oro posmoderno-, Halley le planta barrotes al sacrosanto cuadrado de Malévich -objeto de culto- y le coloca encima gotelé. Dos actos gamberros, irreverentes. Las icónicas prisiones y celdas, y los conductos que las unen, están plagados de un humor crítico. Recuerdan circuitos integrados. En 1981, Halley cogió el cuadrado y le puso barrotes: «La geometría nos aprisiona, también socialmente. En el siglo XX nos aislamos, nos confinamos en casa, en el coche, ante el televisor». Un atentado contra la abstracción geométrica, una irreverencia contra el sagrado 'cuadrado negro' de Malévich.
Explica el comisario que Halley «emplea un léxico básico, pero utiliza fórmulas asombrosas: altera, gira, dilata, comprime, distorsiona... Incluso hay un desbordamiento del contorno: las prisiones se salen del fondo». Las sencillas composiciones de los comienzos de su carrera se han ido volviendo más complejas y en los últimos años las prisiones se salen de los lienzos y su paleta fluorescente también ha incorporado otras tonalidades, como el metalizado. «Ha habido giros inesperados en el universo limitado que es mi obra», advierte Halley.
Una de sus coloristas pinturas ('El giro', de 2008) se ha instalado en el vestíbulo del Museo Thyssen, muy cerca de 'El Paraíso', de Tintoretto, un artista que descubrió en Venecia en 1977. «Es una experiencia maravillosa, un privilegio», comenta Peter Halley. Obsesivo y perfeccionista en su pintura, ha hecho personalmente la selección de las obras expuestas (aunque el artista dice que los verdaderos comisarios de las exposiciones son los coleccionistas) y ha supervisado hasta el último detalle del montaje y del catálogo. No descuida nada.
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